Muchos la descubrimos en 2017 por Amárrame, el dúo que firmó con Juanes. Ahora repite receta con Alejandro Fernández en Que se sepa nuestro amor y entre medias hizo lo propio, por ejemplo, con Jorge Drexler o Bunbury. ¿Se siente cómoda con esta fórmula?
Me he sentido cómoda con algunos artistas y con otros, no tanto. Depende mucho del otro artista. Por ejemplo, con Alejandro Fernández, en particular, todo fluyó muy rápido, siempre me sentí muy cómoda. Si lo miro bien, ha sido un súper regalo. Es la primera vez que me adentro en el folclore mexicano ¡y tengo un dueto con Alejandro Fernández! Encima me ha recibido con las puertas abiertas, ha ejercido como mi padrino. En este caso, la fórmula ha sido muy bella. Pero es verdad que por ahí, con algunos artistas, no me he sentido tan cómoda. No me gusta a veces, porque salen colaboraciones muy forzadas. Pero en esta todo fluyó muy bien.
Habla de Alejandro Fernández, que viene de una las familias más importantes de la música mariachi –su padre es una leyenda, Vicente Fernández– como un padrino. ¿Siente que ha recibido el bautismo?
Sí, sí. Se puede decir que sí, que ha sido un bautismo. Y yo he entrado a la música tradicional mexicana con la mesa servida, con los platos llenos de comida, con la copa llena de vino. Me hicieron toda la ceremonia. Me faltó que me metieran en agua. He tenido mucha suerte. ¡Qué bueno!
En un año marcado por la pandemia provocada por el coronavirus, el primer tema que muestra de su nuevo álbum es una canción tremendamente alegre. ¿Lo buscó?
Fíjese que esa canción la escribí antes del confinamiento. Así que no está marcada por todo lo que ha sucedido este año. Sin embargo, el resto del material que le presenté a mi disquera para el nuevo disco está compuesto por canciones que escribí durante el confinamiento y son más oscuras. Cuando escucharon todo, fue entonces cuando en mi compañía me propusieron la posibilidad de hacer un dúo con Alejandro Fernández.
¿Y ahí lo tuvo claro?
No lo dudé, tenía que ser esa canción, Que se sepa nuestro amor. Era la canción correcta para cantar con Alejandro Fernández. Y tenía que ser el primer single, porque un regalo así no lo iba a guardar, no lo iba a esconder. Tenía que salir con esa. Así que no se planteó bajo la idea de “cómo estamos en un año depre, toca salir con una canción alegre”. No. Cuando sacas un disco quieres compartir tu música y la mejor canción que tenía era esa. Es un regalo para mis seguidores, para México y para mí. ¡No me podía pasar algo mejor!
El folclore mexicano, la música mariachi, ha sido un mundo masculino. Ese techo lo rompió Chavela Vargas y ahora entran con fuerza usted, Natalia Lafourcade... ¿Siente que están cambiando las tornas?
Creo que es justo y necesario. El mundo está cambiando y es lo que más me entusiasma. La música mexicana es tan bella, tiene tanta poesía... Que no se puede reducir sólo a las historias del hombre, del macho rudo. Ya no. Pero no sólo la música mariachi. En todos los estados tienen su particularidad, hay mucha música por todo el país y muy rica. Y se cuentan las historias del México de hoy, del mundo de hoy. Y en esa realidad nosotras podemos aportar muchas cosas. Aquí hay mariachi de mujeres cuando antes sólo eran de hombres, del macho. El mundo cambia, insisto. Ya no es así. Cantamos al amor, pero a cualquier amor.
“La música mexicana es tan bella que no se puede reducir a las historias del hombre, del macho rudo”
Usted es de Chile, pero lleva años en México. ¿Qué tiene México que le ha atrapado un poco?
Me ha atrapado muchísimo. ¿Qué tiene México? ¡Qué no tiene México! La gente es tremendamente generosa. En México la gente te da la bienvenida desde el primer minuto, te ofrecen su casa, es muy amable. Están todo el rato llamándote “güerita por aquí, güerita por allá”. Eso es lo primero que me atrapó. Pero luego descubrí una cultura riquísima, una comida deliciosa. Siempre hay una actitud festiva. Me encanta como se ve la muerte en México... Es una celebración que atrapó a muchas artistas plásticas, como Remedios Varo, que se vino y se quedó, o como Leonora Carrington, que se enamoró y se quedó. Es muy surrealista, lleno de colores y sabores. Todo eso me atrapó. Y aquí estoy...
También hay una conexión muy especial, como una espina dorsal que atraviesa el continente entre Chile y México. Le pasó, antes que a usted, a Roberto Bolaño.
Justamente estoy releyendo Los detectives salvajes, un libro que Bolaño escribió cuando vivió en México. Él también se quedó atrapado aquí. Hay una conexión especial entre los dos países. En Chile, probablemente, es más popular el folclore mexicano que el chileno. Y de chica recuerdo ver películas de la época de oro del cine mexicano. A los chilenos nos reciben de una manera muy bonita, con mucha amabilidad y respeto. Tenemos un romance Chile y México.
Ahora que habla de la época de oro del cine mexicano, en el vídeo de Que se sepa nuestro amor tiene un aire a María Félix.
La Doña... Esa era la idea, hacer un homenaje a la época de oro del cine mexicano. Es curioso, porque cuando llegué a México la gente me llamaba La Doña cuando cantaba en un bar de Veracruz. Decían “aquí viene La Doña” y no entendía. Hasta me enojaba porque pensaba que era algo malo. Pero luego ya me explicaron que era porque me parecía a María Félix y me encantaba.
Si echa un vistazo atrás, se ve en sus inicios y repasa el universo que ha creado, capaz de saltar del punk al pop, del rock al folclore mexicano, ¿cómo se ve?
Veo que me la he pasado increíble. He sido libre, me he divertido, le he gastado bromas al mundo. Me gusta mucho este camino, un camino muy libre. En cada álbum he sido súper fiel a lo que he sentido en cada momento. Y siempre con la idea de mejorar, de investigar, de ir un poco más allá. Creo que me lo he pasado muy bien. Ese sería el resumen.
