El título Ojos Negros,
Mi relación con este lugar era muy escasa porque apenas iba cuando era niña, pero recuerdo que, cuando iba, me invadía una sensación de extrañamiento, porque me imaginaba a mi madre con mi edad a través de sus recuerdos, fotografías o libretas antiguas. Eso me hizo imaginar por primera vez que mi madre había tenido mi edad, que no siempre fue como yo la había conocido y eso fue un momento muy importante en mi proceso de madurez y de conciencia del paso del tiempo, porque cuando somos niñas lo vivimos todo en presente. Y esta revelación fue lo que quisimos explorar en la película a través del retrato de esa España vacía y rural.
El filme se gesta en el ámbito universitario y conquista la Biznaga de Plata en el Festival de Málaga. ¿Cómo fue su proceso de producción y financiación?
Efectivamente, Ojos negros nace como un Trabajo de Fin de Grado en la Universidad Pompeu Fabra en 2016, así que en el último año de carrera vivimos el proceso de tutorización a nivel de guión con nuestro tutor, Gonzalo de Lucas, y con distintos cineastas como Jonás Trueba, Mar Coll o Clara Roquet. Y una vez que tuvimos ese guion quisimos hacer algo más allá del ámbito universitario y buscamos patrocinios y financiación, así que cuando la productora Nanouk vio que nos habíamos movido bastante decidió arriesgar y nos ayudó a formar un equipo para el rodaje. Por tanto, ha sido un proceso muy largo y complejo, sin subvenciones ni ayudas, muy a trompicones durante 3 años, pero nunca dejamos de trabajar y apostar por el proyecto. Y el reconocimiento en Málaga nos vino muy bien para poder seguir moviéndola en festivales como este, unido a la incorporación de Filmin como distribuidora de la película.
¿La plasmación de esa realidad cotidiana, tanto emotiva como extraña, en las imágenes fue posible gracias a la implicación de sus habitantes en el rodaje?
Sin duda, la película no se hubiese podido hacer sin toda la implicación que hubo por parte del pueblo, porque contamos con muy pocos medios, así que salimos adelante gracias a la gente que nos prestó sus casas para dormir y para rodar. Este proceso comunitario fue de las vivencias más bonitas del proyecto.
¿Cómo vivió la proyección de la película en el pueblo?
Pues fue muy especial, porque vino muchísima gente, alrededor de mil personas que venían también desde otros pueblos de alrededor. Además, la gente de Ojos negros comentaba cosas como "ese es mi mueble, esa es mi cortina o ese es mi primo", porque al final esta es una película que es del pueblo también.
¿Cómo fue la colaboración con Raül Refree, compositor de la banda sonora, con quien creó después la pieza Despoblados
El trabajo con Raül fue una maravilla y ambos estamos muy contentos. Despoblados surgió porque a ambos nos interesaba mucho la idea de la España vacía que está presente en Ojos negros, así que decidimos crear una pieza audiovisual con material de archivo de pueblos de España desde los años 60 hasta los 2000, como un homenaje o un canto a la memoria rural de esos pueblos que van desapareciendo.
¿Y hasta qué punto ha sido crucial narrar Ojos negros
Para nosotras era muy importante, porque todas las mujeres tenemos nuestro punto de vista desde niñas y siempre hemos estado rodeadas de mujeres fuertes, pero a lo largo de la historia del cine siempre hemos empatizado con puntos de vista masculinos, donde la mujer está trazada de forma superficial y estereotipada, sin explorar la realidad y los problemas femeninos. Por eso, en el cine es importante crear personajes femeninos desde la verdad, con sus contradicciones, sus inquietudes, sin estereotipos ni superficialidad.
