La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La bailarina que vendió su alma al diablo

Fue una de la bailarinas más destacadas de su generación", punto. A partir de este "punto" se ha elaborado alrededor de Alicia Alonso, que acaba de fallecer, una aureola de prestigio que es falsa o cuando menos exagerada. Incluso se le llega a nombrar como mítica, sin que esto tenga ninguna base.

Los mejores años de Alonso como bailarina fueron aquellos que pasó en Nueva York. Aproximadamente desde 1938 a 1959. Allí viajó por primera vez para unirse a Fernando y Alberto Alonso -bailarines, coreógrafos, maestros y los verdaderos pioneros del ballet cubano- y en esa ciudad le enseñan casi todo lo que sabe sobre el arte de Terpsícore. En realidad ella se apellida Martínez, adquiriendo el Alonso cuando se casa con Fernando en Nueva York. Durante esas dos décadas neoyorkinas, los hermanos Fernando y Alberto, juntos con Alicia, alternaban sus estancias en la ciudad de los rascacielos con temporadas en Cuba donde también actuaban y en la que en 1948 habían creado el Ballet Nacional de Cuba.

A partir de 1959 Alicia, con su esposo y su cuñado, regresan definitivamente a la isla. Fidel le ofrece a la bailarina una compañía y proseguir con la escuela de ballet que los comunistas le roban a Pro-Arte Musical, una ejemplar asociación privada de La Habana, también propietaria del Teatro Auditórium (hoy llamado Amadeo Roldán) que igualmente fue robado.

Entonces, Alicia, a la que ya le habían pasado los mejores años como bailarina, decide venderle su alma al diablo, léase Fidel Castro. Éste le regala una compañía a perpetuidad a cambio de un apoyo político, que llega a ser total y sumiso. Así el Ballet Nacional de Cuba se convierte en una plataforma para dar prestigio a la dictadura. Creo que nunca nadie ha dirigido una compañía de ballet durante tanto tiempo ni con una mano tan dictatorial.

El Ballet Nacional de Cuba se transforma en un altar para venerar a Alicia, donde lo más importante y el propósito final son la mayor gloria y la mitificación de su directora y primera bailarina. Todo giraba obsesivamente alrededor de ella, nadie le podía hacer sombra. La propaganda, los anuncios y entrevistas se centraban únicamente en la Alonso, nunca aparecía el nombre de otras bailarinas. Se "fabricaba un producto" que consistía en insistir en epítetos hacia la directora como, "la mítica", "assoluta", "la mejor Giselle", etc., que poco a poco fueron cuajando, pues estos calificativos eran reproducidos sin ningún análisis, hasta que se fue logrando el propósito deseado, que a base de repetir, muchos creyeron que eran ciertos.

Los meritos de la escuela cubana de ballet hay que anotárselos principalmente a Fernando Alonso (fallecido en julio de 2013) primer marido de Alicia, considerado el padre de la escuela cubana de ballet y su gran maestro.

Por supuesto que sería injusto no reconocerle ni elogiarle las cualidades artísticas de Alicia. Ella reverenciaba el ballet. Fue una bailarina importante. Su talento era indiscutible. Poseía un técnica magnífica, pulcra y segura. Desplegaba bravura y nervio. Durante su etapa neoyorquina estrenó Tema y variaciones de Balanchine y allí bailó su primer Giselle. En cuanto a los grandes clásicos su repertorio como bailarina no era muy extenso. Sobresalió en El lago de los cisnes, sobre todo en el cisne negro, así como en Coppelia y en la versión de Carmen de Alberto Alonso. Al personaje que le dedicó mayor concentración y gran parte de su vida fue a Giselle, que paseó con gran éxito por los escenarios de medio mundo. Gracias a su acertada dirección, el BNC llegó a ser considerado durante años como una compañía valiosa. Si bien, por el egocentrismo y empecinamiento de la directora en no dejar el poder (como su adorado Fidel) la compañía se fue deteriorando notablemente. En los últimos años, su empeño en no abandonar el escenario nos mostró a una Alonso en condiciones deplorables.

Imposible hablar de la Alonso sin mencionar la política, el otro amor de su vida. Ella era miembro del Partido Comunista cubano y solía firmar los manifiestos apoyando los fusilamientos-asesinatos del castrismo.

No le restemos méritos a Alicia Alonso, que los tiene, pero tampoco caigamos en la propaganda exagerada que se le hizo en las últimas décadas. Reitero, fue una destacada bailarina de su generación, lo demás, ha sido fabricado y astutamente elaborado. Aunque me supongo que algunos medios y personas que engulleron la cruzada estarán en estos momentos ensalzando al personaje con alboroto.

Compartir el artículo

stats