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Entrevista | Tatiana Hernández

"El Premio Ricardo Franco es para todos los figurinistas"

"Con la explosión de contenidos que vivimos, Canarias debería poder promover una industria local", afirma

La tinerfeña Tatiana Hernández, días atrás en su domicilio en Madrid. LOF/JORGE ROPERO

¿Cómo estás viviendo esto del coronavirus, con varios casos en Tenerife?

Con distancia, no estoy muy alarmada. Hay que reducir toda la información que llega y tomar las precauciones necesarias según las fuentes oficiales. Todos los años hay gripe y yo no tengo previsto morirme de la gripe.

Según su perfil en el portal de cine IMDB, ha completado recientemente su primera película internacional.

Es falso, no sé por qué lleva esa película unos cinco años ahí. Incluso gente que ha trabajado en ella me ha llamado de Estados Unidos por si sabía cuando se iba a estrenar. Menos eso, mi perfil en IMDB está bien actualizado, solo falta la serie que acabo de terminar hace un mes, Dime quién soy, producida por DLO para Movistar+.

Tampoco sería su primera película internacional. Ya estuvo en Intruders (Juan Carlos Fresnadillo, 2011).

No sé muy bien cómo se define eso de "películas internacionales", he trabajado con Andrucha Waddinton y Xavier Gens, brasileño y francés. En La piel fría (2017), menos la actriz Aura Garrido, todo el elenco era de fuera.

Suele usarse como eufemismo para decir "película norteamericana de gran presupuesto".

En ese caso, ni estoy cerrada ni lo estoy deseando. Ha habido momentos en que podía haber dado ese paso y no lo he dado. Veo las películas que me llegan y si puedo ejecutar mi trabajo con las condiciones que necesito. No está en mi prioridad dar el salto al otro lado del charco para sentir que sigo creciendo.

¿Qué es lo que le hace decidirse por uno u otro proyecto?

Muchas veces no puedes coger proyectos que te llegan por fechas. Hay otros que no te ofrecen las garantías presupuestarias. Lo que me decide especialmente es mi conexión con el director y los productores.

¿Suelen ir los directores con una idea avanzada del vestuario cuando le contactan?

Hay de todos los tipos. A veces con una reunión basta. Cuando vienen a mí, conocen mi recorrido. Se trata de ver si hablas el mismo lenguaje y si crees que le puedes aportar a esa historia.

¿Rechaza muchas ofertas?

Siempre digo que soy muy avariciosa, todas las películas que me ofrecen las quiero hacer, siempre tienen algo que me gustaría explorar. Me cuesta mucho decir que no a un proyecto, y es doloroso hacerlo. La producción española tampoco es tan grande ni a mí me llegan todas las películas.

¿Cuántas películas hace al año?

Casi siempre dos. Menos los años que he tenido mis hijas.

¿Pudo compatibilizar bien la maternidad con la profesión?

Me coincidió más o menos bien. En el primer embarazo me quise tomar de mi tiempo para disfrutar de la experiencia. Uno marca sus prioridades. Para mí, en esos momentos estaba con una peli que era mía propia y personal.

Entonces no ha sido un impedimento.

He rodado en México, Brasil, Budapest, Londres, Marruecos, en muchos sitios. Sí es cierto que desde que soy madre sé que no puedo desaparecer en uno de esos proyectos que te mantienen fuera años. No está en mis planes arrastrar conmigo a mi familia.

¿Les gusta a sus hijas su trabajo?

Sí, están muy orgullosas, les llama la atención, claro. Tienen 9 y 13 años. Les gusta ver los bocetos. Aunque no las he llevado mucho por rodaje.

¿Qué supone para usted el Premio Ricardo Franco?

Es una responsabilidad. Muchas veces te sientes insignificante al lado de todo el talento de las personas que conforman la profesión. Así que me siento muy agradecida por que hayan pensado en mí siquiera como opción. Que me lo den me da un montón de energía, porque yo tengo mucho que hacer y decir todavía.

Hace tres años lo recibió el también figurinista canario Paco Delgado.

También me siento agradecida por mi profesión. Por que nos dé más visibilidad y más peso a los directores de vestuario. Es importante que todas las especialidades que hacemos una película lo tengan. El premio no es solo para mí, sino para todos los figurinistas.

¿A quién se lo dedicará?

