La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Trabajar con lo invisible

Félix Juan Bordes transmitía el ímpetu y el desbordamiento creativo a borbotones, la capacidad de replantearlo todo tratando de transgredir

Dibujo a lápiz de la serie ‘La multiplicidad de los selvático’, de Félix Juan Bordes.

Después de tantos años de creatividad incesante y generosa, nos ha dejado en profunda orfandad cultural Félix Juan Bordes Caballero, arquitecto, pintor y profesor. Nos queda para siempre, eso sí, el enorme legado de su obra y su pensamiento, además del apreciado recuerdo que deja en todos. No podría, en estos momentos, describir las múltiples facetas de su desarrollo creativo, a pesar de que sus obras crucen e iluminen nuestra mente al recordarlo, pero intentaré tratar de indagar en lo que es común a todas ellas, en esa clave profunda que se nos esconde, y que, sin duda, está relacionada con su propia esencia, personalidad y capacidad para compaginar diferentes actividades creativas e intelectuales, aun manteniendo la excelencia en cada una de ellas.

Félix Juan transmitía el ímpetu y el desbordamiento creativo a borbotones, la capacidad de replantearlo todo tratando de trasgredir los dogmas, de ser ironista y nunca conformista. Es posible que esta cualidad sea la que define mejor la estructura común a su múltiple esfera creativa; y se relaciona por supuesto, con su característica energía y su velocidad de pensamiento, tanto como con su especial mirada abierta del mundo. La velocidad era para él una cualidad determinante, capaz de trascender el propio resultado - la obra o el proyecto – convirtiendo el proceso creativo en una parte fundamental del mismo. La velocidad, evita el entretenimiento excesivo y perderse en lo minúsculo, lleva a descubrir lo sustancial, a mantener la atención en lo global, a no perder de vista lo circundante, a mantener cierta amplitud en la mirada. Y ello lleva a detectar lo sustancial a la vez que interesarse por los paisajes (mentales) amplios.

Croquis del interior de un hotel no construido en Maspalomas.

Croquis del interior de un hotel no construido en Maspalomas. GADAP - Bordes, arquitectos

La relación entre lo que se ejecutaba, siempre en simultaneidad, en su taller de pintura y en su estudio de arquitectura, no aparenta, sin embargo, una continuidad esperable ni evidente. No le gustaba - o incluso le repelía - lo evidente; prefería trabajar siempre con la complejidad de la realidad.

Su obra muestra el modo especial de mirar el mundo que tenía Félix Juan, su constante voluntad de transgresión y su velocidad de acción y pensamiento

decoration

La arquitectura, por su especial vinculo social, requiere de tiempos muy largos de ejecución, así como de precisión técnica y de condiciones predeterminantes, que la diferencian - desde el punto de vista de la acción personal – de su otra actividad dominante, la pintura, más directa y abierta a la emoción. Aunque en su caso, la pintura se desarrollara en series monográficas, no repetitivas, que le permitirían extender la investigación más allá del gesto inmediato. Sin embargo, más allá de las diferencias entre los tiempos de realización y los compromisos obligados de cada arte y, sobre todo, más allá de lo aparente, la obra de Félix Juan es trascendida por un fondo personalísimo común a todas ellas. Avanzando sobre la razón intelectual (muy presente siempre), es decir, sobre las decisiones apriorísticas, su obra muestra el modo especial de mirar el mundo que tenía Félix Juan, su constante voluntad de transgresión y su velocidad de acción y pensamiento. Cada una de sus obras, muestra el reflejo del espíritu que las atraviesa; tal como corresponde a todo gran creador.

La velocidad, que lleva a la visión amplia y a reconocer lo lejano y abierto, aun cuando se trabaja en el detalle, condiciona la percepción y el papel del entorno – de lo que nos rodea – trascendiendo lo menudo, para centrarse en el amplio paisaje de las relaciones o en las transacciones fluctuantes entre objetos o personas, ya sea en un cuadro o en un proyecto. El paisaje abierto, abstracto, es un elemento común a su obra. No sólo entendido en su literalidad formal y acabada, sino como un escenario cambiante, como representación del mundo y su complejidad, de la naturaleza viva y en movimiento y, por supuesto, de la actividad y emociones humanas. El paisaje formaba parte esencial de su mirada, lo que explica que Félix Juan fuera pionero en España, de el especial modo de entenderlo que es característico del presente. En los años setenta y ochenta, en las escuelas de arquitectura del país el foco estaba, quizás en exceso, en lo disciplinar y objetual, y el insistía - se empeñaba y nos arrastraba - en la direccion más inclusiva, en aquella que entiende la arquitectura en condiciones, no de dominio, sino de simultaneidad con su entorno.

