Hace poco más de seis meses, el tenor español Plácido Domingo (1941) era el "legendario", el "superstar", el "operaholic", el que colgaba el cartel de "sold out" en todo EE.UU, pero las acusaciones de acoso sexual y abuso de poder allí han "oxidado" para siempre una sólida carrera de 61 años.

"If I rest, I rust" (si me paro, me oxido) es el lema desde hace muchos años del artista, una de las mayores voces dramáticas de tenor de todos los tiempos, el mejor "otelo" de la segunda mitad del siglo XX y poseedor del récord de 4.000 representaciones, al que llegó el pasado mes de abril.

Pero el 13 de agosto el "oxidante", en forma de nueve testimonios de mujeres a una agencia de noticias en los que denunciaban que en los años 80 habían sufrido acoso por su parte, empezó a aherrumbrar el brillo de una carrera a la que se ha dedicado con tanta pasión que para él se acuñó el adjetivo "operaholic".

Ocho cantantes y una bailarina, todas de forma anónima excepto una, declararon a la agencia AP que Domingo las sometió a acoso sexual, a lo que el tenor respondía entonces que "siempre" creyó que sus relaciones eran "consensuadas y bienvenidas".

Hoy ha asegurado en un comunicado que acepta "toda la responsabilidad" de sus acciones y pide perdón "por el dolor causado", una declaración a la que ha seguido poco después el resultado de la investigación del sindicato de artistas musicales de EE.UU (AGMA) en el que "confirman" las acusaciones.

Su "comportamiento inapropiado", con "coqueteos e insinuaciones sexuales dentro y fuera del trabajo", según AGMA, fue un hecho "probado" para los teatros de Estados Unidos desde el mismo 13 de agosto, cuando empezaron en cadena las anulaciones de sus conciertos a pesar de que ninguno de los casos -a los que se sumaron otros once el 5 de septiembre- ha sido llevado a los tribunales hasta ahora.

Domingo, que ha interpretado más papeles que ningún otro tenor de la historia, 151, fue director musical y luego director general de la Ópera de Washington (1996-2011) y también de la Ópera de Los Ángeles desde 2003, un cargo del que dimitió el 2 de octubre para no hacer daño a la institución que él fundó y que tiene aún abierta la investigación que realiza sobre su comportamiento allí.

Ya antes había anunciado que tampoco cantaría de nuevo en el MET de Nueva York, justamente el teatro del que más apoyo había obtenido hasta entonces pero en el que varios trabajadores se habían enfrentado con él cuando ensayaba "Macbeth".

La "ruptura" estaba precedida de las cancelaciones de sus actuaciones en teatros americanos como la Ópera de San Francisco, la de Dallas y la Orquesta de Filadelfia, que hicieron hincapié en que su comportamiento no era aceptable ni en los 90 ni en la era del #metoo.

Que Europa iba a tener una actitud diferente con él lo dejó claro su actuación en el Festival de Salzburgo, el 25 de agosto, donde fue aclamado, lo mismo que en la Ópera de Zurich, el Palau de les Arts de Valencia, la Scala de Milán o la Staatsoper de Berlín.

El cantante, que ha vendido más de 100 millones de álbumes, premiados con varios Grammy y Grammy Latino, tiene previsto en mayo cantar "La Traviata" en el Real, dar un concierto en la Zarzuela y otro más en el Festival de Úbeda.

El hombre al que más han aplaudido en la historia, 81 minutos al concluir "Otelo" en la Ópera de Viena en 1991, siempre ha dicho que mientras "esté bien" y "el público llene los teatros", seguirá cantando.

La Staatsoper de Hamburgo, el KKL Luzern de Lucerna, el Palacio de la República de Minsk, el Teatro Bolshoi, la Staatsoper de Viena o la Arena de Verona son los otros escenarios que los que está programado para los próximos meses.

El tenor-barítono -su voz ha ido cambiando según ha ido cumpliendo años- es además director de orquesta, creador en 1993 del concurso de nuevos talentos del canto Operalia y poseedor de varios doctorados honoris causa.

Este zarzuelero, "españolísimo", muy religioso y forofo del Real Madrid, que superó un cáncer de colon en 2010 y una embolia pulmonar en 2013, fue uno de los tres tenores, junto a Luciano Pavarotti y José Carreras.

Se casó en 1957, es decir, con 16 años, con la pianista mexicana Ana María Guerra Cué, con la que tuvo a su primer hijo, José, y con 21 años con la que es su mujer desde entonces, la mexicana Marta Ornelas, madre de Plácido y Álvaro.