La Provincia - Diario de Las Palmas

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Armando Ravelo encara su primer 'largo'

Tras una década testándose con notable repercusión en el cortometraje y el teatro, el cineasta grancanario afronta el proyecto de su primera película: 'Ancestro'

Fotograma de 'La cueva de las mujeres'. LP / DLP

Son tres historias en tres épocas diferentes con los mismos personajes. Un arqueólogo, un represaliado del franquismo y un guerrero aborigen. Tres víctimas de la apisonadora de la Historia, perdedores a los que se reivindica para sacar su historia -que simboliza la historia de su pueblo- del olvido. Para el cineasta grancanario Armando Ravelo (Telde, 1982), la historia de Canarias está metida en un bucle del que debe salir. Es la razón de ser de su Proyecto Bentejuí, que creó tras dirigir su primer trabajo en cine, el cortometraje Ansite (2011).

Para financiar el que quiere que sea su primer largometraje, Ancestro, Ravelo no piensa apoyarse en las ayudas públicas como base. "Contamos con aportaciones propias, de mi propia empresa y la productora Las Hormigas Negras, que nos están apoyando y dando mucha seguridad. Además, esperamos más financiación privada. A las ayudas públicas nos presentaremos, pero no nos hacemos muchas ilusiones de poder obtenerlas", afirma con resignación.

En esta década de carrera, el teldense se ha hecho consciente de que la financiación es el lugar donde los proyectos de cine continúan adelante o se caen. "Estuve tres años tratando de sacar adelante otro largometraje, confiando en gente en la que no debía confiar, fue un desastre absoluto. Como decía Orson Welles, el escritor necesita una pluma, el pintor un pincel y el cineasta un ejército. Todos los más grandes han pasado por ahí. No poder hacer cine por dinero genera frustración. Por eso, los cortometrajes han sido la forma de, al menos, poder hacer algo con los pocos medios disponibles".

Nos citamos en la cafetería del Casino de Telde, en el Rincón Plácido Fleitas, en el barrio de San Juan. Acude con su productor y colaborador en el Proyecto Bentejuí, Pedro Pérez (Las Palmas de Gran Canaria, 1991), que se sumó al equipo desde que vio hace siete años el primer corto de Ravelo, Ansite, y "sentir que nuestras sensibilidades se vieron de alguna forma atraídas. Con Ansite descubrí que aquí hay voces que se pueden expresar, era un salto cualitativo en el cine de Canarias, tanto por la forma como al despliegue que mostraba". Para Armando Ravelo, Ansite, que narra los últimos momentos de la Conquista de Gran Canaria, estaba concebido como "una prueba para presentarla a productores. Fue una experiencia complicada y dura, con un equipo que habíamos formado de la nada, pero no nos dio mal resultado".

En el año 2010, Armando Ravelo acababa de volver de la Península, donde había empezado a hacer sus pinitos en el mundillo audiovisual. "Siempre quise hacer cine y me encantaba la historia canaria, especialmente la prehispánica. El audiovisual me gustaba desde pequeño, pero como algo que llevaba a cabo de forma privada, sin ninguna pretensión. Sí soñaba de pequeño con ser director, hacia cortos con mi hermano y mis primos, cobraba entradas? Pero estudiarlo en Madrid escapaba a mis posibilidades".

Les pregunto a los dos por sus directores de referencia: "Akira Kurosawa", responde el teldense. "Tiene una visión muy profunda, artística, sensible, que llega a la gente. No es críptico y tiene una mirada local que apunta a universal. Resume todo lo que a mí me gustaría llegar a hacer algún día". Por su parte, Pedro Pérez afirma sentir predilección por "las miradas que aportan algo nuevo, las notas discordantes en la partitura. Carlos Vermut me parece muy interesante de los directores que han salido en los últimos tiempos. Carlo Padial también me interesa, por ser alguien que ha empezado de forma muy independiente, desde YouTube. Muchas de las cosas que hoy se ven en el programa La resistencia ya se veían en el late night loco que Padial hacía antes".

Cuando Armando Ravelo empezó en el cine pensó que iba a poder rodar un largometraje fácilmente. "En el camino de lo que más aprende es de los errores. Y como cometí muchos, aprendí mucho. En Ansite participaron unas 150 personas, cualquier productor hubiera dicho que era inviable. Mi alta capacidad de persuasión hizo que pudiera ir convenciéndolos uno a uno. Y, claro, fui responsable del 90 % de los errores, se perdió mucho dinero e hice muchas cosas que hoy no haría. De hecho, lo que hemos ido haciendo es reducir el personal en cada una de nuestras producciones. En Mah (2013), éramos 50; en La cueva de las mujeres (2018), 36, y, en este último, Los ojos de la tierra (2019), 14. Y creo que cada vez lo hemos hecho un poco mejor, cinematográficamente hablando. Es un cine posible, coherente con la realidad de que hay poco dinero, poco medios y gente inexperta. Mejor un equipo manejable que copiar formas foráneas".

