¿En qué consiste el proyecto Padres y madres sin fronteras ?

Consiste en un taller de teatro que empezó en el año 2018 y que yo realizo todos los miércoles en el centro penitenciario Las Palmas I. Durante diez u once meses al año trabajamos esta fórmula que consiste en escoger un tema y trabajarlo luego con distintos ejercicios de improvisación, meditación o simplemente en entrar en nosotros y, al final, el último mes montamos la obra.

¿Por qué han escogido el tema del límite este año?

El tema, como siempre, surge un poco del grupo en la propia dinámica de los ensayos. Ellos eran internos de un módulo conflictivo y personas que llevan en prisión muchísimos años por problemas importantes. El tema ha sido elegido porque ellos decían a la directora Grazia Isoardi frases como "no conseguiré salir de aquí", o "al final me siento más seguro en la cárcel que fuera". Y ella les decía "eso eres tú que te has puesto ese límite". Y por eso hemos experimentado en la obra el tema del límite de distintas formas. En la obra aparece el límite a través del cuerpo, los límites que nos ponemos nosotros, los que nos pone la sociedad. Y también cuestiones como por qué nos gusta superar ese límite. Los chicos nos contaban los momentos en que vivieron esas experiencias por vez primera como cuando vendieron droga, hicieron un asalto, etc. Era reflexionar sobre la primera vez que pasaron el límite o la sensación simple de la culpa por haberlo pasado.

¿Y cómo surgió el texto?

De todo esto salieron pequeños textos que fue construyendo la obra. Nos peleamos durante ese trabajo y surgieron los problemas, momentos duros o bonitos. Y en la historia se intenta hacer un resumen para el público del proceso que ha seguido el grupo sobre el tema de la obra.

¿Cuál ha sido su experiencia en este tipo de trabajos?

He formado desde hace veinte años en este tipo de teatro. Grazia Isoardi empezó en el 2001, en una cárcel en el norte de Italia y hacíamos un teatro a la semana y luego, en el mes de junio, se montaba una obra de un tema que antes se había decidido. Las obras tenían bastante calidad, trabajaron directores artísticos de la RAI y se representaba en Roma en el Festival Internacional. Por eso estamos intentando formar una red con otras organizaciones internacionales. Es importante la integración. Al final de la representación de El Salto del Negro un chico lloraba y me decía "por fin alguien me aplaude por algo que he hecho bien". Solo tiene 21 años, y esto genera un cambio importante en su vida. Es cambiar cosas que podemos llevar a otro sitio.

¿Cómo recuerda la obra del año pasado ¡Papá, esta vez sí!

La del año pasado era de un padre que no había estado presente durante tres años. Era un hombre muy autoritario. Y de ahí surgió ese título. Lo que nos gustaría conseguir es como en Italia que esta obra se pudiera exhibir en cualquier lugar. Allí pueden verla 1500 personas durante una semana en la prisión. Los actores pueden salir y representarla fuera. Estamos generando esta confianza para que el día de mañana se abra más la puerta de la sociedad y que pueda acudir más público y que puedan representar en más teatros de Las Palmas. Llevarla a un Cuyás, Galdós o Guiniguada para que puedan verlo sus familiares porque ahora no están autorizados a verla. Y hay mucha gente que le gustaría verla para luego tratar temas importantes de cara a la sociedad. Todo esto es muy terapéutico y la cultura que pueden unificar alas personas en un gran diálogo.

¿Cómo fue el trabajo de construcción del desarrollo de la obra con los actores?

Este años acudieron en un principio 53 reclusos. Algunos se marcharon porque no aguantaban el tipo de teatro que hacemos porque es el teatro de la verdad, de todos somos iguales. Al final vimos que había personas que no lo aceptaban porque querían mantener la jerarquía del patio. Y poco después pasamos a 15 y, finalmente a diez, porque algunos no paraban de discutir y no estaba de acuerdo en nada. Los trajes que llevaban los chicos los pagó un expreso. A la directora le pagamos el hotel y los cursos de formación, pero no recibimos financiación directa, por lo que es un esfuerzo de inversión de las personas que creen en esto.

¿Y usted cómo definiría este tipo de representaciones?

Yo creo que es básicamente teatro social, que se diferencia del clásico en que busca la verdad de una persona, vivir en este momento presente e intentar un tono filosófico ya que hay mucha reflexión final. Las reacciones fueron un poco crudas porque los actores declamaban que "nosotros vamos más allá de los límites y ustedes que están fuera nos encierran aquí dentro". Ellos no querían un final buenista porque eran historias de personas que ya desde pequeños habían ido al límite.

¿Qué tipo de reclusos eran?

La mayoría estaban por tráfico de droga, agresiones, peleas, muchos hurtos, violencia de género. El taller de teatro está abierto todos los miércoles sin un límite y cualquiera puede acudir. No preguntamos ni el delito. Promocionamos distintos módulos, aunque hay algunos a los que no se pueden acceder por la propia peligrosidad que tienen.