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Harriet y Aretha... Gracia excelsa

El sello Cameo lanza en formato digital 'Amazing Grace', documental inédito sobre Aretha Franklin, dirigido por Sidney Pollack

Aretha Franklin en 'Amazing Grace'. LA PROVINCIA/DLP

Este mes coinciden los aniversarios del nacimiento de dos mujeres muy singulares en el ámbito histórico afroamericano: el de la militante antiesclavista Harriet Tubman, hace doscientos años y el de Aretha Franklin, hace setenta y ocho. Ambos iconos constituyen el centro de atención de sendos filmes recientemente estrenados en las carteleras nacionales. La primera, el biopic Harriet en busca de la libertad ( Harriet, 2019), de la directora y actriz estadounidense Kasi Lemmons, narra la heroica odisea de una esclava en Maryland que escapa al Norte, a Pennsylvania, y se une al Ferrocarril subterráneo, una organización integrada por blancos y negros, que tenía como fin liberar a los esclavos y trasladarlos, clandestinamente, al norte de la Línea Mason-Dixon, imaginaria frontera que separaba a los estados esclavistas del Sur de los no esclavistas. Encarna el papel de la mítica heroína la actriz y cantante británica de origen nigeriano Cynthia Erivo, nominada este año al Oscar de Hollywood a la Mejor Actriz por este filme, galardón que recaería finalmente en la intérprete tejana Renée Zellweger por su trabajo en Judy.

La segunda, Amazing Grace (1972/2018), recoge la grabación en vivo de un concierto de gospel encabezado por la legendaria cantante de Memphis en dos sesiones nocturnas en una iglesia de Los Angeles, la New Temple Missionary Baptist Church, en el barrio negro de Watts, en 1972. Escrita y dirigida por Sidney Pollack para Warner Brothers, su estreno se demoró durante décadas por problemas técnicos derivados de un uso descontrolado de las claquetas ante las cinco cámaras empleadas en el rodaje, que generó el consiguiente desajuste entre imagen y sonido.

El documental permaneció, desde entonces, almacenado, hasta que el productor Allan Elliott recuperó el material y lo restituyó con la ayuda de las nuevas tecnologías. Sí se editó, sin embargo, el disco, un álbum doble que obtuvo el Grammy al Best Soul Gospel Performance, Female, al tiempo que se convertía en el álbum más vendido en la historia del género y en el de la propia carrera profesional de la estrella.

Es éste el único de sus tres conciertos en iglesias lanzados en respectivos discos que ha sido filmado. Los otros dos, uno anterior y otro posterior al que nos ocupa, se realizaron en la parroquia de su padre, la New Bethel Baptist Church, en Detroit. Songs of faith con sólo catorce años de edad, y One Lord, one faith, one baptism, en éste ultimo arropada con el coro de las Franklin Sisters, compuesto por Erma y Carolyn Franklin y Brenda Corbett, sus hermanas y primas respectivamente,merecedor de otro Grammy el año 1988.

Mucho más conocida es, sin embargo, en España su soberbia colección de éxitos en el ámbito del soul, género que la catapultó al estrellato universal.

Una docena larga de temas que comienza con la entrada marcial en el templo, a los sones de On our way, de los componentes del Southern California Community Choir, a cuyo término hace su aparición la diva, presentada por el Reverendo James Cleveland, máxima figura, a la sazón, de la música gospel quien la acompañaría al piano la mayoría de las veces y, en algunas ocasiones, también, con duetos.

Aretha Inicia su actuación con la pieza compuesta por Marvin Gaye Wholly Holly, sentada al piano consigue elevar al público presente a unas cotas extraordinarias de misticismo. Continúa, cambiando completamente de registro, con el tema tradicional What a Friend We Have in Jesus, acompañada, de nuevo, por el disciplinado y espontáneo coro, dirigido por Alexander Hamilton, en una fusión de dimensiones mágicas. Le sigue la creación compuesta por la cantante Clara Ward How I Get Over, para dar paso al legendario himno Precious Memories, que Franklin había interpretado, años atrás, en el funeral de Martin Luther King, la canción favorita del famoso dirigente político. Aquí Lady Soul alcanzaría cotas insuperables de expresión. Cierran la primera noche de conciertos los temas Presious Lord Take My hand, compuesto por Thomas A. Dorsey, y el histórico Amazing Grace, que da título al filme. El primero es testigo del pulso entre la solista y las voces femeninas del coro, que alcanza, por momentos, el puro paroxismo. En el último, sencillamente, se nos agotan los calificativos, pues la diva consigue hacer vibrar e, incluso, arrancar algunas lágrimas, a Cleveland, al coro en pleno y al conjunto de la audiencia.

En la segunda noche de concierto estarían presentes Jerry Wexler, productor de la cantante; el inimitable Mick Jagger, Clara Ward, figura de referencia e inspiración en los comienzos profesionales de Aretha, Gertrudis, también cantante y madre de aquella, y el reverendo Clarence La Vaughn Franklin, su padre.

La sesión se inicia con Mary don,t You Weep, tema por el que admito sentir una especial predilección. Si en el primer concierto figuraba ataviada con una clásica túnica evangélica, en esta segunda jornada se envuelve en lo que podría evocar el popular bou bou africano, y siempre con su característico peinado afro. Vuelve a repetirse la electrizante simbiosis entre ella, el coro y los músicos, dando como resultado un ritmo envolvente, vivo y embriagador. Le siguen los temas Climbing Higher Mountains, Old Landmark, sobre las que diserta el padre de la diva, el Reverendo C.L. Franklin, cerrando el concierto Never Grow Old, en el que, a capella, se vuelve hacia los hombres y mujeres que componen el coro para buscando el acompañamiento en la apoteosis de su arte sublime y de su fe.

La singularidad de esta artista legendaria estriba, fundamentalmente, en que triunfó, de manera arrolladora, tanto en la música de iglesia, codo con codo con su antecesora, la extraordinaria Mahalia Jackson, como en la música profana, a un nivel tan radiante como el su predecesora la genial Ella Fitzgerald. Aretha Franklin representa, por tanto, la síntesis, sensual en clubes y teatros, mística en las iglesias, del amplio y rico universo de la Música Negra Americana. Y la película de Pollack constituye, sin duda, su más fiel correlato.

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