La Provincia - Diario de Las Palmas

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Fetichismo

Fragmento de la bandera ‘navideña’ de Madrid LP/DLP

“A primera vista, una mercancía parece ser una

cosa trivial, de comprensión inmediata. Su

análisis demuestra que es un objeto

endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y

reticencias teológicas”

Marx

Más allá del fetichismo de la mercancía -uno de los mecanismos relevantes de la economía capitalista- del que nos habla Marx y mucho, muchísimo más allá del fetichismo definido por Freud, como una perversión masculina derivada de un mecanismo de sustitución simbólica que provocaría la escisión del yo, quiero referirme, sin más, a una cierta relación con el objeto-fetiche, que no es muy diferente de la idolatría, que se traduce por “servidumbre” o “culto de los ídolos” (San Isidoro de Sevilla).

Ídolo, cuyo etimo es eidolon, (que contiene ver), significa imagen (como icono y ágalma), pero una imagen “inconsistente, vana, engañosa como la que aparece en los sueños, el reflejo del espejo o la fugitiva sombra de un difunto” (Bettini). Lo que sugiere algo inauténtico, falso, ficticio. Como en portugués feitiço “artefacto mágico, de brujería” que se usa para referirse al fetiche (el ídolo, el talismán).

Fue el presidente Charles de Brosses, el primero en hablar de fetichismo y considerarlo la forma más primitiva y tosca de religión. Desde entonces se puede hablar de objetos de culto. En ese sistema de los objetos como diría Baudrillard anida el fetichismo con sus improntas antropológicas, ecónomicas, religiosas y psicoanáliticas.

Mas, como no podía ser de otro modo, el fetichismo tan de la Modernidad, dio en desembarcar en el arte contemporáneo y en el coleccionismo sin fin. Baste pensar en el Pop Art. Se sabe: cualquier objeto, cualesquiera, puede ser objeto de arte. Lo, otrora, útil puede devenir inútil y viceversa: lo inútil puede devenir útil en el mundo del arte. ¿Sociedad de los simulacros? ¿Fetichización generalizada? ¿Irreversible triunfo de lo virtual?

En Madrid como adorno navideño se ha desplegado una gigantesca bandera de España con millares de bombillas. ¿Sin duda kitsch? ¿Una bandera à la manière de Robert Rauschemberg? ¿Un exacerbado símbolo? Recordemos a Gillo Dorfles: “el fetiche está en el lugar de un verdadero símbolo”

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