La Provincia - Diario de Las Palmas

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De Madrid a Las Palmas

"He entrado al fin en las tertulias literarias; como en muchas cosas, he pecado de apriorismo"

Pedro Lezcano con sus hijas en la casa de Tomás Miller. LP / DLP

(Extracto de una de las muchas cartas que Pedro Lezcano envía a su hermano mayor Ricardo en diversas etapas de su vida)

12 enero 1945

Querido Ricardo:

A la vista de tu espléndida carta de fecha 28 (día de los infelices que aún sonríen a la luna), paso rápidamente a contarte mi vida. Me gusta narrar porque indirectamente es la mejor manera de escribir y describir. La descripción empieza a sobrar ¿no te parece?. Contando lo que hace alguien se describe cómo es quién lo hace. Operari sequitur esse, el obrar sigue al ser, decían los escolásticos que, como ves, eran unos deterministas inconscientes. La descripción sólo conviene a la materia inerte carente de aspecto operativo; pero hasta en la materia inanimada debemos hallar vida, si no, no nos interesa para nada. Pero quiero enviarme como es debido, sin ramificaciones. (Estoy preparando un examen de metafísica; soporta los "operativos" y "entitativos", y demás vocab los zaragüetescos). [Se refiere al filósofo vasco Juan Zaragüeta].

Caramba; he descubierto una veta filosófica que casi desconocía; el existencialismo. Al abrir una obra de uno de estos pensadores se percibe un alegre burbujeo de descorche. Hay algo nuevo, insólito en Filosofía. Porque más bien estos hombres no son pensadores, sino vividores, en sentido neto, "moridores". Palabras que no frecuentan la Filosofía: angustia, salvación, soledad, espanto? nos dicen de repente que estamos ante una reflexión sincera. Lo único que poseemos es la vida y no la poseemos tampoco. Porque ¿es nuestro pasado nuestro? ¿El futuro puede ser nuestro? ¿Y el presente? ¿Existe acaso el presente? El presente es que lo verdaderamente no existe. El presente es, como dice Heidegger, "el futuro sido". Pero, apenas sido, ya no es ni futuro ni presente, sino pasado. Si el pasado no es, sino que fue, el futuro será y el presente no tiene material de ser. ¿Qué existe aquí y ahora? ¿Qué hay conmigo? Una soledad espantosa que la razón no comprende. ¿Cómo podemos preguntarnos cómo somos, si no sabemos aún si somos? Tienes un libro sobre Kierkegaard que te habrá dicho mucho del existencialismo.

Cambiando el tema, no quiero que el magister dixit amilane tu inspiración bravía. Mal que me pese, aún me falta mucho para conquistar tan codiciado título. No me tomes muy en serio. La importancia de una sílaba más o menos no es otra que la que una época le dé. "Modas" hay muchas, pero "modos" uno sólo. Y el único modo de escribir en verso es llenándolo de poesía. Pero la moda, despreciable y fugaz, termina aún por someternos a los que todavía no tenemos autoridad de modistos. Sólo hay dos conductas a tomar: implantar modas o seguirlas. Eludir la moda por sistema es una preocupación harto inútil y pesada. Es perfectamente posible ceder a una moda despreciándola.

Y la moda en poesía actual es la intransigencia métrica por un lado y, por otro, el absoluto desprecio a la cadencia. Tal es el panorama poético español dividido en dos grandes parcelas: el de Dámaso Alonso, Aleixandre y otros, y el de los sonetistas. Hace un año éramos dos o tres los desdeñosos del cuello duro. Hoy el bando amétrico avanza velozmente. Aleixandre es el más retórico, mesurado en la expresión en cuanto a calidad, no en cuanto a cantidad. Dámaso Alonso, el archierudito Dámaso, es el más libre y profundo; el más sincero en suma. Porque sinceridad literaria es no despreciar expresiones sentidas por disonantes que parezcan a cierto número de acaramelados.

Verbi gracia:

"Este crearte, recrearte, hacerte,

de nuevo en niebla o nube,

nada o nido;

traje de (no sé qué) me he vestido

muy ajustado al gozo de quererte".

Esta ejemplar estrofa representa el verso nacarado del campo de los depurados. De escribir esto a tomar por el culo va un solo paso.

Hablar frecuentemente de pus, de ciempieses agarrados a la mejilla, del camión gris de la muerte? eso es de Dámaso. Decir que la muerte es un camión puede reputarse chusco, "brutal", como dicen. Pero en la muerte de ojos entreabiertos que Dámaso tentó en un Hospital de Urgencia, en esa muerte que hiede y sabe a alcohol y éter, en esa muerte cabe el camión gris y mucha más "prosa" todavía. ¿Prosa? ¿Qué saben lo que es prosa quienes confunden la poesía con el merengue? Me he vuelto muy desdeñoso en estos últimos tiempos con los criticones provincianos. Aludo a los incapaces que se contentan con cabeza de ratón. Yo alcanzaré o no lo que me propongo, pero jamás buscaré refugio entre necios para ser el menos necio de la piara.(?)

Lo que me dices de Ventura Doreste me sorprende a medias. Pero no quiero molestarme en pensar mal de los amigos. F. Mayor tampoco salió legítimo del todo. Y es que a todos los comparo contigo. No se puede ser tan exigente en amigos, siempre expuestos a la envidia o a los resentimientos. Es mejor aceptarlos tal como son. A ventura le han estropeado sus amigos vejestorios, pertenecientes a una generación de resentidos y fracasados. Le quitan dinamismo, su poco dinamismo, habituándole a esa mordacidad pedante y sistemática. Ventura se debía venir a Madrid, siempre se lo he dicho. Pero no es poeta. No lo es ni en el momento de escribir versos; en su vida lo es naturalmente mucho menos. Aquí, se le quitaría en parte la petulancia al tener que luchar.

He entrado al fin en las tertulias literarias ¿sabes? José García Nieto, C.J. Cela, Garcés, Luengo, Luis Cano y otros son buenos amigos míos. En esto, como en muchas cosas yo había pecado de apriorismo. Juzgar de antemano está siempre expuesto al error. Preparado como estaba a introducirme en un ambiente repugnante, he quedado agradablemente impresionado.

Se charla jovialmente de cosas vulgares y de cosas selectas, según se presenten los temas, sin rebuscamiento. Se juzga de los compañeros con más indulgencia que saña. Las pifias se celebran humorísticamente y se alaban los éxitos. Mi soneto de la Estafeta provocó chistes sin mordacidad. En cambio el poema Suelo y otros entusiasmaron sin reservas. Hay naturalmente rivalidades, como en todos los sitios. Pero, en general, no se halla esa tortuosidad maligna trujillesca, y menos en personas muertas como son las de ahí. El fenómeno es similar a los de otros escenarios sociales. El escritor que vale, trabaja, no tiene tiempo de jugar a crítico. (?)

Escribe y sobre todo lee poesías. En cuanto tenga unas cuantas tuyas impecables, las presentaré a García Nieto o a Nora. Yo publico amigablemente en dos campos opuestos de poesía: en Garcilaso y Espadaña. Carmen Laforet consiguió un premio de novela en una editorial de Barcelona. Consiguió buenas amistades y tuvo suerte.

Estoy contento de que me lleve alguna delantera literaria. Aún no sé nada de mi obra teatral.

Hasta la próxima. Un abrazo

Pedro

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