El bailarín y coreógrafo Roland Petit, fallecido hoy en Ginebra a los 87 años, reunió en su creación artística elementos fundamentales de la danza moderna y los llevó desde los teatros más importantes del mundo al cine de Hollywood.

Petit, que dejó a los veinte años la Ópera de París -en cuya escuela entró con solo 9 y debutó en el ballet del coliseo con 16-, arrastró durante su carrera a grandes genios de la literatura, el cine y la danza y aportó un concepto teatral a esta última que se convirtió en característico del siglo XX.

Hasta llegar a esta su última temporada, Petit recorrió un largo camino artístico, que le hizo entrar en contacto, trabajar y crear con nombres fundamentales de diversos ámbitos de la creación, como Pablo Picasso, Orson Welles, Jean Cocteau, Yves Saint-Laurent, Rudolf Nureyev y Pink Floyd.

Sus primeras coreografías las creó para las "Soirées de la Danse" en el Théâtre Sarah Bernhardt y, con ayuda de su padre, creó un año después de abandonar la Ópera de París los "Ballets des Champs-Élysées".

Allí creó "Les Forains", "Le Rendez-Vous" y "Le Jeune Homme et la Mort", ballets en los que unió su nombre a los de escritores como Boris Kochno, Jacques Prévert, o Jean Cocteau; artistas como Christian Bérard, Pablo Picasso, Brassaï y Georges Wackhevitch y compositores como Henri Sauguet y Joseph Kosma.

En Holywood, y durante cuatro años, Petit rueda "Hans Christian Andersen (con Zizi Jeanmaire y Dany Kaye) en 1952, "Daddy long legs", que une al coreógrafo con un bailarín esencial del siglo, Fred Astaire (acompañado de Leslie Caron) en 1954, y "Anything Goes", con su esposa y con Bing Crosby, en 1955.

En 1970 volvió a dirigir el ballet de la Ópera de París, pero solo durante seis meses; luego recupera el Casino de París, donde monta dos grandes espectáculos: "La Revue" y "Zizi je t'aime", con una apabullante lista de colaboradores, entre los que están Erté, Yves Saint Laurent, Vasarély, Michel Legrand y Serge Gainsbourg.

Una nueva etapa comienza en 1972, cuando asume la dinamización propuesta de la Ópera Municipal de Marsella, donde sus "Ballets" cobran autonomía y desde 1981 pasan a denominarse "Ballet National de Marseille-Roland Petit". Y recorre el mundo con él.

Para esta compañía, Petit encadena obras magistrales de la danza, entre ellas "Pink-floyd ballet" (1972), "La Rose malade" (1973), "L'Arlésienne" (1974), "Proust ou les intermittences du coeur (1974), "Coppélia" (1975), "La Dame de Pique (1978)", Le Mariage du ciel et de l'enfer (1984), "Ma Pavlova" (1986), "Tout Satie" (1988), o "Le Lac des cygnes et ses maléfices" (1998).

La lista de las creaciones de Petit durante los últimos años -se retiró a vivir a Ginebra, donde ha fallecido- es una repetición constante de creaciones y recreaciones que le permitieron ser reconocido e identificado como coreógrafo incluso por públicos no especializados.