La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica 36º Festival de Música de Canarias

Beethoven, 250 años sin una arruga

Otra aportación plenamente canaria al Festival es la del Cuarteto de cuerda Ornati, responsable de conmemorar en exclusiva la eterna vigencia de un genio nacido hace 250 años, y asumir el compromiso del camerismo puro. Montar cuatro cuartetos de los diecisiete que dejó Beethoven para turnarlos en una gira-maraton por las ocho islas, implica el valor añadido del esfuerzo vocacional de cuatro solistas de la Orquesta Filarmónica y profesores de su Escuela: los violinistas Sergio y Adrián Marrero, la viola Adriana Ilieva y el violonchelista Carlos Rivero.

Las dos obras ofrecidas en el auditorio del Conservatorio Superior de Música representan dos momentos muy distanciados en la serie. En primer lugar el Op.18-4, desenfadado y juvenil, impulsivo (sin tiempo lento) y muy poroso a las modas vienesas del 1800 (30 años del compositor). El primer violín lleva la voz cantante en temas y dibujos virtuosísticos. Su iconoclastia formal quedó esculpida en la respuesta del compositor a un colega, cuando éste le advierte que se le han "colado" dos quintas paralelas, rigurosamente prohibidas entonces. "¡Pues yo las permito!", exclama Beethoven, negándose a cambiar una sola nota.

Con buen criterio, los intérpretes quisieron dejar constancia del estilo intermedio, tocando sendos movimientos de los cuartetos Op.59-2 y Op.74, antes de abordar la obra maestra del programa: el num.13, Op.130 en seis movimientos (56 años del autor, fallecido uno más tarde). En la absoluta sordera, sus últimos cuartetos no nacen de la audición del sonido sino de su invención: impresionantes diálogos de Beethoven consigo mismo, memoria y premonición de todo lo que aún quería y podía decir con un esfuerzo sobrehumano. El clima de alegría y capricho de la obra que abrió programa es en ésta pensamiento filosófico, anticipado despego de la vida, duda y recapitulación espiritual, con una melodía, la Cavatina del quinto movimiento, que puede ser la mas triste y desolada de la historia de la Musica.

Admirable ejecución de todo el programa por el Cuarteto Ornati, concentrado, identificado, tan leal a la escritura como a su propia voz. Técnicamente impecable, la ejecución dio curso a muchos de esos momentos inspirados en los que vibra emotivamente una muy notable cultura del texto.

Las ovaciones de un público que, por primera vez, vi llenar la sala del Conservatorio, ganaron como bis una polca-pizzicato de Shostakovich, exacta en los tactos y llena de su ácido humor. Estaría muy bien una futura sesión que permita escuchar en Las Palmas los otros dos cuartetos montados para la gira insular del Festival.

Compartir el artículo

stats