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Un homenaje a Juan Carlos Díaz Llanos

Detalles en torno al proyecto de rehabilitación del Convento de las Claras en La Laguna

Interior del convento de las Claras, en la Laguna. ARTEMARFOTOGRAFIA

Reconocimiento para un magnífico profesional y, de paso, a la labor que realizó junto a su inseparable compañero de profesión Fernando Beautell. Estos dos brillantes arquitectos tinerfeños participaron en los mejores años de la arquitectura en Tenerife y en los años 90 y a principios del siglo XX firmando varias de las mejores obras de rehabilitación de patrimonio arquitectónico de la isla de Tenerife, como el Convento de las Claras en La Laguna, la Casa del Vino en el Sauzal y la Casa del Patio en Santiago del Teide.

Recuerdo con especial cariño la relación que entablamos a propósito del Convento de las Claras en La Laguna que fue una obra de enorme complejidad, donde además de pelearnos (sanamente) con el Obispado o discutir con las hermanas cada detalle, nos teníamos que defender frente a la, también brillante y divertida, Comisión Insular de Patrimonio Histórico del Cabildo de aquellos años.

Respecto al proyecto para el Convento de las Claras se discutió de todo. Quizás lo que más dolor nos causó (hablo en plural porque en aquella época, en las obras difíciles como aquella, los arquitectos y yo, como consejera insular, y mi equipo, teníamos que formar un grupo común que fuera, paso a paso, saltando los obstáculos con que nos tocaba enfrentarnos cada decisión de la obra, fue decidir qué muro tirar para colocar un ascensor. Pero desde esa dura decisión, hasta el tamaño de los espejos de los baños de las clarisas, pasando por si debíamos o no poner suelo radiante en los nuevos dormitorios, se discutió absolutamente todo.

Exterior de la Capilla del Convento de las Claras en La Laguna. | | ARTEMARFOTOGRAFIA

Fue realmente como una carrera de vallas a las que nos teníamos que enfrentar, un tiempo durante el que pasamos momentos que recuerdo de gran colaboración entre los arquitectos y el Cabildo de Tenerife. Y al final quedó un Convento de las Claras creo que de una gran dignidad desde el punto de vista de la rehabilitación del Patrimonio Histórico y también desde el punto de vista del mínimo confort de unas monjas de clausura que cuando llegamos nosotros tenían goteras en cada estancia del convento.

La presencia e historia de las Clarisas en Canarias se remonta al año 1547, fecha en la que llegan diez religiosas a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, procedentes de los Monasterios Urbanistas de San Antonio de Baeza y Regina Coeli de Sanlúcar de Barrameda. Alonso Fernández de Lugo, hijo del conquistador don Bartolomé Benítez, el 3 de junio de 1544, otorgó testamento en La Orotava dejando 2.000 doblas de oro para la fundación de un convento femenino, por no existir ninguno en las Islas. A los pocos meses fallece en Sevilla y un año más tarde el Cabildo concede poderes para cobrar su herencia estableciendo las condiciones de la fundación con don Francisco Benítez de Lugo y don Diego Benítez Suazo, hermanos del testador. Así comenzó su historia, y en el siglo XX esta comunidad lagunera se fue manteniendo con cierta estabilidad, incluso en los años previos y durante la guerra civil, en gran medida, gracias al apoyo de la población.

Patio de la Casa del Vino en el Sauzal. | | T. CUADRADO

Sin embargo, a comienzos del último cuarto de siglo, el paso de los años, las condiciones climáticas, enfermedades y avatares de todo tipo habrá ido dejando su huella en una mermada comunidad y en un edificio que, por falta de medios económicos, alcanzaba un estado casi ruinoso e insano para las escasas religiosas que en él permanecían en una situación angustiosa. Hasta que nos llevamos a Adán Martín a una misa y vio los paraguas que tenía que tener la gente abiertos, dentro de la capilla del convento, porque llovía más dentro que fuera.

Anécdotas aparte, Juan Carlos Díaz Llanos fue un gran arquitecto con el que fue un placer trabajar, no solo en las Claras, sino en otras obras como he mencionado antes.

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