Es posible que Juan del Val haya titulado su novela ‘Delparaíso’, jugando con el “del” de su apellido, porque el nombre ‘Valparaíso’ ya estaba pillado. Y es que el lugar donde transcurre su nueva ficción, la urbanización de lujo Delparaíso, se parece bastante al lugar donde vive. El quinto título de este escritor, guionista, tertuliano “polémico” de televisión, padre de tres hijos y marido de Nuria Roca, es uno de los libros más vendidos en España.

Menudo éxito. Parece mentira que su primera novela, ‘Parece mentira’, sea de 2017...

Sí, esa es la primera en solitario, antes hice dos con Nuria. El nuevo libro [Delparaíso], lleva tres semanas y está número uno. No se escribe para esto, pero cuando pasa es maravilloso. La novela está gustando mucho, se está recomendando y está creciendo. Es fantástico que cuando te pones a escribir, luego sucedan estas cosas.

La pregunta del morbo: ¿Esa urbanización, Delparaíso, se parece al lugar donde vive?

Se parece. Estas casas son mejores que la casa en la que yo vivo, pero sí tiene el mismo concepto, construida en base a la seguridad. Es una urbanización bastante reconocible para todo el mundo. Es un concepto muy sudamericano, una urbanización muy protegida. Me parecía interesante situar ahí una novela, como una excusa para hablar de personajes, que es de lo que me gusta escribir. Me parecía un lugar que por inaccesible, y también por el morbo, como usted dice, sería interesante para situar una novela de muchísimos personajes.

Ha dicho que en la novela hay “personajes reconocibles” . ¿Se refiere a famosos?

Cuando digo que hay personajes “reconocibles” me refiero a que te puedes identificar perfectamente con ellos, estés donde estés y ocupes el lugar social que ocupes. Luego cada uno puede hacer las conjeturas que quiera. Naturalmente, es una novela, es ficción, porque están inventados los nombres, y no es que los personajes sean reconocibles porque los vayas a identificar como fulanito de tal, pero sí que les han pasado cosas parecidas a gente que puedo suponer quién es. Hay un exfutbolista, una amante del rey que me han dicho que es Bárbara Rey... No tiene que ver con ella, pero sí puedo imaginar, por las informaciones que van saliendo, que el rey debió de tener amantes, y Mayte pudo ser una de ellas.

Ahora se puede escribir sobre esto, tal vez hace 20 años, el personaje de una amante del rey a la que conoce en los toros hubiera sido un escándalo.

No lo sé. Intento escribir de todo, pero a mí no me parece ofensivo. Tampoco esta novela va de cuentas pendientes con nada ni con nadie. Sí creo que esa situación, en el entorno de unas casas de lujo, se podría producir perfectamente. Antes era más difícil escribir de determinados temas o personajes, pero ahora estamos viendo una serie como The Crown y ya ves lo que pasa ahí, con los personajes tal cual son. Tampoco es el centro de la novela, sino algo marginal que me parecía divertido contar.

Por la abundancia de personajes, ‘Delparaíso’ puede recordar a ‘La colmena’, mezclada con el cinismo de la serie ‘Big little lies’.

Soy un loco de Big little lies y me entusiasmó La colmena, son dos referentes que si se lo recuerdan a alguien me parece fabuloso, un acierto. Me gusta hablar de personajes y de lo que les pasa. Eso lo hago a través de lo cotidiano. Todos nos podemos ver ahí. Me interesa hablar de las inseguridades, de los miedos, de todo lo que te pasa por dentro. Big little lies tiene mucho de eso.

El deseo está muy presente en la novela. ¿Lo considera una constante en su obra?

Sí. Como escribo de lo cotidiano y me interesa la vida, el sexo forma parte de ella. No es una novela más de sexo. Aparece el sexo como también la avaricia, la inseguridad, el miedo, la risa, el absurdo... Me interesa el sexo porque forma parte de la vida. Y me sirve para explicar a los personajes. Dice mucho de un personaje la manera en la que se comporta sexualmente, los deseos y las inquietudes que tiene.

