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Arte

Un triple crac identitario

La Fundación Francis Naranjo inaugura las exposiciones 'La máscara social', 'Rito del pacto' y 'La maldición de lo efímero' en el Castillo de Mata

Un autorretrato del artista Francis Naranjo, de 2018. LP/DLP

El juego de identidades que se mira en los otros, que se define a través y en contra de los códigos de su entorno, que se parapeta detrás de la máscara de otras identidades y que se rebela y revela frente a la muerte configura los puntos cardinales del universo expositivo que la Fundación Francis Naranjo inaugura mañana en las salas del Castillo de Mata. Bajo los títulos La máscara social, Rito del pacto y La maldición de lo efímero, este triple proyecto de exposiciones independientes pero interrelacionadas a través del diálogo identitario abre sus puertas bajo el comisariado del artista guiense y el paraguas de su fundación, con el objetivo, además, de establecerse con una programación estable en esta fortaleza emblemática del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

"Me siento muy satisfecho con el resultado de estas exposiciones y nuestra intención es seguir programando en el Castillo de Mata con una cierta continuidad", declaró Naranjo ayer durante el montaje. Después de abandonar su primera sede en el municipio de Santa María de Guía por "la falta de compromiso" por parte de su Ayuntamiento, Naranjo mantiene su fundación como proyecto flotante sin sede fija, pero con el Castillo de Mata como espacio expositivo principal a partir de un convenio de colaboración suscrito con el Ayuntamiento capitalino, que se firmará en las semanas próximas. "Nuestra relación con Encarna Galván [concejala de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria] y su equipo es fantástica y estamos muy ilusionados", expuso el artista.

El montaje de las tres exposiciones ha conllevado "ciertas modificaciones en el espacio museístico", revela Naranjo, toda vez que este triple proyecto traza la línea expositiva que atraveserá el resto de trabajos artísticos de la Fundación en el Castillo. En este sentido, esta reflexión o cuestionamiento creativo sobre cómo nuestra identidad puede hacer crac, parafraseando a Nacho Vegas, promueve el diálogo y el intercambio entre artistas canarios y latinoamericanos, como espejos histórico-identitarios con un imaginario común desde sus respectivas orillas, lo cual ostenta, además, un espacio de investigación privilegiado en la trayectoria artística de Naranjo. Y también a este respecto, el comisario avanza que esta terna expositiva "ya está generando mucha expectativa a escala internacional". "El seguimiento internacional está siendo grande y tenemos propuestas para su continuidad en otros países", revela Naranjo.

Exposiciones

En cuanto a las exposiciones, La máscara social es una muestra colectiva de artistas canarios, nacionales e internacionales que gravita sobre la consigna que expuso la escritora Deborah Levy en su "autobiografía en construcción": la identidad es una máscara. "En esta propuesta expositiva viajaremos a diferentes modelos de implantación de la máscara, en algunas circunstancias por elección y en otras por obligación. Pero aferrarse a esa totalidad originaria escondida bajo la máscara equivale a volver al origen, lamentablemente, siempre oculto por máscaras", manifiesta Naranjo.

Por su parte, la exposición colectiva Rito del pacto toma como eje inspirador la pintura Comiendo Jareas I (1962), del artista indigenista galdense Antonio Padrón, en el marco del centenario de su nacimiento. Esta representación pictórica de seis campesinas en torno a una mesa y un plato compartido de jareas, una escena ritualística canaria, inspira un diálogo artístico con ocho artistas latinoamericanos en torno a la idea del rito y que alumbra obras dispares y, a un tiempo, conectadas a través de sus interrogantes.

Por último, La maldición de lo efímero es una muestra individual del propio Francis Naranjo, compuesta por producciones realizadas entre 2012 y 2018, que se interrelacionan a través de la idea del tránsito vital y la finitud de la naturaleza humana. "Somos finitos, pero la finitud no es la muerte sino el trayecto que va desde el nacimiento hasta la muerte. La finitud es la vida, la vida que uno sabe limitada, la vida anclada en el tiempo y en la contingencia", escribe Naranjo sobre esta exposición. "Porque nos sabemos finitos, por el hecho de haber comenzado a existir y de tener que dejar de hacerlo, la vida aparece como un constante pensar y repensar, como un incesante hacer, rehacer y deshacer".

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