Le estoy dando vueltas. A la organización le he dicho que se agarren que voy a tardar una eternidad. Hay muchas personas a quien agradecerlo. Me siendo muy afortunada de los que me han acompañado en mi trayectoria, de los proyectos que me han llegado y cómo lo han hecho. Me siento muy arropada por el cariño de mis compañeros. Y claro que hay gente que ha sido muy importante en mi vida.

Lo desvelará el día de la entrega.

Exacto.

Alberto Iglesias, Javier Aguirresarobe, Reyes Abades, Enrique González Macho, Rafael Azcona, José Luis Alcaine, Roque Baños, Teresa Font, Paco Delgado? Desde el sábado 14 su nombre quedará ligado a la excelencia del cine español.

Me duele la barriga. Se me pone una sonrisa de agradecimiento y de reconocimiento. Pasito a pasito se ha hecho una carrera bastante prolífica. He intentado no parar de trabajar más que lo justo. Mi trabajo me encanta y apasiona. No me entiendo a mí misma sin mi profesión.

¿Siempre quiso ser figurinista de cine, desde niña?

Con 18 años era de esas personas que están en un limbo pensando lo que van a hacer con su vida. Me gustaba mucho la moda, en carnavales decidía lo que íbamos a ponernos, diseñarlo, era la mandona de mis amigas. Pero en aquellos tiempos pensar en trabajar en el cine desde Tenerife era una utopía. Ni siquiera sabía que había un puesto de trabajo que era para eso.

¿Cómo se fue enfocando?

Mi madre me habló de una universidad en Madrid donde se estudiaban esas cosas que veía que me gustaban. Iba a hacer Bellas Artes y me apunté en Imagen y Sonido. Ahí empezó todo. Pero di muchas vueltas hasta que llegué, lo he ido descubriendo.

¿Cuál fue el punto de inflexión donde se encamina definitivamente al diseño de vestuario?

Al principio hacía decoración y vestuario indistintamente. Empecé con la dirección artística del cortometraje Esposados (Juan Carlos Fresnadillo, 1996). Después hice obras de teatro pequeñas y publicidad. Me estaba formando. Mi primera película fue como ayudante del director de arte César Macarrón en El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001), una producción de El Deseo, así que se puede decir que entré por la puerta grande. A partir de ahí hice siempre vestuario.

La primera fue I ntacto (Juan Carlos Fresnadillo, 2002).

Sí, y desde esa película decidí que ahí me quedaba.

¿Juan Carlos Fresnadillo ha sido importante en su trayectoria?

La persona más importante, la persona que más ha influido en que mi carrera haya llegado hasta aquí. Empezamos juntos. Nuestras carreras han estado ligadas y he hecho todas la películas que he podido con él.

¿Hay algún trabajo con el que hayas quedado especialmente contenta?

No creo que haya ningún trabajo que lo veas y pienses lo bien que te quedó. Con el tiempo me he dado cuenta de que mi trabajo no es solo importante por lo que se ve en la cámara.

Explíquese.

Es importante que el actor se sienta en todo momento bien vestido de pies a cabeza.

¿Se refiere a su propio trabajo como actor?

Eso también aporta al director de fotografía, y al propio director, aunque después el vestuario se vea más o menos en pantalla. El trabajo empieza desde el día que tienes el lápiz en la mano y estás empezando a subrayar el guion.

¿Se ha arrepentido alguna vez de un trabajo suyo?

Nunca me he horrorizado de ninguna película que haya hecho, pero sí me he reconciliado con alguna después de haber visto el resultado final. Pueden pasar seis meses, o más, entre que se termina el rodaje y se estrena. En ese tiempo la película está en manos de otros, eso genera cierta ansiedad, por eso, cuando la veo, intento tomar distancia con lo que hice para poder disfrutarlo como un espectador.

¿Cuál fue la película con la que notó su carrera dio un salto?

Lope (Andrucha Waddington, 2010) fue un salto cualitativo, con la que gané el Goya. Antes, La gran aventura de Mortadelo y Filemón (Javier Fesser, 2003), que fue mi primera nominación. Me dieron una visibilidad mayor. Ocurrió también con Los amantes pasajeros (Pedro Almodóvar, 2013). También son películas donde la gente espera que el vestuario esté un paso por encima.

Nómbreme su referente en diseño de vestuario a nivel internacional.

No lo hay. Sigo a muchos, pero no soy súper fan de nadie.

