"Los hombres buenos dejan cosas en ti cuando se van. (...) Quizás no sirve de nada saberlo pero, si tienen cerca a su hombre bueno, disfrútenlo. La muerte está llena de odio, envidia y celos". Así culmina Mi hombre bueno, el homenaje que el escritor Carlos Zanón dedicó a Antonio Lozano (Tánger, 1956 - Las Palmas de Gran Canaria, 2019), escritor, humanista, profesor y activista sociocultural incansable, siempre con África en la mirada, la semana de su fallecimiento el pasado febrero.

Además, el mismo texto refiere que "los hombres buenos escasean por lo que es probable que a muchos se nos asigne el mismo hombre bueno". Y en esta línea convergen más de 60 personas que, adscritas a disciplinas diversas y procedentes de distintos rincones de África y Latinoamérica, así como de Canarias, España y el resto de Europa, coordenadas del vasto mapa sentimental de Lozano, se embarcan en el gran homenaje escénico Donde mueren los ríos, producido por el Teatro Pérez Galdós en colaboración con el Ayuntamiento de Agüimes y su Teatro Auditorio, donde se estrena los próximos 29 y 30 de noviembre, respectivamente.

"Una característica que definía a Antonio es que tenía más que amigos, porque no eran amigos, sino muy buenos amigos", apuntó ayer Mario Vega, director artístico del montaje. "En cada ciudad a la que hemos ido de gira en Latinoamérica y hemos mencionado que somos de Gran Canaria hay siempre alguien que ha comido un cuscús de Antonio Lozano o que ha leído una novela suya".

Junto a Vega, el músico Carlos Oramas dirige el apartado sonoro de esta adaptación teatral de la novela homónima de Lozano, que firma el dramaturgo Julio Salvatierra, y que se articula como una gran lectura dramatizada colectiva en la que escritores, narradores, intérpretes, músicos, artistas, periodistas pero, sobre todo, grandes amigos, incluyendo a sus hijos, recrean con sus voces y acordes el universo de Lozano.

Cada participante defiende en escena una reconstrucción propia de los personajes de Donde mueren los ríos, segunda novela negra de Lozano donde, a juicio de Vega, "avanza los temas que desarrollará en novelas sucesivas, como la inmigración, la esclavitud social o la corrupción". Sus cuatro protagonistas, Fatiha, Amadú, Usman y Tierno, simbolizan, tal como apuntaba el propio Lozano, "una realidad del continente africano", toda vez que en su búsqueda del sueño europeo confluyen en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria y se verán envueltos en el asesinato de una prostituta senegalesa, que revela las sombras e hipocresías de nuestro entramado social.

Toneladas de sal

Los ríos de esta trama caleidoscópica, que representa este caudal de amigos con pequeñas y grandes participaciones en escena, discurren sobre una propuesta escenográfica nutrida de tres toneladas de sal, con la colaboración de Las Salinas de Arinaga, que conforma "el lienzo sobre el que pintaremos este espectáculo", apunta Vega, "como la sal de ese mar donde mueren los ríos". Además, el ilustrador Juan Carlos Cruz, íntimo de Lozano, dibujará en tiempo real, mediante un programa de proyección en 3D, las ambientaciones y espacios escénicos que arropan el espectáculo.

Y por su parte, el apartado sonoro, más que revestir la propuesta escénica, revive el universo musical de Lozano, una de sus pasiones menos conocidas, que bascula desde la música antigua a la chanson francesa. A las composiciones originales y exclusivas de Andrés Molina y Rogelio Botanz (Taller Canario) se suma otra riada de músicos, desde Ibrahima Diabate, referente de la kora africana, al timplista Germán o la actriz y cantante Marta Viera, que recorren el imaginario sonoro y diverso de Lozano, donde desfilan influencias como Jacques Brel, Cesarea Evora o Salif Keïta, avanzó ayer Oramas. La propuesta de la adaptación teatral de Donde mueren los ríos se planteó en la fase terminal de la vida de Lozano, por lo que "decidimos transformarlo en otra cosa y convertirlo de espectáculo a espectáculo-homenaje, y en el que invitamos a los amigos de Antonio", subrayó Vega, al frente de este reencuentro con la memoria y las palabras del hombre bueno de todos.