Si hay una personalidad que se amolda a la perfección al dicho "morir con las botas puestas", la de Félix Juan Bordes (Las Palmas de Gran Canaria, 1939) es la que consuma la mejor posición a la hora de estirar con pasión el amor por la vida. El catedrático, arquitecto, pintor, grabador y académico moría ayer a los 80 años, en el Hospital Materno Infantil, impregnado aún del olor de los botes de pintura abiertos, con los pinceles chorreando (aunque ahora usaba las manos), pero también de viaje entre sus micropaisajes, microperaciones de insectos inventados, con el Bosco al revés y al derecho y la sopa del plancton... Hasta hace unos meses, octubre de 2019, sin ir más lejos, se entregaba con el afán del creador sin piedad a la finalización de un mural descomunal (56 metros cuadrados) para la Talasoterapia del Gloria Palace de San Agustín, renovado por Gadap, el gabinete de arquitectura y urbanismo que tenía con sus hijos Ricardo y Félix Juan.

Nada hacia temer el mazazo. Primer hijo varón y cuarto de una familia de ocho hermanos, su padre, Félix Bordes Martín, era un Ingeniero de Armas Navales, consignatario, que presidía la Naviera Atlántico. Su madre, Otilia Caballero Massieu era nieta del pintor impresionista Colacho Massieu. Estudia Arquitectura en la Escuela de Madrid (1957), al igual que su hermano Juan Bordes, escultor, pero ni el mar, como navegante a vela, ni la pintura, integrantes de su genética, van a seperarse de su fructífera biografía.

Extasiado y unido hasta la médula al gran mural que preparaba, el artista recordaba recientemente que su padre, sabiamente, le había aconsejado que hiciera primero Arquitectura, y que la pintura quedarse en un segundo término. Pero su mirada de creador no quedó silenciada: realizó cursos en Bellas Artes, viajó por Florencia, Venecia, Roma, Milán y Asia, y alcanzó el compromiso personal de mantener el fuego encendido pese a su dedicación prioritaria a la arquitectura y a la enseñanza. El futuro lo determinó su vínculo con la larga familia que había formado. Ni una oferta que le hizo la reconocida galerista Juana Mordó le llevó a cambiar de dirección.

En 1973 obtiene la Cátedra de Proyectos Arquitectónicos III, de la aún Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA) de la Politécnica de Las Palmas, de la que sería director. Félix Juan Bordes será maestro de una generación de estudiantes que afianzó sus conocimientos en una etapa donde todavía no se vislumbraba la futura ULPGC. En el ejercicio privado de la profesión, dirige proyectos que consolidan el carácter residencial de Las Palmas de Gran Canaria, así como su crecimiento económico. Junto a Agustín Juárez, diseñó en 1973 el Albarboa (en la calle Albareda 6, conocido como el BBVA): los apartamentos Internacional (1965, calle Hermanos de la Torre); el edificio Ámbar (León y Castillo), también con Juárez; Protucasa y El Caserío en el Sur; la sede de Bankia en Triana (antes Caja de Ahorros, e inicialmente Almacenes Cardona); varias fases de la Institución Ferial ( Infecar); el edificio de Humanidades y la ampliación de la Biblioteca General del campus de Tafira; la sede del Conservatorio Superior de Las Palmas y La Marina (calle Luis Doreste Silva), entre otros.

Una carrera de la que nunca se jubiló y a la que siguió unido a través del gabinete multidisciplinar integrado por varios de sus hijos, a los que asesoraba en todo lo que le pedían, especialmente en aspectos derivados de la ordenación urbanística. Un conocimiento del que Félix Juan Bordes había dejado constancia con sus propuestas para el Frente Marítimo de la capital; la búsqueda de una alternativa para la división del casco histórico de Vegueta-Triana por el cierre del cauce del Guiniguada, y la rehabilitación del Parque de Santa Catalina con la conservación de las sedes de Elder y Miller, por citar detalles de un historial laboral extenso e intenso, que, en el ámbito del planeamiento, alcanzó a distintos municipios de la Isla donde desarrolló sus encargos.

Pero la dedicación profesional no mitigó en modo alguno su otra faceta, la artística, también abarrotada. Acude a Arco '84 y Arco '86 en Madrid, representado por la galería madrileña Seiquer. En 1990 presenta dos exposiciones individuales, una en la Casa de la Cultura y Sala de Arte del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y otra, en la reapertura de la Sala de Arte La Regenta en Las Palmas de Gran Canaria, ambas organizadas por el Gobierno de Canarias. Se trata de una primera retrospectiva de más de veinte años de trabajo del artista, compuesta por 60 obras fechadas entre 1969 y 1978, pertenecientes la gran mayoría a colecciones privadas.

