La reportera Carla Fibla confía en que la historia “tremenda” del periplo de un niño huérfano que consigue llegar a la universidad en Marruecos, con la que ha logrado el II Premio Saliou Traoré de Periodismo en español sobre África, ayude a comprender por qué los africanos dejan sus casas en busca de una vida mejor o un sueño.

En una entrevista con Efe, Fibla ha destacado que el premio que conceden la Agencia Efe y Casa África, y que recibió ayer en Las Palmas de Gran Canaria, es el reconocimiento a los cerca de dos años de trabajo que le ha supuesto narrar la complicada vida de Elvis Gori Molibuela.

Un niño que nació en 1998 en Bukunga –cuando comenzó la segunda guerra de Congo–, se quedó huérfano a los 5 años (su madre murió en el parto y su padre, después, de lepra), abandonó la aldea entonces con su hermana de 6, y sobrevivió a los muchos avatares de su posterior periplo de siete años por nueve países africanos.

El premio que ahora recibe por este trabajo supone para Fibla un merecido logro de la revista Mundo negro, para la que trabaja y en la que se publicó el reportaje, ya que, de “forma más pausada y del modo más directo posible, trata de dar voz a los propios protagonistas de las noticias”.

Considera que esta distinción es también para los redactores de esta publicación y para los Misioneros Combonianos, que este año celebran el 60 aniversario de la revista y que son herederos del sueño de san Daniel Comboni: salvar África por medio de África.

Según ha explicado, Mundo negro cada tres años dedica un especial en el que se hace una radiografía completa de cada país del continente. En esta ocasión, su redactor jefe, Javier Fariñas, quería que se enfocara en la educación y en africanos que optaban por quedarse a estudiar en su continente, es decir, en Sudáfrica o Marruecos, que son los dos países a los que se trasladan la mayoría de los jóvenes para formarse académicamente.

Así, siguiendo historias de inmigrantes instalados en Marruecos, país que Fibla conoce bien porque ha residido en él ocho años, fue cómo dio con Elvis, cuyo nombre original es Nsungu, aunque a lo largo de su trayectoria migratoria ha tenido otros muchos que tuvo que inventarse para burlar las fronteras.

Fibla asegura que la historia de superación que cuenta es “bastante tremenda y excepcional” y destaca que son miles las que se pueden encontrar en África porque son muchos los niños que abandonan sus aldeas pronto, aunque en el caso de Elvis ese éxodo se produjo antes de lo común.

“La migración interna es altísima y es algo muy natural en el continente africano” que tuvo un mayor impulso a partir de mediados de los 80 por el acuerdo Schengen de la UE, subraya la periodista especializada en el mundo árabe y en África, que ha vivido también en Egipto y Jordania.

Cuando Fibla conoció a Elvis en Marruecos no tenía pasaporte ni tarjeta de residencia, pero logró convencer al decano de la Universidad Mohamed V de Adgal para que le dejara asistir a clases de Derecho sin estar matriculado, pues es “muy buen estudiante y siempre estaba entre los primeros”.

Tras publicarse el reportaje sobre su vida ha podido regularizar su situación.

Según esta periodista, lo importante de la historia que cuenta es que “seamos capaces de entender lo que empuja a cualquier persona a dejar su casa para perseguir un sueño o una vida mejor”, de ahí que confía en despertar mayor interés por comprender estas situaciones y, sobre todo, que se respeten sus derechos “solo por el hecho de ser personas”.