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Entrevista a Antonio Puerte

Antonio Puente: “Salvo en los prospectos de farmacia, la letra impresa está en jaque”

"Con la pandemia vivimos como si todo tuviera un doble sentido difícil de desenmascarar", asegura el escritor

Antonio Puente JAVIER LÓPEZ

“Salvo en los prospectos de farmacia, la letra impresa está de capa caída, ha quedado en jaque con el impulso telemático de la pandemia, al tiempo que la cultura está siendo desplazada por el espectáculo”, afirma el escritor, periodista y sociólogo Antonio Puente (Las Palmas de Gran Canaria, 1961), que el próximo miércoles participa en el ciclo ‘Escritores en la Casa-Museo’, organizado por la institución galdosiana, con la ponencia titulada ¿Qué fue de la literatura?. “El papel higiénico se ha revelado más prestigioso que el de cualquier otro tipo, ya sea biblia, satinado o couché”, ironiza en esta entrevista, en la que observa con perplejidad cómo “los rigores poéticos y de lenguaje” han quedado desplazados por géneros y subgéneros literarios de consumo inmediato. “En términos sociológicos, la pandemia de la Covid está significando la entronización más descarada de las paradojas y contradicciones que veníamos arrastrando”, afirma también Antonio Puente, autor de cinco libros de poemas, entre ellos Sofá de arena, premio Pedro García Cabrera, y tres de ensayo, el más reciente, La memoria esculpida (Galaxia Gutenberg), la biografía dialogada de Martín Chirino.

‘¿Qué fue de la literatura?’ parece más bien un título irónico, ¿no?

Irónico, pero también nostálgico y reivindicativo. Una vuelta de tuerca al célebre tratado de Sartre ¿Qué es la literatura?’, publicado a mediados del siglo pasado. Sus planteamientos sobre el escritor políticamente comprometido, el famoso engagement, han quedado, por fortuna, obsoletos. Coincido con el diagnóstico de Octavio Paz de que la literatura que anteponía los programas políticos a los rigores literarios es uno de los grandes cadáveres estéticos del siglo XX. Pero, del otro lado, las propias advertencias de Sartre sobre la inminencia de la banalidad y la inmediatez literarias, el mero entretenimiento, se han cumplido. Te quedas mascullando ese broche final de su tratado, cuando afirma: “Desde luego, el mundo puede prescindir de la literatura; pero puede prescindir del hombre todavía mejor”…

Escritura, periodismo, sociología, crítica literaria, ¿existe interconexión entre esos ámbitos en que se mueve profesionalmente?

La pandemia nos ha mostrado, como nunca antes, el absurdo de la brecha entre ciencias y humanidades. Ante la incertidumbre, hay científicos que hablan como versificadores, y no faltan tertulianos que se muestran como virólogos experimentados. Pero si ese tajo es difícil de superar, no se entiende la segregación dentro de cada ámbito. En los años 80, cundió como materia universitaria la Sociología del arte y la literatura. Pero, en paralelo a la caída en picado de la sociología cualitativa por la cuantitativa, que atiende a los efectos sin tocar las causas, esas materias fueron laminadas. Más allá de los números, sería de interés cómo y por qué se producen las recepciones literarias, las tendencias, la distribución de talentos, la formación de camarillas, etcétera. Vinculándolo a lo de antes, da mucha perplejidad, por ejemplo, escuchar a jóvenes y no tan jóvenes este extendido reproche: “Ese texto es demasiado literario…”. ¡Es como decir que un cuadro es muy pictórico o un coche, demasiado automovilístico! Algunos autores presumen, incluso, de que no leen para no perder la originalidad, como si aspiraran a convertirse en influencers sin influencias. Habría que decirles: ‘Bueno, pues lea, a ver si de veras es original…’. La gran paradoja es que hoy está más prestigiado publicar y figurar que escribir y, desde luego, muchísimo más que leer…

Usted cultiva la poesía y ensayo, y también ha publicado relatos en libros colectivos y revistas literarias, ¿en qué género se siente más a gusto? ¿Hay algún vínculo entre ellos?

Creo que lo único importante es el texto literario, sea cual sea la modalidad, incluyendo ahí la crítica literaria y la crónica cultural, que también considero géneros literarios. En realidad, todo parte de la poesía, que es el cimiento de cualquier otro género; la poesía es lo que revisa la relación con el lenguaje, que, al cabo, es el protagonista, por no decir el ‘autor’, de cualquier literatura. Para mí, no hay diferencia entre poesía y prosa, pues creo que la prosa es, sencillamente, poesía que se explica. El guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, cuya poética influyó en diversos autores del boom latinoamericano, definió la poesía como “la única prueba de la existencia del hombre”. A su juicio, no hay ninguna otra dimensión específicamente introspectiva, sintiente, y, en definitiva, humana. El valor de cualquier dimensión del arte y hasta de la vida depende de la poesía que contenga. Lezama Lima, por su parte, acuñó eso tan hermoso de que “la poesía es lo único que va en defensa hasta de sus enemigos”.

Y en términos culturales y sociales, ¿cómo ve las consecuencias de la pandemia que vivimos? Ahí no hay poesía que valga…

Nos está llevando al paroxismo de las paradojas y contradicciones que veníamos arrastrando. Vivimos como si todo tuviera un doble sentido difícil de desenmascarar. Cuando acabó el confinamiento, algo que no sabemos muy bien si ocurrió hace años o el otro día, salimos a la calle con una expresión de desconfianza y perplejidad muy parecida a la que debió de tener Lázaro al grito de “¡Levanta!”… Me ocurrió entonces una anécdota que me parece una buena metáfora del doble vínculo que padecemos; al abrirse el agua de la playa a los deportistas, le pregunté a un policía municipal dónde estaba el límite para poder secundarles, y me atajó: “Puedes nadar, pero no te puedes bañar”… Durante el confinamiento, seguramente por falta de mascarillas, fuimos conminados a usar unos imprescindibles guantes, obligatorios, por ejemplo, en los supermercados, que ya casi nadie se pone. Luego, se nos conminó al contagio de rebaño, para terminar siendo, justamente, lo que ahora tenemos que evitar a toda costa. A lo que en realidad es distancia física se le ha llamado “distancia social”, un acto fallido que revela las brechas sociales. Además, las incertidumbres del tele-trabajo, ¿no hacen que el asueto sea también una especie de tele-vacaciones…? Otro ejemplo de la entronización de la paradoja: en el fútbol, que es un catalizador social muy importante, de pronto, ante la ausencia de público, empezó a dar lo mismo jugar en casa o fuera de casa, y hasta el cuidado por el lenguaje inclusivo de género ha quedado neutralizado desde que la gente habla indistintamente de la Covid y el Covid…

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