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El secreto de las grandes precursoras

Grandes autoras del cómic contemporáneo recrean la vida de artistas que con su vida y obra se adelantaron muchos años al feminismo

Portada de 'Tamara de Lempicka'. LP/DLP

Isabel Greenberg es una especialista en establecer juegos de complicidad con el lector. Una autora prodigiosa a la hora de crear obras en las que realidad y fantasía se fusionen de manera desconcertante. Después de publicar dos auténticos títulos de cabecera en este sentido como fueron La enciclopedia de la tierra temprana y Las noches de Hero, la autora británica lleva las ideas de estos dos trabajos a cotas insospechadas en La ciudad de cristal (Impedimenta). Basada parcialmente en las biografías de las hermanas Charlotte, Emyly y Anne Brönte y con la presencia también ineludible del único varón de la familia Branwell, la historia se centra en los años vividos por las celebres escritoras en la casa parroquial de Haworth tras enterrar a las otras dos hermanas Lizzie y Marie. Las novelistas, cansadas de una realidad que les disgusta, deciden crear su mundo propio llamado como el título del libro en el que salen y entran continuamente. Aquí el fanático de estas formidables escritoras decimonónicas británicas disfrutará apasionadamente de esta lectura ya que por sus páginas aparecen los personajes más emblemáticos de todas sus obras en una trama que transcurre de forma ágil a modo de novela victoriana en unos momentos y de cuento de hadas en otros. Las tres hermanas que, firmaban bajo el pseudónimo de Bell para lograr que su obra fuese publicada, mostraban en sus novelas una imaginación que aún hoy deja en ridículo a sagas tan en boga como Juego de tronos y similares. Pero es que todas ellas actuaban en su vida diaria con mayor determinación y seguridad en si mismas que cualquier feminista de hoy en día, un aspecto que se puede entrever en los pocos momentos en los que la historia abandona la realidad paralela para transcurrir en el mundo real. Por último, resulta imprescindible subrayar la seguridad de Greenberg como ilustradora con su trazo de líneas precisas y seguras con cierta influencia de David B o Marjane Satrapi a modo de evolución descomunal en su estilo. La dibujante inglesa aparca un poco el minimalismo de los títulos precedentes incluyendo además un mayor uso de colores vivos y resueltos.

La pintora Tamara de Lempicka sigue encarnando el prototipo de artista visionaria, un ejemplo de fidelidad a unas ideas, y otra precursora del feminismo. Asociada con el movimiento art-deco y madre espiritual de los artistas figurativos del siglo XX, sus obras son reconocibles a primera vista por su fuerte personalidad en la mezcla ideas contrapuestas con una facilidad pasmosa. Su estilo, en el que aparecen formas angulares con voluptuosas, o técnicas clásicas con renovadoras, influyó a estilos posteriores como el pop art y el cómic expresionista. Pero la artista polaca también llevó una vida en la que continuamente alteraba todos los cánones establecidos en una mujer de la época. Pues bien, partiendo de un guión de Virginie Greiner, la ilustradora Daphne Collignon realiza un repaso por su biografía en Tamara de Lempicka (Planeta) utilizando de forma prodigiosas su misma técnica pictórica en todas y cada una de sus viñetas. Algo que ya había hecho anteriormente genios del calibre de Milo Manara con Caravaggio, Gradimir Smudja con Tolouse-Lautrec o Typex con Rembrandt. Desde sus inicios artísticos en París, en cuyas primeras páginas la protagonista no tiene problemas en exhibir un ambiguo lesbianismo, vemos su total compromiso con el estilo Garconne, ya que su manera de reivindicar los derechos de la mujer y la igualdad de género partía de adoptar una figura andrógina, revelándose contra los conceptos tradicionales de la feminidad. Destacar, por supuesto, el estilo de Collignon que, aunque utilice una paleta de tres colores únicamente, sus contornos parecen inspirados en una de las obras más célebres de la autora de los años 20, como fue Retrato de cuerpo entero, donde conviven dos fuerzas estéticas contrarias y complementarias como es la pose serena y grácil de una figura renacentista representada por una mujer sosteniendo una mandolina, y los tiempos modernos en los edificios y el entorno.

Una de las obras más audaces publicadas los últimos meses es la última obra de la veterana dibujante británica Posy Simmond. En Casandra Darke (Salamandra), la autora de Cookham recrea la historia de una marchante de arte de una galería en el corazón de Londres en una historia que comienza como una crítica de las costumbres sociales, incluyendo un velado análisis de los avances sociales de la mujer. La manera poco ortodoxa de llevar el negocio de la protagonista conlleva continuos problemas legales que solventa de forma eficiente, hasta que su suerte se tuerce completamente, y la obra deriva por los cauces del thriller. Lo más importante es cómo la autora de Gemma Bovery aplica un tipo de técnica que en donde la novela y el cómic se entrecruzan continuamente. Su estilo, de aroma totalmente anglosajón, trae a la memoria al Alicia in Sutherland de Brian Talbot, aunque con un cierto aroma de línea clara.

En otro ámbito distinto, Javier Sáez-Castán (Premio Nacional de Ilustración de 2016) y Manuel Marsol son los autores de una obra revelación que representa el cómic en toda su esencia. Mvsevm (Fulgencio Pimentel) se reconcilia con la esencia del noveno arte al recrear una historia repleta de todo tipo de lecturas sin un solo diálogo en su interior. Con un estilo inspirado en los cuadros Edward Hopper, es el propio pintor estadounidense el protagonista de esta historia en la que, como si de una pesadilla angustiosa se tratara, tiene que interactuar con sus propias recreaciones. Y no hay que olvidar que el artista nacido en Nyack, que reflejaba en la soledad en la que vivía la sociedad estadounidense' fue el precursor del expresionismo abstracto tras la II Guerra Mundial. La visita está repleta de guiños a la obra del autor de La autómata con un desenlace que dejará perplejo hasta a los lectores más audaces.

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