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Escritor y cineasta

David Trueba: “Albert Camus supo detectar el fascismo entre sus propias filas”

David Trueba

El escritor y cineasta David Trueba reconoce la profunda huella que el pensador francés Albert Camus le dejó en su juventud y reivindica la vigencia de sus ideas. Como dijo el Nobel, “el arte no es una diversión solitaria”, recuerda y subraya que “la escritura es el arte que la física no puede explicar”. Lamenta que las adaptaciones de sus novelas al cine no sean memorables y cree que es porque los adaptadores se sienten con las manos atadas por el respeto que les inspira.

¿Detrás del arte siempre hay un deseo de conmover?

Sí, porque en el fondo conmover es remover. Lo peor que le puede pasar al arte es la pasividad, que un cuadro no te diga nada, o que nada se te mueva dentro al escuchar una canción. Cuando algo se remueve dentro la persona empezará a recordar emociones, suyas, particulares, pero asociadas a lo que está viendo u oyendo.

¿Cuál ha sido el último libro que le ha sacudido por dentro?

Los chicos de la Nickel, de Colson Whitehead, y también Otoño, de Ali Smith.

¿Qué le conmueve de Albert Camus?

Muchas cosas, pero quizá todos le tenemos muy en cuenta porque fue un señor que dijo: “Atención, los tuyos también pueden ser unos criminales”. Supo detectar el fascismo entre sus propias filas y eso tiene una pertinencia radical en nuestro días.

“Las adaptaciones que se han hecho de sus obras no son películas memorables”

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¿Qué papel tuvo en su formación?

Siempre lo he tenido muy presente. Soy una persona que ha tenido una formación muy francesa. En el colegio fue el idioma que estudiaba y la cultura francesa acabó siendo fundamental en mi juventud. Camus tiene luz propia, es una de las figuras del siglo XX y su pensamiento, la radicalidad de su apuesta, por la honestidad, por la justicia, fue muy inédita en aquellos años, lo que le ha beneficiado a la hora de mantenerse en el ojo público.

Camus nunca sintió una especial devoción por el oficio de cineasta. ¿Por qué?

Como muchos intelectuales de su época era escéptico ante un nuevo lenguaje. El campo literario se sintió un poco amenazado por la potencia icónica del cine y en el fondo también por su superficialidad. Esas primeras generaciones de intelectuales que convivieron con el cine tuvieron una relación problemática con éste, como la que podemos tener nosotros con las redes sociales. Sin embargo, el tiempo nos demuestra que en todo lenguaje se puede adquirir una cierta profundidad. Sí, tuvo una cierta atracción por el teatro: escribió varias obras que se siguen representando, como Calígula, y mantuvo una relación muy importante en su vida con una actriz [María Casares], cuya correspondencia es muy interesante. Camus estaba en ese nuevo mundo pero tenía esa prevención hacia el campo audiovisual.

“El arte lo haces solo pero quieres compartir tu soledad con otro”

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¿Aplaude las pocas adaptaciones cinematográficas que se han hecho de sus obras, caso de ‘El extranjero’, ‘La peste’ o ‘Lejos de los hombres’?

Quizá es de esos autores cuyo prestigio hace que el adaptador vaya con las manos atadas a la adaptación. Las películas adaptadas de un libro tienen que volar solas, son como un nuevo pájaro, y si a un pájaro le pones demasiado peso, no cogerá el vuelo. No creo que las adaptaciones de La peste y otras sean películas memorables, y eso es por el enorme respeto hacia sus libros y hacia él. Lo que sí ha tenido es mucha influencia indirecta. Camus es una persona adaptada sin saber que lo estás adaptando. La idea de la persona irreflexiva, el asesinato sin motivo o la persona perdida ha estado más presente y alcanzado grandes dotes de expresividad sin ser adaptaciones literales.

¿Cree como Camus que “el arte no es una diversión solitaria”?

Es cierto que la obra de arte la haces solo pero quieres compartir tu soledad con otro. La escritura es el arte que la física no puede explicar. Cómo una intimidad y otra están juntas sin convertirse en una renuncia a la intimidad. Conseguimos que esas intimidades no se perturben sino que se alimente. Físicamente es un imposible.

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