En España, más de la mitad de los niños y las niñas han sufrido algún tipo de violencia o humillación en el colegio según la oenegé internacional Save The Children. En 2017, fueron denunciados ante la policía y la guardia civil unos mil casos de acoso escolar, lo que supuso un aumento del 11,6% respecto al año anterior. El 90% de las víctimas de maltrato escolar arrastran luego problemas psicológicos o psiquiátricos como la ansiedad y la depresión (Fundación ANAR). Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que la mitad de los 600.000 adolescentes y jóvenes de entre 14 y 28 años que cada año se suicidan en el mundo sufrieron bullying previamente.

Estas demoledoras cifras demuestran que el acoso escolar "no es una cosa de niños sino un grave problema social". La orientadora familiar Claudia Bruna acaba de publicar 'Educar contra el acoso' (editado por Alba), un manual para padres, madres, hijos, hijas y docentes en el que ofrece herramientas para detectar el bullying en casa y zanjarlo en las aulas. No es tarea fácil. El primer paso es identificarlo.

Si un hijo, de manera puntual, molesta en el parque a un compañero o le dice que no quiere jugar con él, no significa que le esté acosando. Tampoco si tiene una discusión o le suelta algo desagradable. Que un hijo preadolescente no quiera aceptar a un colega de clase en las redes sociales tampoco es acoso.

Sí es acoso, sin embargo, cuando daña a esa persona de forma constante física o virtualmente. También cuando le margina y arrincona en el colegio o en el instituto. Lo mismo que cuando le asusta, le amenaza, le obliga a hacer algo en contra de su voluntad, le roba material escolar y le insulta con mucha frecuencia.

Imitar a los padres

Cualquier manual básico de paternidad y maternidad advierte de que los niños aprenden por imitación. Los adolescentes con padres fumadores tienen tres veces más probabilidades de adquirir ese hábito, recuerda Bruna, que insiste en que da igual que le digas mil veces a un hijo que fumar es malo si te ve a ti encender un cigarrillo tras otro.

En este caso, no hablamos de fumar, pero sí de gritos. "Pensamos que por un par de gritos no pasa nada. Pero los efectos negativos a nivel psicológico están comprobados", destaca la autora. Bruna menciona uno de los manuales básicos de padres y madres, 'Bésame mucho', en el que el pediatra Carlos González alerta de que los críos que reciben bofetadas aprenden que los conflictos se resuelven a golpes y que los fuertes se imponen siempre a los débiles.

¿Gritamos mucho en casa y no nos damos cuenta? Educar contra el acoso recoge un estudio universitario en EEUU en el que se entrevistó a mil familias heterosexuales con hijos de 14 años. El 45% de las madres y el 42% de los padres admitieron haber gritado y, en algún caso, insultado a sus vástagos.

Contra la autoridad

"Muchos padres crecieron bajo un modelo autoritario y ahora se rebelan haciendo todo lo contrario", explica Bruna. Acceder fácilmente a los deseos de hijos e hijas, dejarles muchísima libertad, no establecer límites y terminar haciendo lo que ellos quieren son las características fundamentales del modelo permisivo, que genera chavales dueños de la casa: individualistas y hedonistas, muy poco obedientes, con baja autoestima e incapaces de aceptar la frustración. Bruna aconseja a padres y madres que cuando entren en casa tras la jornada laboral se quiten la mochila de preocupaciones y estén presentes y disponibles para sus hijos. Ojo con el móvil, ese ladrón de presencia.

Órdenes, de una en una

La experta apuesta por el modelo asertivo: sé flexible y congruente, da órdenes de una en una y no de diez en diez, explica por anticipado la conducta que esperas de tu hijo, formula límites en positivo, huye de frases como "no dejes los deberes para última hora" y apuesta por "haz las tareas lo primero y así luego juegas".

Sentirse bien consigo mismo, respetarse y respetar a los demás es algo básico para que tu hijo no se convierta ni en acosador ni en víctima. Una de las recetas fundamentales para conseguirlo es huir de las etiquetas. Bruna reta a los padres a conocer el método del bolígrafo verde, de la autora Tatiana Ivanko: marcar los aciertos de los hijos en verde en lugar de remarcar sus errores en rojo.

"Valora el esfuerzo, no el resultado", pide Bruna tras hacer hincapié en que si el peque de la casa escribe 20 palabras bien y una mal hay que aplaudirle y mucho. La experta recomienda también el sistema del profesor Fernando Alberca ('Todos los niños pueden ser Einstein: un método eficaz para motivarla inteligencia', de la editorial Almuzara): propón a tu hijo nombrar sus puntos fuertes. Si el menor menciona más de cinco, su autoestima es elevada.

Hay chavales que son testigos del acoso en la escuela o fuera de ella y además animan y jalean al acosador. Hay otros que lo ven y no hacen nada porque piensan que no es asunto suyo. Ambos perfiles son igual de peligrosos. Padres y madres deben convertir a sus hijos en los mejores testigos del acoso, superhéroes con el poder de ver y denunciar ante padres y profesores. "No es un chivatazo, es una denuncia responsable para hacer visible lo invisible", concluye la autora de Educar contra el acoso.

Manual para prevenir los abusos

El acoso escolar se puede prevenir también en el entorno familiar. Poner límites claros en casa, fomentar la autoestima, no gritar delante de los hijos y enseñarles a denunciar el abuso en las aulas cuando sean testigos del maltrato son algunos de los consejos para acabar con esta lacra.

'Educar contra el acoso', de Claudia Bruna.