La cantante brasileña Dona Onete empezó tarde en la música profesional. No grabó su primer disco hasta los 73 años, Feitiço Cabocio (2012), y sería con el segundo Banzeiro (2017) el que le brindó la proyección y popularidad que, entre otros méritos, le han valido el titulo de reina del carimbó, el estilo al que se debe, y que alimenta de ritmos y danzas del Brasil y de otras latitudes. Dona Onete vino al festival Womad con su tercer disco Rebujo (2019) y una banda de músicos que llevó a la práctica, en el escenario principal, la alegria y el espíritu festivo que predica la veterana cantante.

Con Dona Onete, que asomaba después de las 22.00 horas, el viernes de Womad, con numeroso público predispuesto a dejarse conducir al baile, subía de temperatura. Y como la edad va pareja a la actitud que uno tenga hacia la vida, y la música, en este caso se revela, como motor de alegría, no dudo la brasileña en abandonar su pose sentada para marcarse unos bailes que tuvo réplica entre el público.

Abrió el show con Vem Chamegar, del disco Rebujo, del que ofrecería otras piezas como Carimbó Arrepiado, Fogo na Aldeia y Festa do Tubarao, que fue terciando con canciones de su segundo álbum Banzeiro. De éste brindó al público, que lo bailó todo con ganas, Queimoso e Tremoso, No Meio do Pitiú, Faceira, Tipiti y la que da título al disco, con la que cerró el concierto. No faltó un guiño a Feitiço Caboclo con Jamburana .

En el escenario principal, tras la fiesta brasileña y para cruzar la medianoche, llegaba Novedades Carminha, que en su repertorio tienen ese Antigua pero moderna, que tiene mucho que ver con lo que ofrece Womad, y que sonó en la recta final del concierto. Los gallegos se deben al pop y al rock, más el primero que el segundo, y pusieron otra vez a bailar al público Entre Volverte a ver y Verbena, primera y última del set, ambas de su último Ultraligero, cayeron todas los hits, de éste y anteriores como Campeones del Mundo (2016) y Juventud infinita (2014). Disimulando, Quiero verte bailar, Obsesionada o Dame Veneno, fueron de las más celebradas.

Räi y rock maloya

La madrugada terminaba en el Boulevard con una bien resuelta sesión de Sonido Tupinamba, la argentina Julia González. Pero el viernes dejó otras perlas en ese ir y venir entre los tres escenarios de esta edición, la mirada a otras geografías sonoras. A la presencia de las bandas locales en la Plaza de Canarias; Birkins y Alvaro Suite revisando a Bowie; y el timplista Althay Páez con las canciones de Sostiene Pereira, hay que reparar el argelino Sofiane Saidi que junto al combo francés Mazalda revisa las formas del räi en un ejercicio de renovación.

Temas como E l Ndjoum, título del álbum que publicaba en 2018, Bourkan o Gasbah Trinsiti, dieron cuenta de la fuerza de su discurso musical.

El Boulevard fue depositario de otra vuelta de tuerca de la tradición, con Kefaya y Elaha Sohoor. Este proyecto con un pie en Afganistán y otro en Reino Unido presentaba el disco Songs of Our Mothers, canciones populares femeninas revestidas de pasajes en el límite del free jazz y desarrollos instrumentales, de las que ofrecieron, entre otros, J ama Narenji, Arose Jane Madar o Charsi.

Un escenario en el que otra banda que gusta de la improvisación, los parisinos Trans Kabar, dieron cuenta del llamado rock maloya, la música que evoca a la esclavitud y a la Isla de la Reunión.