- El público suele pedir en sus conciertos las canciones de la época de 'La vida no vale nada' (1976). ¿Cómo afrontar estas peticiones estando como está usted en otra etapa musical?

- Uno siempre mantiene su esencia, aunque claro que hay etapas en las que uno varía, por las condiciones culturales del medio que nos rodea. Cambian los textos, la poesía, cambian los ritmos, la sonoridad. Pero me complace mucho que en 46 años de trabajo la gente recuerde todavía mis canciones de otras etapas: no me molesta en absoluto cantar Yolanda en todos los programas, cantar Yo pisaré las calles, El breve espacio, y demás, pues son canciones que indiscutiblemente se mantienen en el gusto del público.

- Un público, por lo demás, integrado por generaciones muy diferentes.

- Pues sí, tengo el gusto de ver en un mismo recital a abuelos, hijos y padres juntos. Me parece de lo más saludable. En estos casos la tradición oral vale mucho, de ahí que las cosas no mueran aunque no se divulguen por los canales más comerciales. Ese es el gran valor de la transmisión oral.

- Siendo una persona muy preocupada por integrar los distintos estilos de la música cubana en sus creaciones, ¿qué le queda por hacer a Pablo Milanés tras 46 años?

- Muchas cosas. Mira, te voy a poner el último ejemplo: acabamos de hacer un festival de música electrónica aquí en Cuba, donde había miles de jóvenes escuchando la música que hacen los DJ cubanos, que están bastante adelantados en relación con el mundo. Vi a dos o tres allí, conversé con ellos y creo que mi próximo disco lo voy a hacer en colaboración con un DJ de aquí que trabaja muy bien la música electrónica. Y queda pendiente también un trabajo con la rumba. Sabes que la rumba contiene tres ritmos fundamentales, el yambú, el guaguancó y la columbia, y pienso adentrarme en esa música de lleno.

- ¿Cómo se ve la actividad musical canaria desde Cuba?

- La música canaria en Cuba se puede decir que se ignora bastante. Se conoce más lo popular que suena en todas partes, ni siquiera la mejor música española. Hablamos de una música comercial igual a la que se oye en toda América Latina. Eso es lo que el público conoce, hay una tendencia a escuchar lo más superficial de la música popular.

- ¿Cómo puede afectar esta tendencia a la evolución de la música de autor?

- Yo creo que no afecta. Los verdaderos valores desde cualquier cultura siempre se mantienen; que se conozca o no depende de la divulgación que tenga, de los medios, de cómo las transnacionales se ocupan de venderlo, pero son valores ajenos a la calidad y al desarrollo de esa cultura, que se desarrolla independientemente de eso.

- Si usted, junto a otros compañeros, supone la Nueva Trova Cubana, ¿dónde encajamos a bandas como Moneda Dura o artistas como Alejandro Gutiérrez, Boris Larramendi o Gema y Pável?

- Y hay otros más jovencitos todavía. La trova es un género que llegó y se quedó, como el mambo, el bolero, el filin, el chachachá, el son o la salsa. Hay un manantial de jóvenes que pertenecen también a la Nueva Trova.

- ¿Si sus letras y las de Silvio reflejaban el entusiasmo de la juventud cubana en los 70 y 80, ¿podemos considerar que las nuevas generaciones trovan cierto desencanto en las suyas?

- No se trata ni de desencanto ni de apología. Hay algunos que sí que tienen determinadas actitudes apáticas ante lo que está pasando y otros jóvenes que ven con alegría y con esperanza lo que va a pasar. No podemos pretender que la trova sea un pensamiento o una forma de ser unificadora, sino que hay una diversidad tremenda que se manifiesta en la forma de expresarse de la juventud. Esto también se manifiesta en los creadores. Lo que sí debe quedar patente es que todos se expresen con libertad.

- ¿Qué supone para un artista que permanece en Cuba la afirmación de que reciben privilegios que no están al alcance del resto de cubanos?

- Nosotros no somos ningunos privilegiados; pasamos, aunque no lo crean, la mayoría de los problemas que se pasan en Cuba. Yo no estoy dentro de la oficialidad, no tengo ningún privilegio que tienen los oficiales, no soy ministro, ni militar, sino un civil que gana con su sudor lo que tiene que ganarse. Y no lo gano ni siquiera en Cuba, tengo que salir desgraciadamente fuera de Cuba. Ya quisiera yo ganarme la vida en mi país, igual que se lo merece todo el mundo.

- ¿Le quitamos la erre a revolución, como propone Silvio Rodríguez en 'Segunda Cita'?

- Más que revolución o evolución, estamos viviendo una etapa de esperanza. Eso es lo que tiene que tener el pueblo cubano en estos momentos, porque no tenemos más nada. Tenemos que mantenernos con la esperanza de que Cuba va a cambiar, y que el cambio será a mejor.