Croquis para un hotel de Maspalomas, señalando las interacciones arquitectónicas iniciales.

Croquis para un hotel de Maspalomas, señalando las interacciones arquitectónicas iniciales. GADAP - Bordes, arquitectos

Entendía el paisaje trascendiendo la disciplina propia, planteándolo como un elemento potente de interacción mutua con el artista y con el ser humano

decoration

Muchas veces vimos a Félix Juan entretenido en esos dibujos semiautomáticos, que se producen habitualmente durante una reunión o una conversación tediosa. En su caso no era nunca el gesto repetitivo que es común a la mayoría, sino el trazo rápido y activo de quien construye, sobre el blanco del papel, un espacio habitado por seres activos, inquietos. Ese modo enérgico de moverse, de habitar y de construir un nuevo espacio de relaciones, quizás explique lo común entre su pintura y su arquitectura. Entendía el paisaje trascendiendo la disciplina propia, planteándolo como un elemento potente de interacción mutua con el artista y con el ser humano. Esto se expresa con claridad en sus bocetos y cuadros más espectaculares. Pero también en sus croquis iniciales, en el modo de aproximación a su arquitectura, no reducida al objeto con valor en sí mismo, sino planteada desde una visión más amplia, como respuesta a los condicionantes intangibles tensiones y líneas de fuerza, que cualquier lugar (artificial o natural) posee, y que el se empeñaba en que viéramos. Ver lo invisible; trabajar con lo invisible.

Su arquitectura, desarrollada durante cincuenta años, cubrió, por supuesto, momentos diversos que se corresponden con series largas. Indagó, cada uno de ellos haciendo zooms reiterativos; alejamientos y aproximaciones sucesivas desde lo global al detalle. En cada uno de esos procesos, se detecta la atención al contexto, nunca de forma literal, sino como un paisaje borroso (con los ojos entornados decía con frecuencia a los alumnos), atendiendo al modo en que el proyecto podía encajar, o más bien encontrar “acomodo”, en su lugar específico, preguntándose sobre él, si debía hincarse en la tierra o volar, si debía mantenerse horizontal y pegado al suelo o si vertical y de pie. Decisiones como estas, trasladables al gesto (los dibujaba con las manos mientras hablaba), estaban con frecuencia, en el principio de sus proyectos, como lo están en sus dibujos y grabados.

Es posible que este modo de entender y trabajar el paisaje sea la que otorgue unidad (no evidente) a su trayectoria. La que una lo aparentemente disperso, pero sin reducirlo a lo taxonómico y clasificable. Porque como todo lo complejo, como la sociedad, como la ciudad, como el mundo, no permite la simplificación sin protesta o daño. Cualquier intento de reducción, en esta visión holística, deja ciertamente incompleta o menguada la expresión de lo real. Él era muy consciente de esto, manifestando el rechazo de lo dogmático, de lo reductivo, lo objetual, lo lavado...o pasado por lejía, como me escribía hace años su hijo Félix.

En su pintura se encuentra el paisaje, entendido como lugar de la acción y en todas sus escalas; desde el universo flotante de habitantes microscópicos de líquidos acuosos, o los corpúsculos nacidos del polvo vertido de los tintes, a las aglomeraciones o acumulaciones de cuerpos ingrávidos, todos ellos en un éter de densidades variables. Escala, que aumenta en el proyecto arquitectónico, pero sin cambiar de actitud, manteniendo la intención de interactuar con el entorno, que se entiende como campo de acciones y de fuerzas imantadas, de líneas de relación ocultas, generador de tensiones entre cuerpos y construcciones, pero también de las transacciones que construyen, invisibles, a la propia ciudad. Esta actitud también aparece en sus múltiples proyectos sobre el paisaje real, sobre el territorio insular, denso y arrugado de Gran Canaria, por la que tanto amor sentía, trabajando siempre con voluntad de transformación de lo existente, aceptando las múltiples heridas (escombreras, carteles, construcciones insensibles) infringidas a su territorio. Heridas que, en su mano, eran entendidas, no como escoria o material a eliminar, sino como materia transformable creativa y de oportunidad.

