-¿Por qué ha publicado una segunda parte de su anterior novela La nieta del maharaní?

-Mi primer libro terminaba justo en el momento en que mi madre me confiesa quién es ella realmente y muchas personas que lo leyeron me preguntaron qué había sucedido después. Por eso decidí escribir esta segunda parte en la que hago el mismo viaje que hizo Anita Delgado a la India, y relato cómo fue el encuentro con la familia Kapurthala. Este libro es más un recorrido de las emociones y una búsqueda más personal, pero cualquiera se puede identificar con la historia ya que intento conocer a mi padre biológico que se había muerto en el 82 y a mi madre. He descubierto otros caminos, a través de dos tías y las historias que ellas me explicaron.

- ¿Cómo surgió el argumento de estas dos novelas?

-Surge cuando yo, con 42 años, descubro que mi padre verdadero era el hijo de Anita Delgado, la bailaora malagueña. Su abuela se casó a los 17 años con el marajá de Kapurthala y se convirtió en maharaní, pero el desengaño de encontrar en la India a otras cuatro esposas hizo que se divorciara y volviese a Madrid. Fruto de esta unión nació Ajit Singh, que se enamoró de Zahra, la hija de Laila, mi abuela materna. A Zahra le amañaron un matrimonio con Anwar Akhtar, un joven ambicioso que acepta casarse con ella a cambio de una carrera que les llevó hasta Australia.

- ¿Considera que es también una novela de mujeres?

- Sólo en el sentido de que viene marcada por el carácter de mi madre y por el de mi tía Hafsa, que estuvo conmigo en mi adolescencia. Por eso, las historias recorren escenarios y culturas aparentemente dispares, ya que van de Nueva York a Beirut, y de Londres a Nueva Delhi, y la novela sirve para descubrir cómo algunos sacrificios del pasado nos permiten ser quienes somos en la actualidad.

- ¿Por qué le ocultaron su verdadero origen?

- La vida de mi madre fue muy trágica. Era soltera, en los años 70, de una familia conservadora musulmana, y entonces esto era una humillación total, y mi abuelo materno la obligó a casarse con un señor paquistaní. Lo curioso es que empecé a bailar flamenco diez años antes de saber que tenía la sangre de una bailaora en las venas.

- ¿Cree que el tema del libro está en plena actualidad?

-Sí, todo tiene mucho que ver con los españoles porque hablo de los sentimientos humanos, y estos no son medio árabe, ni indios, ni españoles. Es por saber de dónde viene la sangre. Esta es la historia de una princesa perdida, porque este título que me dio la familia Kapurthala no me aporta nada económicamente. Lo que sí me ha dado es una tranquilidad, un saber quién soy y una confianza. No soy princesa porque, aunque tengo el título, no lo utilizo. Mi vida no ha cambiado nada, ya que vivo en el mismo piso en Nueva York y saco a mi perro todos los días a las 7 de la mañana. Ha cambiado sólo porque estoy más tranquila.

-También hay denuncia sobre la situación de muchas mujeres en Medio Oriente.

- Sí, hablo que las mujeres de Medio Oriente no tienen que vivir detrás del velo y hablo de cómo son estas mujeres porque, en el Medio Oriente, como en España, la fuerza de la familia de verdad es la mujer.

- Usted tiene una amplia experiencia periodística.

- Trabajé para el canal de noticias CBS en Nueva York desde enero 1993 hasta julio 2006, y fui directora de CBS Communications en 1995. En el año 2000 estuve de jefa de personal de Dan Rather. Estuve quince años trabajando en el mundo del periodismo, en donde se trabaja mucho y no pagan bien. Ahora soy free-lance de muchas revistas de moda, y vivo con más precariedad todavía. Pero, viendo lo que pasa en Medio Oriente, echo de menos el periodismo.

-En su biografía destaca también su trabajo como asistenta del manager de The Cure.

- Fue durante seis años. Era la secretaria del manager en Nueva York, y dos años después me hizo la proposición de ir de gira con el grupo. Empecé con ellos en el año 1986, cuando publicaron Standing on the beach. Y terminé justo en Disintegration. Recuerdo que me llevaba muy bien con Robert Smith, es muy tímido y muy privado.