España quería espectáculo en Eurovisión 2020. Contaba con el presupuesto, una escenografía a la medida con un volcán como epicentro y el intérprete para hacerlo entrar, tal vez este año sí, en erupción, Blas Cantó. Pero el Universo, esta vez, no respondió como se esperaba.

No han sido semanas fáciles para el artista murciano desde que se comunicó la suspensión del festival, la primera cancelación a lo largo de sus 65 años de historia, y la misma semana pasada, con el fallecimiento de su padre a los 49 años de edad, el clima se ha vuelto peor.

"Me vi un poco abrumado", confesaba antes de conocer esta noticia y motivada por su participación ya grabada en el programa especial que se emitió hace siete días en sustitución de Eurovisión, 'Europe Shine a Light', con el que los organizadores pretenden infundir esperanza al Viejo Continente. Lástima que no se pudo ver allí la "emotiva" puesta en escena que preparó junto a la escenógrafa Nicoline Refsing. Su mala racha se hizo evidente a principios de abril. El que debía ser el candidato de España en esta edición participaba por internet en la fiesta virtual 'PrePartyEs At Home' junto a otros representantes eurovisivos, pero a pesar de ejercer de anfitrión, no cantó. Solo pudo hilar dos frases. Insomnio, mal humor, tristeza, ronchas en la piel, afonía...

"Mi corazón se rompió en mil pedazos y volví al punto de inicio. Empezar todo desde cero", escribía en su perfil de Instagram. Cantó había cerrado su perfil de Twitter en esos días por las críticas que arreciaban en su contra y también pidió detener la promoción del sencillo que había publicado junto a Pastora Soler.