La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista | Saúl García Crespo

"Pepín Ramírez puso el Cabildo al servicio de las ideas de César Manrique"

"Los Centros Turísticos son una maravilla artística, pero también lo son desde el punto de vista de la gestión", afirma

Saúl García en el parque José Ramírez Cerdá de Arrecife. d.r.

Usted en su libro aborda la figura del presidente del Cabildo Ramírez Cerdá, que fue el que propició el gran cambio social y económico de la isla junto a César Manrique. ¿Cómo surgió esa relación?

César y Pepín nacieron solo con nueve días de diferencia en la misma ciudad. Además, sus familias pertenecían a lo que se podría llamar la pequeña burguesía de Arrecife. Fueron juntos al colegio, al instituto y a la Guerra Civil, en el bando nacional. Otro de sus compañeros Juan Medina, contaba que ya en la guerra hablaban de lo que podrían hacer en el futuro en Lanzarote. Su primera colaboración es el parque Ramírez Cerdá a mediados de los años 50, cuando Ramírez era alcalde. Es verdad que eran dos personalidades muy distintas pero, por sus circunstancias personales, lo raro es que no hubieran sido amigos. Y lo fueron durante toda su vida.

¿Cómo llegó Pepín Ramírez a la presidencia del Cabildo de Lanzarote?

Pepín era licenciado en Derecho y delegado de Hacienda. Primero fue presidente del Casino de Arrecife, después fue alcalde durante cinco años y en 1960 piensan en él para que sea presidente, probablemente por su labor de saneamiento de la hacienda municipal, ya que el Cabildo estaba en una situación económica muy mala.

En Canarias nadie tiene dudas de que César Manrique fue el que hizo posible el gran cambio de Lanzarote, pero en su libro queda claro que sin José Ramírez hubiese sido imposible.

Para crear los Centros de Arte, Cultura y Turismo hacen falta más personas que para pintar un cuadro. Son obras en las que debe haber colaboración y que debían ser impulsadas por una institución pública. Es difícil imaginar que otro presidente hubiera puesto la Administración al servicio de César, de una idea sobre el turismo que en aquel momento era arriesgada.Puso el Cabildo al servicio de las ideas de César para transformar la isla. E incluso es difícil imaginar que César hubiera vuelto de Nueva York si no hubiera tenido la garantía de que iba a poder desarrollar esas obras gracias a que su gran amigo estaba en la presidencia del Cabildo.

¿Por qué dice usted que Pepín fue el hombre que convirtió a Manrique en César?

Para el pueblo de Lanzarote, César es César, sin apellido. Llegó a tener esa cercanía, esa identificación, precisamente por sus obras públicas, por su intervención en el paisaje, por su transformación de la Isla, y todo lo hizo con Pepín en el Cabildo. Por eso es el hombre que permitió que a Manrique le borraran el apellido.

¿Cómo se las ingenió Ramírez para buscar los fondos necesarios para la revolución que llevó a cabo en las infraestructuras de la isla?

Lo primero, con buena gestión y honradez. Fue clave la creación de Vías y Obras, una empresa pública que se llevaba las licitaciones de obras del Gobierno central de carreteras u otras infraestructuras. Con eficacia, lograban hacer las obras más baratas y el dinero que sobraba se destinaba a las obras turísticas. Así nacieron, por ejemplo, los Jameos. Lo original es que no tenían que esperar a que el Gobierno les financiase ninguna obra. Las empezaban con su propio dinero y con la dirección de César Manrique, que no cobraba, y luego el Ministerio acaba aportando dinero o conseguían créditos. Los Centros son una maravilla artística pero también lo son desde el punto de vista de la gestión.

¿Y cómo fue la planificación que llevó a cabo Ramírez Cerdá desde el Cabildo para esa transformación?

Hay un hecho importantísimo. Cuando Pepín llega al Cabildo era un secreto a voces que faltaba dinero. No existían ni siquiera los libros de contabilidad. El agujero era de un millón de pesetas y Pepín destituyó el interventor y al depositario que acabaron condenados a diez años de cárcel. Fue un escándalo para la época, del que por cierto nunca se ha escrito nada, y le afectó a sus relaciones personales porque eran personas muy conocidas e incluso cercanas a él y a sus colaboradores, pero eso permitió que las autoridades de Gran Canaria o Madrid confiaran en él y, lo más importante, que el Cabildo pudiera funcionar.

Ramírez Cerdá apenas concedió una entrevista en su vida y no daba discursos, pero fue capaz de embaucar a los ministros para que apostaran por Lanzarote. ¿Cómo lo hizo?

Era tímido y callado, al menos en público, pero era un buen anfitrión. Además era muy insistente o muy tozudo. Cada año viajaba unas dos semanas a Madrid para peregrinar por ministerios y otros organismos públicos y conseguir fondos. Y, por supuesto, tenía a César como carta de presentación y garantía de excelencia.

Según cuenta en su libro, Pepín Ramírez a pesar de ser un presidente elegido durante el franquismo no era precisamente afín al régimen

Efectivamente. Pepín era una persona pragmática. No perteneció al Movimiento y su interés por la política se centraba en mejorar las condiciones de vida de la isla en que nació. Dejó el Cabildo en 1974 y pasó una época mala, con depresión. Con la llegada de la democracia se afilió al PSOE. Su última ilusión fue la de presentarse al Senado en 1982 para intentar lograr inversiones y mejoras para Lanzarote. Consiguió el escaño pero no pudo repetir los éxitos de gestión que consiguió en el Cabildo. Pronto se dio cuenta de que el Senado no tenía una gran utilidad.

Compartir el artículo

stats