¿Querría hacer una breve introducción de su libro?

El libro trata de la arquitectura de la Casa del Niño, obra de Miguel Martín-Fernández de la Torre, construida entre 1938 y 1944, que es de estilo racionalista y, precisamente, eso es lo que sorprende del edificio, porque ese estilo de arquitectura no se hace en España después de la Guerra Civil. Al contrario, se rechaza.

¿Por qué eligió como título El orfanato azul ?

Porque el color de la Falange era el azul y me pareció interesante ponerle este título porque la Casa del Niño fue una idea promovida por el gobernador civil y, finalmente, los que llevaban el orfanato estaban relacionados de una manera u otra con la Falange, bien siendo el Frente de Juventudes, el Auxilio Social...

¿Por qué eligió este tema para su obra?

Llevo varios años investigando y analizando la obra de Miguel Martín, uno de los arquitectos racionalistas más importantes de España, pero que, por alguna razón, nunca se le ha estudiado. La Casa del Niño es, por su tamaño, una de sus obras racionalistas más importantes y las autoridades estaban planeando qué podían hacer con las instalaciones, para restaurarlas y reutilizarlas... Me pareció interesante.

Para usted, ¿qué tiene de particular este lugar?

Que retoma todo el conocimiento arquitectónico promovido por el movimiento moderno internacional, sobre todo a nivel de luz y de espacios saludables. Con la idea de que tuviera espacios luminosos, saludables y funcionales y que aportaran una calidad de vida que no había en las arquitecturas anteriores.

Dice que hay muy pocos edificios de este estilo en España, ¿por qué cree que eligieron Las Palmas de Gran Canaria para construir un edificio así?

Porque formaba parte del proyecto del nuevo gobernador civil, un falangista que quería construir un orfanato para los niños que se habían quedado huérfanos. Se pone en contacto con Miguel Martín y, esto ya es cosa mía, decide hacer algo más grande, a escala provincial, para empezar a construir una nueva España, inspirados en las ideas fascistas italianas. Además, como en 1938 aun había Guerra Civil y no se había establecido a nivel nacional ningún lenguaje común, parece que aplicar esta arquitectura racionalista podría ser el camino a seguir a partir de entonces, cosa que luego no ocurre y, por eso, no hay otros edificios ni parecidos.

En 2017, el Gobierno de Canarias declaró la Casa del Niño Bien de Interés Cultural, ¿está de acuerdo?

Sí, por supuesto, pero no es suficiente porque en estos tres años no ha ocurrido nada y el edificio se está cayendo. Está en ruinas, aunque ha sido redecorado por grafiteros que han reconocido el valor que tiene el edificio, porque no son grafitis sin más, sino que tienen una idea interesante y moderna. Y yo creo que eso no ocurriría en un sitio que no tuviese un valor por sí mismo. Es un sitio que sigue inspirando algo diferente.

En obras anteriores aborda la figura y, sobre todo, la obra de Miguel Martín-Fernández de la Torre, ¿qué admira de su arquitectura?

Es un auténtico pionero de la arquitectura racionalista en toda España. Mientras más te acercas a su arquitectura racionalista, más te das cuenta de que son cosas excepcionales en esa época, a final de los años 20, y la tenemos aquí en Las Palmas, que no se ha apreciado ni se ha valorado, en mi opinión. Eso es lo interesante, que interpreta el movimiento moderno internacional, lo hace suyo y lo convierte en algo funcional para Canarias.

¿Considera que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria es un referente del racionalismo?

Sí, un referente del racionalismo español, que no está reconocido.

Además del libro, presenta una exposición con las fotografías que tomó para su obra, ¿qué pretende transmitir con ellas?

Tuve la oportunidad de verlo con tranquilidad y quise transmitir que, a pesar de estar en ruina, sigue siendo un edificio con un concepto moderno, amplio, luminoso e, incluso, ecológico. Además, me gustaron mucho los grafitis, me pareció que era una forma interesante de mantener vivo el sitio.

De este lugar también se cuentan leyendas urbanas que han llegado, incluso, a salir en programas de misterio de gran audiencia, ¿qué puede decir sobre ello? ¿Cómo fue su experiencia?

Conozco esas historias, pero yo no sentí nada extraño. Me sorprendí yo misma, pero no transmite ninguna sensación negativa, todo lo contrario. Los niños que han pasado ahí su infancia a lo mejor tienen otra percepción, pero yo los dos días que fui no puedo decir nada malo al respecto.

¿A quién recomendaría el libro?

A todo el mundo, no solo a los entendidos en arquitectura. Combina conceptos arquitectónicos con una fuerte vinculación histórica de lo que ocurrió entre 1938 y 1944 en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y eso puede resultar interesante a la gente. Los niños que estuvieron ahí, a lo mejor echarán en falta algo de lo que pasó después, pero eso merece una investigación más profunda.