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Entrevista

"Mi documental nació con el deseo de hacerle un regalo a mi abuelo"

Dácil Manrique de Lara debuta en el campo del largometraje con el documental 'El último arquero', dedicado al pintor grancanario Alberto Manrique

La cinesta y productora grancanaria Dácil Manrique de Lara. LP/DLP

El documental El último arquero reconstruye la trayectoria de su abuelo, el pintor Alberto Manrique, con las imágenes y recuerdos que sobrevivieron a su desmemoria. ¿Cómo nació la idea de narrar su historia en formato documental?El último arquero

En realidad, el documental nació simplemente con el deseo de hacerle un regalo a mi abuelo, como una especie de agradecimiento. En la película cuento que mi padre nunca estuvo, pero mi abuelo sí, así que siempre me he sentido muy agradecida, pero de pronto empecé a preguntarme por qué lo estaba tanto. Entonces, empecé a hacer un análisis más profundo sobre esa gratitud y llegué a la conclusión de que tenía que ver también con su memoria, que era también la mía. A partir de ahí, decidí hacerle un regalo sobre su memoria, que él había perdido a partir del ictus que sufrió. Pero cuando él falleció en 2018, el documental se quedaba inconcluso, porque no podía terminar de rodarlo con él, así que fue entonces cuando se convirtió en un viaje personal. Y lo digo en un momento del documental: si mi abuelo estuviese vivo, no sé si hubiera contado esto.

¿Cómo se fraguó ese viraje en que el relato de la memoria de su abuelo se imbricó con el relato de su propia historia?

Aunque mi historia ya iba de alguna forma en paralelo a la de mi abuelo, el protagonista siempre era él. Pero cuando murió me di cuenta de que ya no podía concluir la historia como me hubiera gustado, así que tuve que tomar las riendas de la situación y volver a contarla desde el lugar en el que me encontraba entonces, y ese lugar era contarlo desde mi propia historia. En ese sentido, el hecho de que mi abuelo falleciera durante el rodaje lo convirtió también en mi viaje, y que tuviera que contar esta historia a través de mi memoria, unida a la suya.

Su abuela, la violinista Yeya Millares, también es una de las protagonistas de El último arquero, no solo como voz de los recuerdos, sino porque compartieron su vida hasta el final.El último arquero

Es que ellos eran un team, una pareja inseparable que se apoyaba en todo, porque todas las decisiones que se tomaban en el hogar eran absolutamente compartidas. Esto también fue una referencia para mí en el amor, porque además ella también era artista y entendía perfectamente a mi abuelo. Por otra parte, mi abuela conserva una memoria casi intacta, así que a través de ella pude rescatar vivencias que mi abuelo no recordaba porque, por último, solo recordaba cosas por las cosas que le habían contado que habían sucedido, pero no porque las recordara como tal. Por tanto, esos recuerdos de recuerdos eran los que le servían para contar su propia historia, pero hay un momento en la película en que dice que quizás eso fuera una suerte, porque le permitió olvidar algunas cosas que quizás le doliera recordar. Y fue en ese momento cuando empecé a darme cuenta de muchas cuestiones que tenían que ver conmigo, y que conformaron ese capítulo fundamental del documental que es La pesadilla. Con todo esto, mi abuela es también una de las protagonistas y fue una pieza fundamental para poder recuperar toda la memoria de mi abuelo.

El rodaje del documental comenzó en 2011 y se desarrollo entre Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura y Madrid. ¿Por qué se demoró tanto en el tiempo hasta ahora?

Sí, han pasado casi 10 años desde que empecé a rodarlo, pero lo que sucedía es que se conjugaba que era una historia excesivamente personal, con un planteamiento coral, pero que es, al mismo tiempo, un biopic. Y en el momento en el que comencé a rodarlo estábamos en plena crisis y el documental resultaba difícil de vender. De hecho, lo sigue siendo, porque todavía se considera como "obra difícil" para el Ministerio de Cultura, en el sentido de que se presupone que tiene muy pocas salidas comerciales en salas de cine. El nacimiento de plataformas como Netflix ha permitido dar un salto y que la gente empiece a conectar con este tipo de formato o de género, pero en su momento nadie quería producir mi película; yo tocaba puertas, solicitaba ayudas e incluso recibí una primera ayuda al desarrollo que me permitió comenzar con la escritura del guion. Aun así, el arranque fue muy complicado, así que decidí empezar yo sola, y empecé a rodar por mi cuenta cada vez que venía a Canarias desde Madrid. Finalmente, años más tarde, apareció Ana Sánchez Gijón y me dijo que lo quería producir para La Mirada, y eso nos dio el acelerón. Pero eso sucedió mucho tiempo después.

¿En qué medida fue un desafió debutar en el largometraje con una obra tan íntima?

La verdad es que fue un reto enorme, pero tenía claro que mi primera película tenía que ser muy personal. Yo soy una cineasta absolutamente autodidacta, pero empecé a trabajar en el cine con 16 años, así que todo ese proceso me ha ido proporcionando un bagaje y un conocimiento. Además, durante toda mi vida he leído muchísimo sobre cine y una cosa que leí acerca de los storytellers es que las historias deben ser contadas sobre algo que conozcas bien. Y este principio, conectado a ese regalo que yo necesitaba hacerle a mi abuelo, fue dando forma a storytellers El último arquero

¿Cree que esa demora pudo beneficiar al resultado final?

Claro, el proyecto fue madurando y creciendo cada vez más. Al principio no tenía nada claro que fuera a incorporar esa parte tan personal, pero sí es verdad que, cuando estás tanto tiempo con un proyecto, lo que ocurre es que va mutando y va creciendo.

El resultado, además, reivindica el poder del arte como sanación, ¿diría que tuvo que llegar al final del proceso para asumir esa lectura como propia?

Sí, siempre he dicho que los documentales se hacen tres veces o que son tres películas: una es la que escribes; otra es la que ruedas, porque lo escrito solo es una proyección sobre la realidad pero luego esa realidad puede ser otra; y la última es la que montas, que combina lo escrito con lo que no tienes, así que se forma una tercera historia. Y esto fue exactamente lo que sucedió y donde el documental tomó un camino diferente al inicial, pero sin dejar de contar lo que realmente quería contar, que era esa recuperación de la memoria de mi abuelo y mostrar que, a través de su arte, yo también me curé.

Después de su estreno oficial, ¿qué recorrido tendrá El último arquero?

En principio, la idea era hacer un recorrido por festivales, pero cuando nos seleccionaron en el Hot Docs Canadian International Documentary Festival, uno de los más importantes dentro de este género, nos requería que fuera premiere mundial, con lo cual no podíamos participar en ningún otro. Incluso nos tuvimos que salir de algún festival cuando ya estábamos seleccionados. Y justo después fue la pandemia del coronavirus, con lo cual se nos ha hecho muy complicado seguir con el circuito de festivales y hemos tenido que estrenar directamente, porque se nos pasaban los plazos con el ICAA y otras instituciones. Ahora veremos si después del estreno firmamos la venta a alguna plataforma online. Por el momento, ya tenemos un acuerdo de venta con Televisión Canaria y se emitirá pronto, entre otras cosas.

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