Solo dos de las diez piezas de este disco son clásicos de la era del swing. Pero hay varias composiciones originales que, a primera escucha, bien podrían serlo. El primer disco del saxofonista sueco Frederik Carlquist con el vibrafonista Jorge Rossy no es un ejercicio de mimetismo ni de nostalgia, aunque sobre todo el disco planea el espíritu del cool jazz de mediados de siglo pasado. Música melódica, espaciosa y relajada, de apariencia sencilla y construcción sofisticada y tocada sin estridencias.