Lovecraft y el cine nunca se terminaron de entender. Durante muchos años, el de Providence parecía tener algo que reclamar en un buen puñado de títulos ciertamente pintorescos del terror más casposo de la serie B. Pero se trató de un reverdecer de su particular universo un tanto sospechoso, ya que el apellido de Lovecraft es verdad que estaba en los carteles, pero resultaba muy complicado encontrarlo en pantalla... A él o a su esencia, para ser exactos; aunque solo fuera un guiño.

En realidad todo esto tenía un problema de fondo y es que en la mayoría de los casos ni los responsables de las películas que utilizaban el nombre de Lovecraft sabían exactamente qué venía a decir este autor. Pero es que, además, y por lo general, estas películas solían ir destinadas a un público que a buen seguro tampoco había oído hablar nunca del creador de Cthulhu.

Pero a mediados de los ochenta, el apellido Lovecraft se hizo hueco a codazos (o a golpe de tentáculo) en las pantallas a partir de esta película, Re-Animator (Stuart Gordon, 1985), más inspirada que basada en el relato homónimo del maestro de Providence y repleta de menciones al universo lovecraftiano (Arkham, universidad de Miskatonik y Necronomicón incluidos).

Inspirada lejanamente en el cuento corto de Lovecraft Herbert West: Reanimador, la propuesta, claramente de serie B, mezclaba con habilidad el realismo de un moderno científico loco que busca resucitar a los muertos mediante arcanos conocimientos con un sentido del humor grueso, macabro, negro y hasta picante, que desde luego es ajeno a la obra de Lovecraft. Sin embargo, la película de Stuart Gordon supo encandilar a una generación de amantes del cine de terror que buscaban algo menos solemne de lo habitual en ese momento.

El contraste entre el científico obsesionado, el gore que no ahorra casquería, los golpes de humor (sin tratarse estrictamente de una comedia), la perplejidad ante tanto disparate de los compañeros de piso del médico y, en general, lo grotesco de los efectos especiales, permitieron esa recuperación de la obra de Lovecraft al filo del centenario de su nacimiento.

Es muy probable que el autor de Providence se hubiera rasgado las vestiduras si hubiera comprobado que semejante propuesta había empleado su nombre como excusa para promocionarse. Pero no hay mal que por bien no venga. Muchos conocieron la obra de Lovecraft precisamente a través de esta delirante película de Gordon que, por si no fuera suficiente por sí misma, dio pie a varias e improbables secuelas: La novia de Re-Animator (Bride of Re-animator, Brian Yuzna, 1990) y la extraoficial Re-sonator (From Beyond, Stuart Gordon, 1986).

Stuart Gordon falleció el mes de marzo de 2020 en Los Angeles. En el mundillo del fantástico lamentamos su muerte sobre todo porque no era un mal director. Demasiado esclavo de su propio éxito en los suburbios de la serie B, nunca logró desentenderse de una película que todavía hoy seguimos aplaudiendo.