La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Passenger, chute de melancolía

Mike Rosenberg, conocido como Passenger, aumenta su intimismo emotivo en su nuevo álbum, inspirado en una ruptura sentimental

Passenger. | | LP/DLP

Si, ya de natural, la música de Passenger tendía a la lánguida mirada extraviada en el horizonte, ¿qué podía suceder después de que la novia lo dejara? Pues que nos plantificara un álbum como este, un sentido canto del trovador a los amores perdidos y los sentimientos puros, sirviendo a la idea de que la vida es bella más allá de un corazón roto. Si el lector es poco tolerante al cliché sentimental, este no es su disco, pero, oigan, no subestimemos los poderes envolventes de este cancionero en tiempos tan propensos al recogimiento como los que vivimos.

Mark Rosenberg, el autor del éxito Let her go (11 años ya), no tiende al melodrama, ni al oscurantismo, sino que maneja canciones livianas, sin pretensiones aparatosas, y sientes que te canta y comparte contigo pensamientos íntimos como lo haría un amigo. Se advierte una brizna de sentido del humor en el título del disco, apelando al estereotipo sin rodeos, y aunque cueste imaginar a este chico de Brighton haciendo excesos, hay, en efecto, signos de resaca en ciertas estrofas (“soy de los que piensan demasiado las cosas / de los que sueñan despiertos / un bebedor duro”, se presenta en Remember to forget), si bien lo que más pesa es el mundo del desengaño amoroso y su circunstancia, con solo algunos puntos de fuga, como Suzanne, canción dedicada a una misteriosa dama en su crepúsculo.

Su arte y confección como autor siguen allá donde estaban, en la senda de la trova folk de un James Taylor o del Paul Simon menos aventurado, con un poco de fibra pop hija de su tiempo. Fuentes nobles, pero los problemas son la linealidad de sus recursos como compositor, pese a los cambios de tempo y a las guarniciones, y el carácter superficial de sus textos: la defensa de la pureza y la inocencia en The way that I love you (“no dejes que la vida te rompa en corazón”) o el canto por las cosas sencillas de London in the spring, aunque esta pieza, al margen de la letra cursi, tiene algo del viejo brillo de Tin Pan Alley y musicalmente cierra el disco en el punto más alto.

Dentro de la confortable continuidad del repertorio, se hacen escuchar las confesiones de Sword from the stone (canción ya presentada, en versión acústica, en su disco de confinamiento, Patch-work, lanzado de improviso el pasado julio), que cuela imágenes sobre la lentitud del tiempo y los altos y bajos (“como un yo-yo”) experimentados por el artista, así como el perceptible dinamismo pop de Tip of my tongue, What you’re waiting for o el tema titular.

Picos expresivos de un disco en el que Passenger sigue pisando terreno seguro, entendemos que pensando que el conducto más poderoso para establecer una comunicación con el oyente es el de los sentimientos y experiencias compartidas, arropando y acompañando. Seguramente tiene razón.

Compartir el artículo

stats