Pintura al gouache, 'Tetir', 2002, de Félix Juan Bordes

Se requiere una alta capacidad e inteligencia para abarcar, aceptar y comprender lo complejo sin necesidad de reducirlo o tratar de racionalizarlo. Ya sea en la interpretación de la cotidianeidad, como en la expresión de las ideas más abstractas. Asombraba su facilidad para mantener múltiples enfoques de manera simultánea. Esta se manifestaba con nitidez en sus clases y conversaciones en la Universidad, en sus manifiestos culturales, en su pintura, o en su arquitectura. Era frecuente, en cualquiera de las conversaciones (en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en la Academia Canaria de Bellas Artes) mencionara Félix Juan el último libro, o articulo leído, película o documental, y que en la misma reunión, saliese una cita a un cuadro, o muchos, o a su último proyecto en marcha, o a la próxima conferencia que pensaba dar (o, acerca de su adorada familia); haciéndolo siempre de una manera propositiva, fluida y etérea (en el sentido literal), como si todos aquellas emergencias se uniesen a modo de partículas arrastradas por una misma corriente (como en sus cuadros). ¡Cuánto las echaremos de menos!

Su trayectoria arquitectónica, excelente, extensa y fructífera, fue desarrollada en sus primeras décadas junto a nuestro admirado y querido Agustín Juárez, y luego, en el estudio GADAP-Bordes, acompañado de sus hijos, que continúan su legado con excelencia

decoration

Tuvimos sus amigos la suerte de conocer a una persona maravillosa, polifacética como pocos, catedrático de Proyectos Arquitectónicos, arquitecto, pintor, y padre y esposo de una extraordinaria familia… Siempre dispuesto a participar y aportar ideas en las reuniones de la Escuela de Arquitectura (de la que fue director), de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, de la que es miembro Numerario, en los numerosos jurados (cuánto agradecemos su generosa y espléndida participación en el jurado de 2015 de Arquiathesis), en tribunales académicos, tesis doctorales, concursos de arquitectura, tanto como miembro del jurado, como a modo de participante, ganando siempre con magníficos proyectos. Su trayectoria arquitectónica, excelente, extensa y fructífera, fue desarrollada en sus primeras décadas junto a nuestro también admirado y querido Agustín Juárez, y luego, en el estudio GADAP-Bordes, acompañado, como siempre de sus hijos, que continúan su legado con excelencia.

Félix Juan cumplió los ochenta hace justo un año. Su familia organizó una fiesta sorpresa en su finca del Monte Lentiscal, logrando que fuera inesperada para él mismo, pero también para todos los asistentes, al trascender con mucho lo habitual, y convertirse en un auténtico happening artístico. El espacio que eligieron para la celebración principal permanecía inicialmente oculto a la vista por su especial disposición. Se llegaba a él por una rampa lateral de piedra, a modo de camino real, que se abría al llegar arriba al paisaje. Tenía forma de terraza natural, bajo la sombra de un bosquecillo de encinas. A su espalda se encontraba limitado este espacio por un muro de contención de piedra suelta, del que habían colgado sus hijos una larga sucesión de magníficos cuadros suyos de gran dimensión. En ese ambiente (mejor teatro que ninguno construido) fue desarrollándose la verdadera sorpresa del evento, con la actuación en secuencia emocionante de cada uno de sus nietos, recitando poesía, danzando, cantando e interpretando músicas, mostrando pinturas… ese, que fue desafortunadamente su ultimo cumpleaños, fue efectivamente una autentica celebración artística, extremadamente emocionante, rebosante de creatividad y de vida, que puso muy a las claras, cómo la saga creada por ambos congéneres continúa para siempre en la especial transmisión de un legado común de conocimiento y amor por la cultura.

21

El pintor Félix Juan Bordes en su estudio

Compartir el artículo

stats