¿Percibe mejoría para las mujeres en el cine o está todo como hace 20 años?

Cuando entré apenas había compañeras. En estos años ha habido una incorporación mayor de la mujer, aunque sigue sin verse en departamentos muy importantes como dirección y dirección de fotografía. Se normaliza más lento de lo que debería.

Con nombres como el suyo, el de Paco Delgado y Paola Torres, Canarias ha destacado en el diseño de vestuario de cine más que en ninguna especialidad técnica. ¿Sabría decirme por qué?

Pienso que es más una casualidad, en Canarias hay talento para figurinistas y muchas otras especialidades.

¿Qué le parece que se rueden películas nacionales e internacionales en las Islas?

Ha creado una cantera de nuevos profesionales que quizás en unos años dé sus frutos, cuando esas personas saquen adelante sus propios proyectos después de haber tenido la oportunidad de estar formándose con los más grandes.

¿Es inevitable salir de las Islas para progresar?

Si quieres crecer tienes que dar pasos en nuevos centros de producción, eso es inherente a este trabajo. Pero con ayudas públicas se puede crear una industria que dé oportunidades en Canarias a nivel local. Sería una pena que con esta explosión de contenidos que vivimos no se promueva nada en Canarias en ese sentido.

Usted ha rodado en las Islas Intacto (2001), El Niño (2014), Las ovejas no pierden el tren (2014); La piel fría (2017); Oro (2017); El cuaderno de Sara (2018) y Yucatán (2018). ¿Ha notado un crecimiento en esos años?

Respecto al vestuario seguro que sí, recuerdo que en Intacto era difícil conseguir a alguien que me cosiera. Aunque las producciones nacionales e internacionales deciden sus equipos en otros lugares, si llegas y hay una industria local que funciona, eso no te obligaría a llevarte de todo.

¿Apostaría por que eso fuera una realidad?

Fíjate en el éxito de la serie Hierro (Jorge Coira, 2019). Si pueden rodar otros, ¿por qué no vamos a poder contar nosotros nuestras historias? Las condiciones las tenemos. El límite está donde tú lo quieras poner.

¿Qué recuerdos le quedan del rodaje del corto Esposados (Juan Carlos Fresnadillo, 1996)?

Fue muy complicado, con pocos medios y muchos problemas de logística, presupuesto y conocimiento, porque no estábamos preparados, aunque lo creíamos. Pero las ganas, la ilusión, la terquedad y, sobre todo, el desconocimiento de donde nos metíamos lo hizo posible.

Y algunos talentos individuales.

Muchas veces hay que subirse en la ola y surfear. Si hubiéramos esperado a tenerlo todo, es probable que no lo hubiéramos hecho nunca. Aprendimos mucho por el camino. ¡Nos dio tanto a cambio!

Y sigue siendo, hasta hoy, 25 años después, el mayor éxito de la historia de la cinematografía canaria, con la primera nominación de un corto español a los Óscar de Hollywood incluida.

Nos pusimos el mundo por montera. Fue como llenarnos de ilusión y poder. Pero hubo momentos de absoluta desesperación. ¡Había tanto que hacer! Eso sí, desde el primer momento la meta era llegar a lo máximo.

¿El cine español está mejor que nunca para los técnicos con la llegada de las series y nuevas plataformas?

Yo he estado un año trabajando por primera vez en Dime quién soy. Es un cambio cualitativo. Es un mundo diferente al del cine y me daba algo de miedo dar el salto. Pero el proyecto era muy bonito, con el aliciente que abarca muchas épocas, lo cual era un súper reto para mí y mi equipo. Estamos orgullosos del resultado.

¿Piensa encaminar su profesión hacia la producción de series?

El proyecto en sí es lo que te hace decidirte. He hecho teatro, publicidad, cine y series, son trabajos que precisan lenguajes distintos. Todos me interesan.

¿Algo que le haya impactado en el cine o la televisión en los últimos tiempos?

Me han gustado mucho las películas JoJo Rabbit (Taika Waititi, 2019) y Dolor y gloria (Pedro Almodóvar, 2019), y la serie Watchmen (Damon Lindelof, 2019).

Finalmente, confiese al lector un sueño de cine no cumplido.

Hay un montón de épocas y géneros y, dentro de estos, muchísimas variantes y puntos de vista. Son muchas las cosas que me quedan por hacer, tantas como guiones que quedan por escribir. No me quedan vidas.

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