A buen seguro, a más de uno le sorprenderá encontrarse con una directora como Isabel Coixet en un festival de cine fantástico y de terror. Y en cierto modo tiene sentido. Coixet es una realizadora más centrada en historias pequeñas e intimistas, sin embargo yo siempre he pensado que el cine de terror es un género que antes o después todos los cineastas interesados en el medio en el que trabajan sienten la tentación de abordar. Le ocurrió a Stanley Kubrick, ¿por qué no Isabel Coixet? El cine de terror es una especie de reválida en la que cada director, aunque no haya tocado nunca el género, tiene que poner sobre la mesa lo que realmente sabe de cine. Hay que cuidar mucho tanto la dramaturgia como la narrativa. El guion, los actores, la planificación, la iluminación, los encuadres, el montaje...

Coixet admite que se acercó al terror con respeto, pero también con cierto temor. Se iba a zambullir en una filosofía dramática que no conocía y que le iba a exigir cosas muy distintas a las que estaba acostumbrada a entregar a su público. Aún así, Mi otro yo (2013) no deja de ser una cinta muy particular de terror, más bien psicológico, vista bajo el manto de Isabel Coixet. Es más un cuidado drama vital antes que un filme de atmósfera asfixiante, aunque ésta por momentos se sienta irrespirable.

En la cinta de Coixet, Fay (Sophie Turner, Sansa en Juego de tronos) interpreta a una joven que de un día para otro empieza a observar como una chica, de rasgos idénticos a los suyos, empieza a seguirla. Fay empieza a tener la sensación de que la extraña joven se acerca más y más a ella, con intenciones no del todo claras.

La película se estrenó hace siete años y en general recibió críticas de todos los colores. A los seguidores de Coixet les costaba digerirla en un thriller terrorífico. Sin embargo, Mi otro yo es un sólido filme de suspense con muy buenas interpretaciones y personajes muy definidos.