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Crisis del coronavirusCOMENTARIO

El arte, una medicina para el espíritu

El arte, una medicina para el espíritu

El jueves, 13 de febrero de 2020, inauguramos la exposición de dibujos de Luna Jie Gao en la galería de la Escuela Luján Pérez, la cual se debería haber clausurado el 13 de marzo. La muestra era un recorrido en el que la artista tomaba como punto de partida situaciones íntimas y sociales que le servían de motivación para adentrarse en el ejercicio diario de sus creaciones. Uno de los temas que más le preocupaba era la situación que estaba viviendo el pueblo chino a causa del coronavirus y también algún rechazo personal por este hecho, por ser ella originaria de ese país. Muchos veían este problema muy lejano y con la seguridad y suficiencia de que no nos afectaría. Una de las lecciones que tenemos que aprender, sin duda, es que la globalización produce caminos de doble sentido. El 11 de marzo, tuvimos que tomar la drástica decisión de suspender todas las actividades de la Escuela Luján Pérez, ante las noticias tan preocupantes que nos llegaban de que la pandemia galopaba de manera desbocada.

El 18 de marzo, ante las medidas de confinamiento decretadas por el gobierno español, decidimos tener comunicación vía redes sociales con todos los talleres de la Escuela, y de esta forma apoyar, alentar y aconsejar a todos nuestros alumnos. La implicación de todos los profesores fue inmediata. Abrir este canal de comunicación ha sido esencial para soportar el día a día en estos momentos tan difíciles de aislamiento. Los diferentes talleres se pusieron manos a la obra, así infantil, dibujo y pintura, fotografía, cerámica, serigrafía, etc? Ante una situación tan extraña y excepcional, propusimos partir de un tema y que no era otro que el 'Paisaje Imaginado'. Como dijera Van Gogh: "Sueño con pintar y luego pinto mis sueños".

La idea era representar un mundo imaginativo compuesto de visiones idealistas, espacios e imágenes donde conviven la irrealidad, lo poético y representar, tal vez, un mundo ideal que permitiera evadirse de cuatro paredes, con la mayoría de las obras recreando un espacio silencioso, eso sí, que estuviera invadido por el color.

Para los que creemos en el lenguaje de la expresión plástica, pintar sobre un lienzo, sobre un papel o sobre cualquier superficie, nos permite expresarnos y manifestar nuestros sentimientos y pensamientos, aumentar la autoestima y de esta forma sublimar situaciones agobiantes, siempre alejados de ambientes competitivos, y de este modo fortalecer nuestra autonomía y aprender a valorarnos. Los que nos dedicamos a esta actividad, como es manejar un lápiz, un pincel, espátula o cualquier utensilio para realizar nuestras obras, sabemos que estamos desarrollando conexiones cerebrales, haciendo hincapié en favorecer a los niños el acercamiento al arte en cualquiera de sus formas; no sólo como un medio de expresión, sino también como una manera de acercarse al mundo que los rodea y adquirir conciencia de ellos mismos y del ambiente cercano, medio idóneo para expresar las emociones, que son una parte muy importante de nuestra creatividad. En definitiva, la expresión plástica como cualquier otra disciplina artística, nos permite olvidarnos del entorno y que el tiempo pase sin que sea un lastre que nos aboque a un estado de ansiedad y depresión.

Hoy más que nunca reivindicamos el proceso artístico para satisfacer las necesidades emocionales. En estos momentos de incertidumbre que se avecinan, que están fuera pero también dentro de nosotros, el dolor, la ansiedad, el desconcierto, encuentran en el arte un refugio que actúa como catarsis. Los artistas pueden reencontrarse consigo mismos, adentrarse en lo más profundo del abismo, para luego salir reforzados.

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