¿Cree que habrá un periodo de sexo y desenfreno después de la pandemia, como algunos expertos han adelantado?

No lo sé. No soy demasiado optimista en cuanto a los plazos, pero sé que esto va a terminar y volveremos a ser los de antes. ¿Habrá momentos de euforia? Pues seguramente. Esta pandemia no nos ha afectado a lo que hacemos, sino a lo que somos, porque el ser humano tiene la necesidad de abrazarse, de tocarse, de estar juntos, de entrar en un bar a rozarse con el de al lado, de comunicar... Cuando lo podamos hacer, seguramente habrá un periodo de euforia. Ojalá lo haya y que la gente se divierta y entienda lo bonita que era la vida cuando entrabas en un bar y tardabas diez minutos en llegar a la barra a pedir una copa porque estaba abarrotado. Es una cosa preciosa que antes nos molestaba. Lo que daríamos ahora por que volviese a suceder.

Hubo lectores que en el confinamiento duro de primavera no fueron capaces de concentrarse para leer y escritores que no podían dejar de escribir. ¿Qué efecto tuvo en usted?

He oído de todo, pero en mi caso había comenzado la novela antes del confinamiento. Seguía trabajando para El hormiguero como guionista, encerrado en casa, y pensé que iba a tener mucho tiempo para sentarme con pausa a escribir. Además, tuve el Covid y estuve dos semanas aislado en una habitación. Imagínese lo productivo que pude haber sido. Bueno, pues ni una línea.

Vaya.

Fui incapaz de escribir en esa situación. Luego entendí por qué. Yo tengo que escribir de gente que se toca, que está junta, que se relaciona. Eso me provocaba tristeza, no me gustaba este mundo. Cuando nos abrieron y volví un poco a la normalidad, lo retomé. Pero durante el confinamiento me resultó imposible hilar una línea.

Al principio escribió a cuatro manos con Nuria Roca. ¿Le pasa el borrador de las novelas, es el primer filtro?

Sí, Nuria es mi primer filtro, probablemente al que más caso hago. No digo que se lo pase folio a folio, tampoco es eso, pero cada vez que tengo un capítulo, la primera que lo lee es ella. A través de sus comentarios veo cómo está la cosa. Me fío mucho de su criterio. Esta novela le iba gustando mucho, y parece que el resultado le ha dado la razón.

En una reciente entrevista en ‘El Hormiguero’ contó a Pablo Motos aspectos de su juventud [problemática] y de la labor de su madre [que acogía a convictos en su casa] poco conocidos. ¿Ha cambiado la percepción que la gente tenía sobre usted?

Es verdad que esa entrevista ha sido importante. Pablo me conoce personalmente, y me dijo: “Quiero hablar del libro pero también de ti, que la gente te conozca”. En El hormiguero soy uno de los guionistas que prepara las entrevistas de Pablo, pero no quise saber absolutamente nada. Salí al plató como cualquier invitado, que no sabe lo que se le va a preguntar. Decidí ser yo. Hay gente que me ha descubierto en otro plan, y creo que para bien. Daba una imagen de más frívolo, y a la mayoría de la gente le ha sorprendido mi vida y cómo soy yo.

Lo de “el polémico Juan del Val”, que acuñó Pablo Motos, ¿se lo dicen ya hasta sus hijos?

Al final toman mucha distancia con lo que haces. Cuando llego a casa y les pregunto si han visto El hormiguero, uno estaba viendo una serie, el otro no sé qué... [risas]. Al final da igual lo que hagas. No me reconozco en lo de “polémico”, pero sí es una sección interesante porque mezcla humor con algo que creo que falta en la tele, que es ese sentido de provocar. La gente está acobardada con lo que van a decir en las redes sociales. Hay que empezar a huir de esto. Las cosas convenientes son muy aburridas, hay que mover un poco el avispero, y me lo paso muy bien haciéndolo. Tengo muy pocas virtudes, pero creo que una es que me da exactamente igual que se enfaden conmigo en redes sociales. Me importa un bledo, y es una ventaja de la que parto a la hora de hacer este tipo de coas.