La reinterpretación del mapa de exploración artístico-identitario de Jack Beng-Thi, artista multidisciplinar de la isla ultraperiférica de Reunión a quien el CAAM dedicó la mayor exposición retrospectiva sobre su obra en Europa, hila la nueva muestra colectiva de Territorio CAAM. Este proyecto educativo, que cumple su vigésimo aniversario desde su creación a través del Departamento de Educación y Acción Cultural (DEAC) del CAAM, embarca a los estudiantes de la Escuela de Arte y Superior de Diseño Gran Canaria en el proceso de producción y montaje de una exposición de arte contemporáneo inspirada en una de las apuestas expositivas del centro.

Distinguido el pasado 2016 por el Museo Thyssen-Bornemisza en el marco del congreso Los museos en la educación: Repensar los museos, este proyecto creativo arranca con el diálogo artístico entre las aulas y las obras del museo para culminar con el debut expositivo del resultado artístico perpetrado por los alumnos en las salas del CAAM. La iniciativa de abrir las puertas de las salas de arte a los talentos emergentes motivó el rebautismo del proyecto de Territorio Okupado, su denominación original, a Territorio CAAM, que obedece a que "los alumnos no okupan el espacio, sino que les pertenece", tal como recordó ayer Orlando Britto, director del CAAM, junto a Pedro López, director de la Escuela.

Así, la vigésima exposición colectiva de Territorio CAAM sube hoy el telón y se escinde en tres propuestas artísticas, en correspondencia con los tres ciclos formativos de grado superior participantes -Gráfica Impresa, Fotografía y Cerámica Artística-, emplazadas en tres espacios diferenciados del edificio anexo del inmueble principal del centro. Pero la columna vertebral del conjunto expositivo radica en la recontextualización del relato crítico de Beng-Thi, que entrecruza en su itinerario artístico los fenómenos de la inmigración, el nomadismo, los sistemas de producción coloniales, las fronteras, la esclavitud y la resiliencia de la diáspora, y que los estudiantes recartografían en las coordenadas de la realidad grancanaria.

El patio central del centro exhibe la instalación El símbolo, una pieza de gran formato realizada por los estudiantes del ciclo de Gráfica Impresa, que reproduce en tres paneles el paisaje de las tomateras de La Aldea de San Nicolás revestido de símbolos aborígenes canarios. "Lo que reivindicamos es lo que Jack Beng-Thi nos inspiró, que es la opresión y la esclavitud", destacó ayer la estudiante Inma Bonilla en representación del resto de la clase.

Por su parte, los estudiantes del ciclo de Fotografía trasladan los puntos cardinales del universo de Beng-Thi al ámbito isleño en una serie de imágenes aglutinada bajo el título Círculo opresor. "En clase hicimos una lluvia de ideas que tomaba como punto de partida el concepto de sometimiento de los pueblos, desde el que establecimos tres puntos de vista: el sometido por el sistema, el que somete y el que toma medidas al respecto", expusieron los alumnos Alexander Vera y Armando Fuentes. Por tanto, este apartado arroja luz sobre fenómenos como la burbuja inmobiliaria, que espeja el abandono de varias hileras de casas en Telde, así como los sistemas de trabajo precario en una panadera grancanaria, junto a otras críticas hacia la industria del plástico o el capitalismo desbocado. Esta muestra incluye una pieza singular de Alba Sánchez, que confronta una imagen de desechos de plátanos en el suelo con un espejo situado en el techo. "Me interesó mucho la cuestión de que las piezas fueran interactivas porque en el espacio museístico las obras suelen ser observables y no tangibles, así que quise representar esa relación cíclica entre los conceptos de opresor y oprimido a través del plátano como elemento representativo de Canarias importado por parte de los colonos", señaló Sánchez.

Por último, el alumnado del ciclo de Cerámica Artística despliega la pieza más conceptual, De la piel para dentro, que exhibe una hilera de bolos de cerámica impresa en 3D, en distintos tamaños, sobre los que se proyectan paisajes variados en loop. "Nosotros nos hemos centrado en la parte emocional en torno al individuo que representa Beng-Thi, con quien nos sentíamos identificados como isleños, para hacer un recorrido por nuestro interior", expuso Julia Rivero, quien subrayó que "los bolos no están ni tratados ni esmaltados, sino desnudos, porque queríamos simbolizar ese ejercicio de desnudarse ante la vida y las circunstancias que encarna Beng-Thi, para invitar a la reflexión sobre estas cuestiones en este espacio de tiempo detenido".