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"El lenguaje nos hace libres y a la vez nos aprisiona"

Mario Martín Gijón. LA PROVINCIA/DLP

¿Escribe Mario Martín Gijón para habitar el desarraigo o para conjurarlo?

En los casos tanto de la narrativa como del ensayo, sin duda tuvo que ver mi experiencia de la emigración temporal, unos siete años en total viviendo en distintos países extranjeros (Francia, Reino Unido, Alemania, República Checa), durante los cuales pude conocer a muchas personas en situaciones de tránsito o identidades mixtas, ello se refleja tanto en los personajes de mis relatos como en los autores exiliados que intenté poner en valor. En el caso de la poesía, no lo tengo tan claro, pues emprendí mi camino más diferencial, por así decirlo, de vuelta en España, pero quizás sin esa experiencia no hubiera sido posible retomar mi lengua de ese modo. Como dije en otra ocasión, experimenté como una mutación (espero que benigna) del lenguaje, y creo que en ese desquiciamiento que mencionas, y que pone en una encrucijada al lector, hay una manera de habitar el desarraigo, quizás para mí la única posible. En realidad, nunca me he sentido identificado plenamente con ningún territorio y, aunque mi intención es seguir, por muchos años, viviendo en Extremadura, mantengo una relación de amor-odio, de despechos y reconciliaciones con esta tierra que, dejando al margen vínculos familiares, considero única y, por su situación periférica, en parte comparable con la de Canarias, especialmente propicia para la escritura.

Precisamente en tu último ensayo, 'Voces de Extremadura. El camino de Paul Celan hacia su Shibboleth español', indagas la influencia que Extremadura tiene en la obra de Celan, aunque el poeta judío no pisó nunca España.

El título del ensayo parte de los famosos versos ("Ven, / yo te llevaré lejos / a las voces / de Extremadura") con los que termina "Shibboleth", uno de los poemas más célebres de Celan y que trata, como su nombre indica, de un "shibboleth" o marca de reconocimiento entre afines. Para Paul Celan, originario de la periferia oriental de Europa (la región de la Bukovina, actualmente en Ucrania) Extremadura era un lugar legendario (precisamente también porque nunca lo pisó, se negó a visitar España mientras durase la dictadura de Franco) y a la vez un lugar de resistencia, pues la primera vez que oyó hablar de ella fue a propósito de la represión franquista y la tristemente célebre matanza de Badajoz, en 1936. Por cierto que fue la primera y única vez que Celan se comprometió personalmente por una causa política, recogiendo donaciones para los combatientes republicanos.

¿Desde qué poética escribe Mario Martín Gijón? Su poesía parece imantada por una fuerza deconstructiva, que afecta al verso, pero también a cada sus palabras. Sin embargo, Méndez Rubio, en el prólogo de ' Des en canto' declara que tu "men(es)ter poético se concibe aquí como un acto de amor".

Como tú también eres poeta, sabes bien que la poética la elucidamos siempre a posteriori, y que tiene algo de justificación de algo que se hizo sin saber muy bien cómo, en una suerte de trance. Creo que no son contradictorias tu interpretación y la de Méndez Rubio: mi poesía, en efecto parte de un cuestionamiento radical del lenguaje. El lenguaje nos hace libres y a la vez nos aprisiona. La linealidad de la sintaxis nos conduce hasta un fin con la misma impiedad con la que el tiempo nos empuja hacia la muerte. Al menos en la escritura, quebremos esa linealidad y juguemos a que sea posible seguir varios caminos al mismo tiempo, sentir sentimientos contradictorios, ser las distintas personas que hay dentro de cada uno de nosotros. Y por otra, ese dejar varios caminos abiertos creo que permite al lector una mayor libertad de identificación que otros tipos de poesía. El propio Méndez Rubio define en otro momento mi poesía como "un acto de entrega", seguramente sea una formulación más exacta.

En su narrativa, sin embargo, el uso del lenguaje parece estar menos orientado a la experimentación. Se trata de relatos de una gran agilidad expositiva, en la que los acontecimientos se desencadenan ante la mirada asombrada del lector, aunque no se renuncie a la superposición de puntos de vista, como sucede en 'Ut pictura poiesis' o en 'Inconvenientes del turismo en Praga'. ¿Cambias el bolígrafo de mano cuando escribes un poema y cuando escribes un relato?

Sí que cambio el bolígrafo y la disposición mental. En la ficción, lo fascinante es la posibilidad de ser otro, desde un fontanero de origen turco a un jubilado británico, desde un ingeniero forestal alemán en Extremadura a una devota ama de casa polaca. Y me interesa, en efecto, la yuxtaposición de distintos puntos de vista. Casi siempre prefiero, por ello, narrar desde la primera persona, tengo algo de reticencia hacia la perspectiva omnisciente. En cambio cuando escribo un poema excavo en mí mismo, en mis sentimientos y contradicciones. Por eso, porque personalmente identifico la narración con la ficción, tengo también mis reparos hacia el auge de la "novela sin ficción" donde el escritor habla de sí mismo y no trae al mundo a ningún ente inventado. Para eso ya están los diarios, y las autobiografías.

Su obra ensayística se ha centrado en la literatura del exilio republicano, poniendo en valor a escritores casi olvidados como José Herrera Petere y Máximo José Kahn. ¿Qué motivos te han llevado a elegir estos temas en su trabajo?

Estudiar la obra de Herrera Petere me hizo cobrar conciencia de lo desconocida que era buena parte de la literatura de los exiliados, relegada a un cajón marginal cuando, en realidad, fue la inmensa mayoría de escritores la que se exilió. En general, buena parte de la literatura escrita durante el franquismo se me hacía demasiado castiza y como con olor a cerrado, y la del exilio, al menos, se escribió en libertad, y entrando en contacto con autores desconocidos aquí. Petere se integró en el grupo suizo Jeune Poésie, Kahn publicó en la revista Sur de Victoria Ocampo. Hay una escena muy ilustrativa de La gallina ciega, de Max Aub, cuando este muestra su descorazonamiento por la ignorancia de lenguas extranjeras por parte de Camilo José Cela. Lo que habría que hacer, de todas formas, es dejar de estudiar la literatura del exilio como una parcela aparte, sino crear un nuevo canon en el cual se leyeran a la vez Campo cerrado, de Aub y Nada, de Carmen Laforet, La familia de Pascual Duarte, de Cela, y Crónica del alba, de Sender.

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