En el año 2000 acudió a la Feria de Arte Gráfico Contemporáneo Estampa con la Galería Hamalgama Ecca. De su primer viaje al Taller de Grabado No Tóxico Atelje Larsen en Helsinborg, Suecia, surge la serie de obra gráfica Ensayos y simulacros, que formará parte de la exposición Kanarisk Grafik, en Suecia.

En el año 2003 la Sala de Arte La Recova y los Espacios Borges Salas realizan una retrospectiva del artista que abarca cuarenta años de producción pictórica con el título Escenarios, apariencias y movimientos 1963. En el 2006 presenta la exposición de obra gráfica La plancha de cobre como si fuera papel? (1973-2005) en dos sedes, Centro de Artes Plásticas, y en el Cicca

En septiembre de 2008 presenta una ambiciosa exposición en Casa África con el título AEA Tubab: ¿África es así m´zungu? (África es así: hombre que viene de fuera?), compuesta de tres partes bien diferenciadas, obras de técnica mixta sobre lona titulada Sensaciones animistas y esencias africanas, la segunda parte estará compuesta por grabados a la electrólisis sobre plancha de cobre y titulada Encuentros con la fauna imaginada: especies en peligro de extinción y por último, pirograbados sobre madera de haya cuyo título es Códices africanos y leyendas del Sahel.

En el año 2010 se produce su ingreso como Académico Numerario en la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel por la sección de pintura. A partir de este año, participa en diversas exposiciones como: Artistas Canarios del siglo XX en la Galería Estudio Artizar en Santa Cruz de Tenerife; Pintura Canaria del siglo XX, la cual itineró por la Galería Municipal de Bratislava, Eslovaquia y nuevo ayuntamiento de Praga en la República Checa.

Frente a la potencia disciplinar de la arquitectura, siempre sometida a la operativa de la racionalidad constructiva, Félix Juan Bordes es capaz de levantar un orbe creativo anclado inicialmente en el surrealismo, pero desde el que evoluciona para encontrar su propio lenguaje, plasmado en los inmensos murales que acababa de terminar. En ellos está su curiosidad por las culturas orientales, el mundo de los sueños, el psicoanálisis, la experiencia de las nuevas tecnologías de la imagen... Pero también registros en los que subyace ese miniaturismo del Bosco, donde una sola figura puede ser una obra única; su complementariedad con Matta o con Twombly y, a fin de cuentas, la belleza que desgranó en una conferencia que impartió recientemente en la Fundación Martín Chirino como académico, unas palabras que ahora suenan a testamento artístico. "Se titula Las consideraciones sobre la fealdad y la belleza en el proceso creativo. Siempre está el punto de partida del quebrantamiento de las normas de la clasicidad, en el sentido de que estas quebrantando, si no lo haces no caminas adelante", detacaba a este periódico explicando, entusiasmado, el contenido de lo que iba a ser su intervención.

¿De dónde salen las criaturas que están en el mural? "Yo las llamo entidades... Bueno, un médico amigo me atendió de una extirpación de riñón con un tumor benigno. Me dijo, no te preocupes que te voy a dar un sueño bueno, y me administró más anestesia. Estuve un día y medio afectado, y claro, veía todo eso que está en el mural, sus movimientos... Unas con pelo, otras que flotaban... Si conjugas tu manera de hacer, desprejuiciada, en la que tanto te da ocho que ochenta, es decir, tanto lo pones con barra con tubo o arrojas pintura... [Levanta la voz]. ¡Vamos a ver, tienes todo el derecho del mundo a mover la pintura y las manos como te da la gana! ¡Claro, pueden decir que soy un manierista! ¡Es verdad, lo soy: primero tradicional, y segundo, manierista! ¿Por qué? Pues porque no me interesa la belleza, me interesa la fealdad, porque en sí misma contiene una provocación tal que produce atracción. Estoy hablando de Saturno devorando a sus hijos, de Goya. Lo feo y lo bello son dos conceptos que están unidos, por lo tanto no me preocupo para nada en estos momentos de la fealdad y la belleza cuando pinto".

Fue una de las últimas explicaciones de su compleja obra. Se constata que había llegado a una autonomía intelectual admirable en cuanto a las preguntas sobre su creatividad, deseoso de seguir en la senda. Si la enfermedad más inesperada no se lo hubiese impedido, volvería a estar ansioso, seductor, por comunicar de qué iban sus últimas visitas a espacios restringidos para el resto de los mortales, pero a los que él te invitaba a través de una dialéctica hiperactiva, llena de emociones.