Negro, blanco, gris y plata, pantalones anchos, chaqueta sobre chaqueta, o sobre bolero, y calzado confortable, dieron el tono Chanel para el invierno 2011-2012, presentado por Karl Lagerfeld sobre una pasarela humeante, en medio de un oscuro, inmenso y perdido bosque.

Lagerfeld volvió a utilizar en su totalidad la inmensa nave central acristalada del Grand Palais para recrear una naturaleza hostil y misteriosa, a juego con el poema que inspiró su colección, "Coloquio sentimental" (1869), con el que Paul Verlaine cerró sus "Fiestas galantes".

Acorde con el desencuentro narrado por el poeta simbolista de quienes apenas tienen ya nada que decirse, la escenografía siempre exquisita de Chanel quedó atravesada por un larguísimo podio al que daban acceso dos grandes compuertas también humeantes.

De un extremo al otro, sin volver tras sus pasos, las maniquíes lucieron al principio alguna prenda, algún detalle de color, como un escueto bolero rojo, una chaqueta granate sobre capa negra corta, todo de tweed; o un bolero verde oscuro sobre americana negra.

La negritud ambiente incluía como telón de fondo de las gradas donde se sentaba el público las sombras fantasmagóricas de un bosque sobre un suelo tapizado de gravilla y pedruscos de tamaños variados, por supuesto negros, a ambos lados de la pasarela.

Tras el desfile, la diseñadora Inès de la Fressange, ex supermodelo exclusiva de Chanel, comentó a Efe que ésta no le había parecido "la colección más bella" de Chanel, pero vaticinó que en la boutique no todo será negro.

"Yo en este momento tengo más bien ganas de alegría, de colores, de frescura, pero por otro lado Lagerfeld es muy creativo y tiene siempre un montón de formas, de cosas diferentes", agregó.

En cualquier caso, el negro será uno de los grandes colores del invierno que viene, como mostró también anoche Stefano Pilati para Yves Saint Laurent, quien a excepción de algunos conjuntos azules y algunos detalles bordados excluyó casi por completo el color.

Aunque no el blanco, con el que iluminó trajes pantalón, monos, vestidos de espalda desnuda o espectaculares abrigos de plumas, adornados con algún discreto y exquisito detalle dorado.

El modisto Jean Charles de Castelbajac dio la primera gran nota de color de este octavo día de colecciones, con una visión invernal inspirada el surrealismo, titulada "Woman Ray", destinada a vestir a una "heroica" mujer como la plasmada por André Breton (1886-1966) en "Nadja".

Además del rojo, beiges, marrones y negros y algunos, raros, azules, vestirán a la mujer Castelbajac, amante de pantalones anchos estampados multicolores y vestidos túnica como libros enteramente bordados de lentejuelas.

Hubo también en su pasarela trajes de chaqueta y conjuntos pantalón de cuadros, marrones o rojos, a veces adornados con flecos, amplias faldas largas hasta el suelo, rojas o beiges, abrigos acolchados, botas altas y estampados con multitud de rostros.

Para terminar, sin miedo a la muerte, con vestidos negros de noche, decorados con un esqueleto o una calavera estampada en el delantero y algunos detalles bordados de lentejuelas.

Además de desfiles, y cada vez más, la semana de colecciones de París volvió a llenarse de presentaciones especiales, como las de los artesanos del lujo respaldados por Chanel, quien adquirió algunas de las firmas más representativas del saber hacer nacional.

Ejemplo de esta tendencia que en la alta costura encuentra una de sus máximas expresiones en las colecciones de lencería de la supermodelo Natalia Vodianova para Etam, lo brinda en el Prêt-à-Porter la línea de bolsos de la supermodelo Kate Moss para Longchamp.

La semana del Prêt-à-Porter es también la elegida desde hace años por la firma de joyería Swarovsky para dar a conocer lo ultimísimo de sus creaciones, sus piezas alta costura únicas e irrepetibles, su última línea Disney y, para el invierno 2011-2012, su primera colección Hello Kitty.

En el terreno de las presentaciones paralelas, hoy fue además el día Paco Rabanne, para presentar la versión invierno 2012 del histórico bolso "69", creado en 1969 y símbolo perfecto del anticonformismo de la época.