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Director teatral

José Carlos Plaza: “La cultura permite discernir y no dejarse llevar por mentiras”

José Carlos Plaza.

José Carlos Plaza (Madrid, 1943), tres veces ganador del Premio Nacional de Teatro -en 1967, 1970 y 1987-, tiene en la actualidad en cartel, retomada tras una gira interrumpida por la pandemia, ‘Divinas palabras’, la reconocida pieza de Ramón María del Valle-Inclán. La obra pone de relieve que la tragicomedia y el esperpento están más de actualidad que nunca, considera este director teatral, que también ejerce de profesor. Como tal, está en contacto con la gente joven, de la que afirma se siente orgulloso. “Les veo luchadores y van a tener que batallar contra las muchas adversidades que están apareciendo”, explica.

¿La vacunación de políticos es tragicomedia o esperpento?

Es una trágica comedia, pero escribe trágica con mayúsculas, además de esperpéntica.

En este asunto también han entrado en escena obispos. ¿Valle-Inclán se quedó corto?

Qué barbaridad. Pero Valle no se quedó corto porque muestra la mezquindad, la ruindad, la falta de amor a los demás por parte de la institución de la Iglesia a través del personaje de Pedro Gailo, el sacristán de la aldea, que es uno de los tres protagonistas.

¿La obra es más que nunca un espejo distorsionado de nuestra sociedad?

Sí, es el fiel reflejo de una sociedad muy corrupta, en la que ha salido casi lo peor, como la codicia, la envidia, hacer daño por hacer, destruirte si tengo el poder y también si no lo consigo. Los sentimientos ruines afloran cuando un país olvida su cultura, como ocurre aquí, pese a tener una cultura de creación y luz.

Usted compara España con una charca, cuyas rocas son el poder. ¿Es siempre el mismo?

Siempre los tres: el militar, el eclesiástico y el económico. Los gobiernos estatales o regionales poco pueden hacer realmente, pero les insultamos a ellos. Un ejemplo es lo que ocurre con las multinacionales farmacéuticas, que están retrasando las vacunas para que los ciudadanos no estén vacunados y así poder pedir más dinero. Más que farmacéuticas, parecen la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones.

Ha llevado ‘Divinas palabras’ hasta cuatro veces a escena. ¿Qué es lo que tanto le atrae?

Su profundidad. En la función, la estética es lo que aparentemente tiene más fuerza, porque hay desgarro, dureza, la herida abierta de un pueblo, la lujuria... pero por dentro las raíces son muy profundas. Uno se pregunta por qué ocurre esto, por qué este país es como es, por qué nos han engañado tanto. El final de la obra es espectacular, con un pueblo enfebrecido, que quiere matar, enloquecido sexualmente... y de repente es paralizado por unas palabras que no entiende, ya que son en latín, lo arcano, lo culto. Me gusta contar eso y decirle a mi país, a mi gente, que la cultura es lo más importante, que permite discernir y no dejarse llevar por mentiras, como las de la Iglesia católica, por ejemplo.

Afirma que debería representarse todos los años, ya que es un pozo sin fondo. ¿Siempre aporta algo nuevo?

El teatro sin la sociedad no es nada y la sociedad sin el teatro tampoco. Como la sociedad va cambiando y la obra es inmensa y de una profundidad enorme, en un momento dado puedes poner el foco en un tema y darte cuenta de otras cosas más adelante o que gente diferente se fije en distintos aspectos. Es como todas las obras maestras, que siempre aportan algo nuevo. La obra no cambia, pero varía quien la disfruta.

¿Cómo ve la salud del teatro crítico que siempre quiso hacer el dramaturgo gallego?

Veo que se ha atomizado, que tiene problemas para sobrevivir, pero que lucha tanto a nivel ético como estético. Muchos jóvenes quieren ser incisivos y críticos, pero a veces olvidan la parte más poética, que es fundamental. En Valle, la parte artística, visual, del lenguaje, poética, no está reñida con la fuerza de la crítica. A veces los jóvenes no tienen en cuenta todo, aunque sobre el contenido están tocando temas candentes.

Con sus clases tiene contacto continuo con ellos.

Sí, y estoy muy orgulloso de la gente joven. Les veo luchadores y ahora además aprendiendo algo que no les había ocurrido nunca: empiezan a batallar contra las muchas adversidades que están apareciendo. Lo siento mucho, pero la parte positiva es que les hará más fuertes. Eso espero.

Una obra ambientó y adaptó ‘Divinas palabras’ a un programa de telerrealidad. ¿Qué opina de estas transformaciones?

He oído hablar de ella y no me parece mal. Me encanta que la gente pruebe y vea si funciona, por qué no. Tanto Las meninas de Velázquez como las de Picasso me parecen una maravilla. En el arte todo es posible y el teatro puede ser vanguardia, aunque lo importante es que no se aleje de la base, de la sociedad.

La envidia, avaricia, lujuria, falta de culpabilidad... ¿Qué otra miseria humana le quedó por añadir para ser totalmente actual?

Hay un tema que Valle-Inclán no toca directamente, aunque sí profundamente, y yo insisto en ello: la incultura, porque no está especificada en la obra. Además de tener un puesto de trabajo, la gente necesita una parte creativa, ya sea leer un poema, escucharlo o escribirlo, por ejemplo, en vez de ver telebasura. Disfrutar de la cultura, el arte, es imprescindible para el alma humana.

¿Será fácil llevar la pandemia a escena?

Seguro que ya hay algunos dramaturgos escribiendo como locos. Y están los clásicos, donde también se habla de pandemias y confinamientos.

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