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Historia

En la piel de los niños indígenas

Carmen Gil explica a los niños que participan en el taller del Museo Canario diferentes aspectos de la vida cotidiana de los menores indígenas de la Isla. LP/DLP

"¿Cómo se cepillaban los dientes los niños aborígenes?", se escucha en el semicírculo irregular que rodea el molino de piedra que preside una de las salas del Museo Canario. La pregunta la hace uno de los chicos que participa en el taller Vacaciones en la Isla de los antiguos canarios que celebró ayer la institución, en el que acaba de descubrir que se sabe que a partir de los cinco años los infantes de la época prehispánica tenían una dieta similar a la de los adultos por las caries que se han encontrado en los esqueletos de algunos de estos pequeños. Un descubrimiento que lleva a confesar que alguna que otra picadura de muela también hay entre los presentes y que tan solo es la punta de lanza de las numerosas curiosidades que están a punto de descubrir en su viaje por la historia de los primeros pobladores de Gran Canaria.

La expectación surge desde el momento en el que se colocan las camisetas naranjas que les entrega el museo en las que se puede leer " I love History". Los niños aguardan a que dé comienzo la actividad en la que, entre otras cosas, esperan ver momias. Al menos esa ha sido una de las motivaciones de Pablo Sánchez González, Javier López Carmona y Juan Gaviño López, tres amigos sevillanos de 11 años que quieren conocer un poco más los orígenes de la Isla en la que los dos primeros residen desde 2019. Ellos son, junto con un par de niñas, los más mayores del grupo que integran casi una quincena de chiquillos desde los cinco años.

Mascarillas y distancia de seguridad establecida, el taller arranca delante de un mapa del mundo que, poco a poco, se acerca a Gran Canaria donde llegaron los primeros pobladores procedentes del norte de África. "Con ellos trajeron animales y semillas", explica Carmen Gil, miembro del Departamento de Didáctica de la entidad encargada de dirigir el taller que, tras la introducción inicial, prosigue entre las entrañas del espacio cultural. Curiosos y atónitos en muchos casos, los pequeños avanzan entre las vitrinas cargadas de pedazos de historia y de historias que transportan al pasado con tan solo mirar y escuchar.

De este modo, los participantes descubren que, inicialmente, los indígenas se asentaron en el interior de la Isla donde construyeron poblados en los que, además de casas, también cimentaron cocinas, talleres o almacenes de grano. "Con los años, como empezaron a ser más, también se trasladaron hasta la costa donde se conoce que tanto hombres y mujeres, como niños, se lanzaban al mar para pescar", cuenta Gil. Esta es tan solo una de las labores en la que los menores colaboraban, si bien no todo era trabajar. "Los niños también jugaban y aprendían de los otros niños. Sin embargo, ayudaban en algunas tareas directamente de los mayores. Es decir, aprendían viendo y haciendo las cosas con los adultos, no había una enseñanza que les transmitiera esa información", asevera.

Para seguir conociendo los diferentes aspectos de la vida cotidiana de los más pequeños del poblado, el Museo Canario tiene preparadas dos actividades lúdicas. La primera es la realización de varios puzles que los niños que asisten al taller resuelven por grupos para descubrir, al culminar, distintas escenas en las que los menores estaban presentes, tales como el pastoreo o la recolección. Del mismo modo, el grupo pudo conocer de primera mano otro oficio al que, sobre todo, se dedicaban las mujeres y en el que también se afanaban algunas niñas de cara a la edad adulta: la alfarería. Para ello los chiquitines moldean sus propias figuras de barro tal y como lo hacían antaño los aborígenes.

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