Impresiona y casi asusta ver a Liam Gallagher sobre un escenario sin su hermano Noel haciendo las veces de pertinaz escudero. Por mucho que ahora esté flanqueado por los también ex Oasis Andy Bell y Gem Archer, y por mucho que tenga un carisma dinosáurico e irrompible a prueba de balas, a Liam le falta algo. Le falta su némesis. Es como ver a Axl Rose sin Slash, con la salvedad de que en este caso nadie hace un uso extraño del nombre original, detalle este que suaviza las cosas.

Sea como fuere, Beady Eye (que así se llaman ahora) presentó el pasado viernes ante una abarrotada y ya de por sí entregada sala La Riviera su primer disco, 'Different Gear, Still Speeding', un trabajo sorprendentemente fresco y directo, que escapa deliberadamente de la monstruosa épica de las últimas grabaciones de Oasis. Suena vigorizante y eso no puede ser casualidad.

Con ilusiones renovadas, el malencarado frontman ha cumplido su palabra y no hubo recuerdo para el pasado de la legendaria banda británica. No parece el menor de los Gallagher de esos que cierran una etapa y luego están constantemente mirando hacia atrás. Sí lo hace, descaradamente además, en el terreno musical, donde el pop británico de los sesenta y setenta sigue siendo el eje vertebrador de las nuevas canciones, incluso con momentos cercanos al plagio como ese 'The Roller' que se parece en exceso al 'Instant Karma' de John Lennon. Incluso tiene una canción que se llama 'Beatles And Stones'.

Homenajes y semejanzas a parte, fue apagar las luces y comenzar a volar las cervezas a modo de bienvenida entre un público en gran medida foráneo y totalmente entregado con Gallagher, que partía con la ventaja ganada de antemano del favor de una sala que durante la escasa hora que duró la actuación no desistió en ningún momento en su entrega a su 'ídolo'.

Empezaron con 'Four Letter Word' y ya desde este momento se pudo ver a un Liam Gallagher mucho menos estático que en su última visita con 'Oasis' y que incluso se atrevió a tocar la 'guitarra imaginaria'. Bastaron un par de minutos para constatar que La Riviera es un recinto que se le queda pequeño a una de las últimas estrellas del pop británico, cargado de una pose muy bien aprendida.

De la misma manera que no se sabe si un disco es bueno o no hasta que se escucha al volumen apropiado en el equipo adecuado, no puedes saber si un grupo es bueno hasta verlo en directo. Y 'Beady Eye' son un buen grupo con un buen disco. No hay tantos que puedan presumir de esto.