Mosaico

El Proyecto Bentejuí nació para "crear un sello que nos represente", afirma Ravelo. "Me gusta que la gente lo vaya viendo con un mosaico que se va construyendo poco a poco. Que, a lo mejor, el día de mañana le encuentre un sentido como obra conjunta. Pero la etapa de los cortos la considero de aprendizaje, como un prólogo. El proyecto empezará de verdad cuando empecemos con los largometrajes". Bentejuí es un proyecto multiplataforma. Incluye proyectos educativos en colegios, una novela ( Doramas bajo los pies de nadie, 2019), escrita por el propio Ravelo; dos obras de teatro, La tribu de las siete islas (2016) y Ancestro (2016), también escrita y dirigida por el teldense; y dos documentales realizados por Pedro Pérez, Juntas (2018), sobre la brujería en Canarias, e Islas de esclavos (2019), sobre la esclavitud en Canarias.

El Proyecto Bentejuí busca "crear ficción sobre las islas", reflexiona Ravelo. "No es rescatar la historia en sí, sino el espíritu de la historia. Porque esta siempre se ha contado desde la perspectiva de los reyes, los conquistadores, los emperadores, pero el pueblo es el verdadero héroe, es el que más sufre y donde surgen las historias más tremendas. En Canarias se da el caso que se han contado si no pocas, casi ninguna historia del pueblo, hemos sido muy ignorados. De ahí la necesidad de elucubrar, ficcionar, sobre cómo pudieron haber sido esas vidas. La gente me dice que esas cosas que se cuentan en mis películas no pasaron y yo les respondo que es verdad, pero podrían haber pasado, porque es rescatar historias de vidas de gente que pudo haber existido".

Pedro Pérez añade que, para él, "el Proyecto Bentejuí nos recuerda quienes somos. Hay una película de Terence Malick que se titula Knight of Cups (2015) sobre el hijo de un rey egipcio que va en búsqueda de su padre para coger la corona, pero, en el camino, bebe una poción olvidándose de lo que iba a buscar. En Canarias seguimos en búsqueda de esa corona. Algunos han bebido de ese elixir y han perdido la noción de su camino. El Proyecto Bentejuí lo que hace es contrarrestar ese efecto, como un antídoto", asegura.

Sin apoyos

Resulta llamativo que Ravelo, a pesar de los méritos de su trabajo, sea un outsider en el cine de su propia tierra. No es el único caso. La subordinación de las administraciones públicas locales a asociaciones que se han arrogado la completa representatividad del sector, maltratando a todo aquel que no comulgue con su dogma, ha provocado el desastre. Es altamente significativo que el Festival de cine de Las Palmas no haya seleccionado nunca ninguna de las películas de Ravelo ni siquiera para su sección de Canarias.

Sobre esta cuestión, Ravelo opina que "cuando veo sensaciones de envidia entre cineastas locales, siempre pienso que yo envidio a David Fincher o a Christopher Nolan, es con lo que me comparo, y lo que envidio son sus medios. Mientras tanto, intento crear con mi trabajo la sensación de ser una incipiente industria, de generar contenidos que en Canarias se consuman, igual que hay un teatro canario que se consume. Cine hecho en Canarias pensando en Canarias. Si se puede ir fuera mejor, pero creo que parte del complejo está en pensar que el éxito es siempre estrenar fuera, o tener un reconocimiento fuera. Cuando el reconocimiento primero que puede tener un pueblo es en su propio lugar, y de ahí al mundo".

Para Ravelo, "en las Islas debe crearse conciencia de consumo de cultura canaria real, no de algo que se mete en vitrinas y se exhibe de vez en cuando como una obra exótica, como si fuéramos desgraciados. Los cineastas canarios tenemos que reivindicarnos y pensar en cómo dignificarnos". Pongo sobre el tapete la precariedad del sector audiovisual en las Islas y el abismal desequilibrio que padece el sector en la isla de Gran Canaria. "Me cuesta mucho hablar de cine canario como grupo, lo veo deslavazado, una base informe, no veo corrientes, solo afinidades personales", explica. "No podría ni analizarlo, sé que hay gente haciendo cosas, algunos me interesan mucho, pero es algo muy puntual. Pese a que hay ciertas asociaciones, personalmente no empatizo mucho con ciertas corrientes".

"Para mí el cine canario", finaliza, "es el que se produce desde aquí. Ni es el del cineasta que se ha ido a Madrid o Hollywood y ahí está haciendo sus películas, ni tampoco el que viene atraído por nuestros incentivos fiscales, porque las películas se conciben y financian fuera de aquí. El cine canario es el de la gente que está matando para hacer cine aquí y para que se desarrolle no pido más que lo que hay en otros lugares donde se pagan los mismos impuestos que aquí", explica. "¿Por qué Cataluña, Galicia, Andalucía, por ejemplo, tienen unos institutos de cine y unos paraguas y viveros de creadores inmensos, y nosotros aquí no tenemos nada de eso?"

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