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Estadio poético

Aquiles García Brito publica ‘Poemas para llenar el estadio’, donde el escepticismo existencial destila un sutil descreimiento

Estadio poético

No es nada habitual que un poemario contenga en su título la palabra “estadio”. Pareciera que poesía y recinto deportivo son términos incompatibles. En nuestra literatura insular Ramón Feria publicó en 1930 su Stadium, un volumen recorrido por el hálito de las vanguardias y en donde los poemas –breves a modo de haikus- proponían la convergencia de elementos ultraístas y creacionistas al socaire del surrealismo. No es este el caso de Poemas para llenar el estadio (Ediciones Plutonio, Madrid, 2020) el nuevo poemario de Aquiles García Brito en el que, ciertamente, las reminiscencias vanguardistas no constituyen su carta credencial.

Tal vez alguien piense que ese título de Poemas para llenar el estadio lleva implícito una estimación de la poesía como instrumento o reclamo de comunicación mayoritaria. Sin embargo, el discurso poético que propone el autor no es solamente una rotunda llamada a múltiples, remotos y desconocidos lectores, tantos que fueran capaces de llenar un amplio espacio físico. Eso es cierto, pero también es algo más. Como sabemos, la poesía es afán de comunicación, en efecto -¿y qué creación artística no lo es?-, pero igualmente es sed de conocimiento y un milagro del lenguaje cuando la palabra queda despojada deliberadamente de la rutina cotidiana. Esas tres condiciones se cumplen en los poemas que construyen el libro de García Brito.

Y lo hacen desde un cierto escepticismo existencial que recorre el discurso poético destilando una sutil pátina de descreimiento ante la poesía confrontada con la vida. En Jornada se pregunta:

Al mediodía

velatorio y, en la tarde,

velada poética.

Tras el entierro, ¿aún el escalofrío?

De ese íntimo escepticismo subyacente se deriva un clima de angustia ontológica, en modo alguno grandilocuente o de trazo grueso, de la que el poeta sabe distanciarse hábilmente a través de la ironía. Como dice en A este nuevo dolor:

A este nuevo dolor

Añadido a la lista

Sin fin y larga

No le permitiré ser importante

Porque la importancia de Poemas para llenar el estadio está en la hondura a la que remite la palabra. Hondura del ser y de la conciencia de ser criaturas vulnerables, destinadas a la caducidad del tiempo. Y ni siquiera la palabra poética puede ser instrumento de íntima salvación. A ella acude el poeta colmado de soledad, sabiendo que los poetas construyen un “bostezo perfecto/ de egolatría”, y que “lo que dice un poema es la pregunta/ no la respuesta”.

Territorio de incertidumbres, pues, la poesía. Y lugar de indagación y búsqueda más allá de constatar los límites a los que se somete la realidad.

Los escenarios urbanos –parque, plaza, esquinas- abundan en la delimitación del espacio donde los poemas intensifican sus dimensiones expresivas. No son los únicos. Igualmente Aquiles García Brito nos remite en ocasiones a referentes del mundo de la cultura clásica, como Atenas o Alejandría, y asimismo a algún motivo enraizado con la mitología como la barca de Caronte. Del mismo modo el poeta enriquece sus recursos expresivos, como en el poema Zi, valiéndose de una disposición dialogada en donde el coloquialismo trasciende la inmediatez de la significación rutinaria y convencional. A todo ello hay que añadir el uso que hace en los cuatro poemas de la serie Todoque de imaginería que remite a paisajes isleños, afianzados por vocablos característicos: “tunera”. “tunal”, “rumbriento”…

Nos hallamos, pues, ante un libro de hondo calado introspectivo en el que la subjetividad del poeta se ve complementada con derivaciones hacia la precariedad vulnerable de la existencia, hacia la reflexión sutil sobre la función de la palabra, hacia elementos constitutivos de la cotidianeidad, hacia la incardinación del paisaje en la mirada íntima, o hacia la presencia prójima del semejante.

Todo ese entramado de motivos, con sus gradaciones y matices, confluyen y resuenan en la palabra poética de Aquiles García Brito. Una palabra capaz de sustentar un universo vívido y sugerente que se extiende más allá de la mirada interior.

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