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Libros

La hipocresía como delito

Petros Markaris vuelve al ahora comisario Kostas Jaritos tras su trilogía de la crisis

La hipocresía como delito

Petros Markaris (Estambul, 1937) nos ha acercado la realidad griega principalmente de dos formas: la primera, a través de sus artículos en la prensa alemana, que fueron traducidos, recopilados y publicados por Tusquets con el título 'La espada de Damocles'; la segunda, desde las aventuras de su protagonista, el investigador Kostas Jaritos, que recorre los barrios de Atenas con sus pesquisas mostrándonos los recovecos de la ciudad y la vida diaria, sus hábitos, anhelos y las frustraciones de sus habitantes. De una forma u otra, siempre se ha centrado en la cuestión social con reminiscencias constantes hacia la historia más cercana de su país, la de la guerra civil griega (1945-1950), que ha forjado el presente de la nación y de la que ninguna sociedad se puede zafar. “La guerra civil es lo que nos acerca a los escritores españoles y a nosotros, los griegos”, suele recordar cada vez que conversamos sobre el conflicto armado. De ahí que se le considere uno de los escritores de la generación que construyó la novela negra mediterránea, con Manuel Vázquez Montalbán y Andrea Camilleri, formando con ellos los tres mosqueteros de ese estilo. “Hay que incluir también a Jean Claude Izzo”, me recuerda Markaris, cada vez que hablo de los pioneros de esa corriente. Así que de esta manera, Izzo, el creador del investigador Fabio Montale y la trilogía de Marsella, se convierte en el D’ Artagnan de ese singular trío.

La novela negra mediterránea incide en las cloacas sociales y en las de la Historia, por lo que de la mano de Markaris conocimos cómo se había provocado la crisis económica griega, que luego vivimos y sufrimos nosotros, y sus efectos en las diferentes capas sociales, cuestión que reflejó en su exitosa Trilogía de la Crisis, compuesta de 'Con el agua al cuello', 'Liquidación final' y 'Pan, educación y libertad'. En esta última entrega, La hora de los hipócritas, Markaris ha ascendido a comisario a Kostas Jaritos, con proyección a cargos de mayor calado y responsabilidad. Nos presenta a Jaritos como siempre lo conocimos: rodeado constantemente de su familia, esa familia griega que aglutina a todos los miembros vivos y hasta los muertos, que de una forma u otra también están presentes, y en esta ocasión se añade uno nuevo, su nieto Lambros. Si tuviéramos que buscar a un hermano del comisario Kostas Jaritos dentro de la literatura policiaca mundial, estoy seguro que la mayoría coincidiríamos en el comisario Jules Maigret de George Simenon. Ambos presentan vidas familiares sencillas, sin grandes ni marcados rasgos de temperamento ni estridencias que los definan y los dos despliegan una gran inteligencia práctica. Los que les distingue es que Jaritos se mueve como pez en el agua en las relaciones con el poder y que, cada vez que tiene alguna duda, acude al diccionario Dimitrakos, un mega lexicón de todas las lenguas griegas en nueve volúmenes escrito entre los años 1933 y 1951. Aunque no siempre encuentra en él todas las respuestas, como en esta novela en la que el término “terrorista” no existe. A esto se suma que mantiene su viejo automóvil Seat, que compró en la primera de las novelas de la 'Trilogía de la Crisis', 'Con el agua al cuello', para “ayudar al pueblo español a que supere la crisis”, dijo entonces.

Ahora, en La hora de los hipócritas, mientras celebran el nacimiento de su nieto, se comete un asesinato de un empresario del gremio de la hostelería que realizaba grandes donaciones económicas a organizaciones benéficas. Dicho asesinato es reivindicado por un Ejército Nacional de Idiotas en una nota escrita a mano con letras caligráficas. Lo curioso es que esa supuesta organización terrorista reivindica la autoría del asesinato, pero no explica las razones del mismo, instando ―en la propia nota― a la policía griega a que las descubra por ella misma. Lo anterior no es nada más que un juego literario de Markaris, que siempre ha defendido que «en la novela negra mediterránea no importa quien cometa el asesinato, lo importante es saber por qué se ha cometido». De ahí que en esta entrega nos descubra de inmediato al autor material del asesinato o asesinatos, porque la cadena de homicidios continuará, y nos obligue a seguir con la intriga de por qué razón esa organización, que parece compuesta por un grupo de majaderos, continúa matando a empresarios filantrópicos.

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