La Provincia - Diario de Las Palmas

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La penúltima palabra

Reuniones

La obra ‘Something Split and New (2013), de Njideka Akunyili Crosby.

“Más que a una familia o club, más que a una clase o sexo, más que a una nación, el individuo pertenece a las reuniones”

Goffman

El gran Bronislaw Malinowski, de origen polaco, tuvo casa en Icod de los Vinos, y visitó, fascinado, con su madre, la isla de La Palma en 1907, unas semanas después de que brotara un epidemia en Santa Cruz de Tenerife. Aislados del mundo, así escribió una carta a su padre desde Santa Cruz de La Palma. Aislado volvió a estar en otras islas, en la Primera Guerra Mundial, en Melanesia, en las islas Trobiand. Aislado para poder observar y describir el comportamiento de los trobriandeses.

Pertrechado justamente con el método de la observación participante, observó que, por la tarde, tras la pesca, se reunían sin otro motivo aparente que el de estar juntos. Lo denominó comunión fática (un tipo de lenguaje en los cuales los lazos de unión se crean en un mero intercambio de palabras). La comunión fática, dirá, “sirve para establecer lazos de unión personal entre gente unida por la mera necesidad de compañía y no sirve para ninguna finalidad de comunicar ideas”.

El semiólogo Roman Jakobson hizo uso de tal concepto para denominar función fática a la función del lenguaje asociada al canal o contacto de la comunicación. Su ejemplo conocido es “¿me oyes?” en una conversación telefónica. No aporta información; solo garantiza el contacto.

Más allá del informacionalismo de los “ingenieros de la comunicación”, como los llamaba Jakobson, y de su excepcional comprensión del lenguaje de la comunicación, la función fática, predominante en los “encuentros” en las colas, en los ascensores o en esos grupos de adolescentes que ¿bailan? delante de reflejos especulares de los grandes edificios urbanos, adquiere más relevancia, si se quiere, en época de contagios, que siempre hay que recordar que su etimología contiene, justamente, “contacto”.

En plena pandemia, con prescripciones, prohibiciones y confinamientos, al parecer hay que salvar las reuniones, los encuentros, el estar juntos, “establecer lazos de unión personal entre gente unida por la mera necesidad de compañía”. ¿Alguna diferencia con los trobriandeses?

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