La literatura universal no derriba siempre las fronteras más elementales, que son aquellas relacionadas con la accesibilidad y la integración total de todas las capas sociales en la esfera cultural. Por esta razón, el fomento de ediciones y encuentros de lectura en braille no solo acerca la literatura a las personas con discapacidad visual sino que, además, abre los ojos a quienes no se enfrentan de manera cotidiana a estas barreras "en un ejercicio constante de superación diaria".

Así lo destacó ayer la escritora grancanaria Elizabeth López Caballero, que también es maestra de Educación Especial y cuyas novelas Las caricias que no me diste (Multiverso, 2017) y La niña de la luna (Mercurio Editorial, 2018) han sido transcritas al sistema braille a iniciativa del Club Braille de la ONCE en Las Palmas.

La Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas de Gran Canaria acogió ayer por la tarde una lectura abierta al público y capitaneada por la escritora, pero donde los protagonistas fueron los lectores que integran el club y que leyeron en voz alta distintos fragmentos de Las caricias que no me diste, seleccionados por la autora. Además, la lectura estuvo arropada por las melodías del trompetista César Martel, quien interpretó en directo distintas piezas musicales inspiradas en cada uno de los pasajes literarios.

"Para una maestra ede Educación Especial, este es uno de los regalos más bonitos que podrían hacerme", declaró ayer Elizabeth López. "Esta iniciativa no solo permite que la literatura pueda llegar al mayor número de personas posible, sino que el hecho de traerlos a ellos a una presentación donde fuesen los protagonistas me parecía una verdadera forma de hacer inclusiva la lectura y la educación".

La escritora realizó una selección de textos que sirviera de introducción de los distintos personajes y de la columna vertebral de la novela, toda vez que el repertorio de Martel se basaba en piezas inspiradas en la temática concreta de cada fragmento. Durante el encuentro, un total de seis personas con discapacidad visual y de distintas edades leyó pasajes de Las caricias que no me diste, que entrecruza a su vez distintas historias de superación personal con pinceladas de erotismo e intimismo.

" Las caricias que no me diste es un libro al que le tengo mucho cariño porque habla de la historia de muchas mujeres valientes", apuntó la escritora. Sin embargo, López hizo hincapié en la lección diaria que comportó para ella, como maestra y escritora, la experiencia con el Club de Braille. "Lo primero que te enseñan las personas con discapacidad visual es la virtud de la resiliencia y la superación diaria", declaró.

"Nosotros nos quejamos a menudo por cualquier tontería, como yo, que me he roto un pie recientemente y veo obstáculos en todos sitios", manifestó. "Y cuando pasas tiempo con ellos te das cuenta de que los obstáculos están en la mente; sí es verdad que hay muchas barreras arquitectónicas y mucho que trabajar para que la sociedad sea inclusiva, pero lo que ellos me han enseñado es la fortaleza y la humildad".