La historia de Pedro Páramo, la célebre novela corta escrita por el mexicano Juan Rulfo y publicada por primera vez en julio de 1955, llega este fin de semana al Teatro Cuyás en una versión adaptada por Pau Miró y dirigida por Mario Gas, y que han presentado, junto a la consejera de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Guacimara Medina, sus dos protagonistas, Pablo Derqui y Vicky Peña.

Considerada una de las novelas fundamentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX, Pedro Páramo narra en primera persona la historia de un padre, el hombre más importante y corrupto de Comala, y la de un hijo. Ambas historias se alternan en una estructura laberíntica en una narración llena de otras narraciones, de historias que mezclan las voces de los vivos y los muertos y se convierten en un eco que desafía la frontera entre realismo y magia. El texto, que combina ternura, violencia, humor y absurdo, denuncia además el abuso constante del opresor sobre el oprimido y los mecanismos del poder en una pequeña comunidad.

De esta versión teatral destaca el peso de sus dos intérpretes: Pablo Derqui (que ha pasado varias veces por el Cuyás en los últimos años) es ganador de varios Premios Butaca y Biznaga de Plata al Mejor Actor del Festival de Málaga en 2009, y Vicky Peña es Premio Nacional de Teatro, entre otros muchos reconocimientos. También del director, Mario Gas, Actor, autor y director de teatro y ópera, que ha firmado más de un centenar de montajes y recibido los galardones más prestigiosos, entre los que el premio Butaca, el Nacional de Teatro 1996, varios Max y un Ciudad de Barcelona en la modalidad de Artes Escénicas.

El montaje, que está previsto en el Teatro Cuyás, hoy y mañana, a las 20.30 horas, está producido por Teatro Romea, Teatro Español y Grec 2020-Festival de Barcelona. Precisamente, para Gas, Pedro Páramo es “un universo plagado de fuertes sensaciones, de fusión entre el mundo de los vivos y el de los muertos, de personajes preñados de contradicciones e insólitos de tan normales en apariencia”.

“Un universo abigarrado, cromático y cegador, oscuro y lleno de negrura espesa, donde resuenan los ecos persistentes de un pasado que se presentiza; un universo poético y desgarrador, inhóspito a veces, quemado por el solo, por el calor, rajado por la desigualdad…”, añade el director.

A su juicio, “todo se acompasa con ese lenguaje rico en imágenes de Rulfo: amor, muerte, caciquismo, revolución, lo rural, los ancestros, la imaginería ritual e icónica, el desconcierto, el desamor, la vida...”. “Pedro Páramo es, en suma, “un viaje iniciático que principia cuando tal vez ya haya concluido. La memoria hecha presente. Parecería, citando a Valle Inclán, “un diálogo entre muertos sobre los vivos” que, quien sabe, sin percatarse de ellos, quizás ya no existan. Son el aire, la atmósfera, el latir de Comala, ese lugar yermo y abandonado que parece bullir de voces y resonancias”, concluye.