El escritor Arturo Pérez-Reverte considera que la aproximación a la parte humana de la Guerra Civil que unos y otros "se empeñan en colocar" ahora a los ciudadanos, un acercamiento que realiza en su última novela, 'Línea de fuego'.

Porque, ha indicado el escritor, esa herida "la han reabierto" debido a que "las generaciones políticas actuales carecen de solvencia intelectual" y recurren a argumentos fáciles para suplir esta carencia: "Y la Guerra Civil es perfecta".

Editada por Alfaguara, 'Línea de fuego' llega este martes a las librerías españolas con una tirada inicial de 150.000 ejemplares y otra de 50.000 para los diferente países latinoamericanos en los que se irá publicando en el próximo mes y medio, una novela "de guerra" en la que Pérez-Reverte narra diez días de la batalla del Ebro, la más sangrienta de la Guerra Civil española.

Es la primera vez que Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) centra en este conflicto una de sus novelas, aunque ya había sido telón de fondo de alguna de ellas, algo que, según ha confesado este martes en la rueda de prensa en la que ha presentado su nuevo libro, había evitado hasta ahora.

Pero los testigos directos de la guerra, entre ellos familiares suyos, han ido muriendo y solo queda "el discurso ideológico que están utilizando claramente" los políticos con "diferentes intenciones políticas", ha señalado el escritor y académico, que ha considerado que era el momento oportuno para escribir esta novela.

Una novela que no es, ha insistido, un libro de Historia, y con la que ha querido acercar los testimonios humanos, "devolver la parte humana al discurso de la Guerra Civil".

"Esta novela es sobre nosotros, es nuestra historia, estamos aquí porque nuestros padres o nuestros abuelos sobrevivieron a esta guerra, es nuestra propia memoria y acercándonos a ella podemos entendernos mejor", ha indicado Pérez-Reverte, que ha insistido en que no pretende "resolver el conflicto ahora de nuevo latente de la Guerra Civil".

Pero la aproximación a la parte humana de la Guerra Civil "es lo único que nos salva del discurso partidista y miserable que unos y otros nos están queriendo colocar·, ha dicho el escritor, la "única barrera contra ese discurso disparatado e irresponsable que se empeñan desde hace un tiempo en colocarnos los hunos y los hotros, con la "h" unamuniana", ha dicho, en referencia a la forma en la que Miguel de Unamuno designó a los dos bandos.

"Cuando oigo hablar ahora a los políticos de la Guerra Civil con una irresponsabilidad y un desconocimiento tan extremo de lo que fue el drama humano, me digo ¿cómo se atreven?", ha recalcado el escritor y académico.

Pérez-Reverte cubrió como periodista siete guerras civiles en África, América y Europa y con esa "memoria personal", la "memoria documental" de los múltiples libros que ha leído sobre la guerra civil española y la "memoria familiar" de lo que le contaron ha construido esta novela.

Su intención era, ha explicado, que cuando el lector llevara cien páginas leídas no le importara a qué bando pertenecían los personajes de su novela, todos ellos jóvenes en el frente que perdieron la guerra independientemente del lado en el que estuvieran.

Porque, ha recordado, fue común a ambos bandos la facilidad "con la que echaban la carne al matadero" en esta batalla del Ebro, en julio de 1938, que escogió como escenario por ser la más emblemática y la más sangrienta, con 20.000 muertos, del "choque de carneros" que fue la Guerra Civil española.

Una guerra en la que la mujer fue "la gran perdedora", pues en tres años perdió los avances de un siglo y pasó de ser dueña de sí misma a ser "esclava sumisa de confesores, maridos y bienpensantes".

Consciente de que su novela no va a gustar "ni a los hunos ni a hotros", Pérez-Reverte ha reconocido que esto le suscita cierto "retorcido placer": "Sería triste pensar que no suscitase malestar en quienes utilizan la Guerra Civil como arma ideológica irresponsablemente. Si a esas personas les molesta mi novela me harán extremadamente feliz".

E insiste que fueron todos los jóvenes de entonces, los padres y los abuelos de hoy, los que perdieron la guerra porque, como dice uno de los protagonistas de la novela, "es lo malo de estas guerras. Que oyes al enemigo llamar a su madre en el mismo idioma que el tuyo".