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Muere el palmero Jorge Lozano, referente mundial de la semiótica

El catedrático de Teoría General de la Información en la Universidad Complutense de Madrid fallece a los 69 años

El semiólogo palmero Jorge Lozano.

El semiólogo y catedrático Jorge Lozano (La Palma, 1951 – Madrid, 2021), referente de la semiótica y uno de los teóricos de la comunicación más destacados de España, falleció ayer a los 69 años a causa de la Covid-19, después de varias semanas de lucha contra el virus. 

Fundador y director del Grupo de Estudios de Semiótica de la Cultura (GESC) y estrechamente ligado a la figura de Umberto Eco, Lozano fue catedrático de Teoría General de la Información en la Universidad Complutense de Madrid, que ayer expresaba a través de un comunicado el “halo de profunda tristeza ante la enorme pérdida”, así como numerosos alumnos y alumnas daban las gracias al brillante intérprete de los sentidos del lenguaje por sus clases. Además, durante el último año, publicaba una columna semanal en la quinta página del suplemento Cultura de LA PROVINCIA.  

Reconocido especialista de Semiótica de la Moda y de la Cultura, y en Análisis del Discurso, a lo largo de su prolífica trayectoria fue Director de la Academia de España en Roma y Secretario de Redacción de Revista de Occidente, que se distinguió bajo su tutela por la calidad de sus monográficos relacionados con el secreto, la transparencia, el lujo, el camuflaje o la semiótica de la moda. Este cosmos teórico vertebraría una larga actividad investigadora que se inició a mediados de los años 80 con su tesis doctoral, dirigida por José Luis López Aranguren, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, bajo el epígrafe Estrategias discursivas y persuasivas en el texto de historia.

Entre sus faros intelectuales destacan las figuras del semiólogo ruso Yuri Lotman, alma mater de la semiótica de la cultura, así como el semiólogo y escritor italiano Umberto Eco, a quienes unía una estrecha amistad y rebautizó cariñosamente como Funes, el memorioso, y que Lozano planeaba traer a la isla de La Palma justo antes de su fallecimiento en 2016.

También el filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, acuñador de la “cultura del simulacro”, formaba parte de su discurso y su círculo de amistades. En este sentido, uno de los méritos principales de Lozano radicaba en su introducción y divulgación de la semiología y semiótica italiana en España a través de nombres como Paolo Fabbri, Omar Calabrese o el propio Umberto Eco. 

Durante su extensa carrera académica fue invitado a participar como  profesor  visitante  en  numerosas  universidades  europeas y ha sido autor de múltiples publicaciones ensayísticas y artículos, entre cuyos títulos destaca su ensayo El Discurso Histórico (1987), con prólogo de Umberto Eco, junto con Análisis del discurso: Hacia una semiótica de la interacción textual, Moda. El poder de las apariencias, Persuasión. Estrategias del creer o Documentos del presente. Una mirada semiótica. 

Además, a partir de la década de los 80, Lozano encandiló a cientos de alumnos y alumnas en sus numerosos congresos conjuntos con Martín Santos, seminarios universitarios sobre la seducción y cursos de verano de El Escorial, que gravitaban sobre temas relacionados con la comunicación, la identidad, el trampantojo, el secreto o la moda. El periodista y escritor Antonio Puente, también colaborador del suplemento Cultura y partícipe de varios cursos de Lozano, recuerda que uno de los ejes de su discurso teórico se enraizaba en la máxima de Nietzsche de que “toda verdad es una mentira consensuada”. “Jorge Lozano partía mucho del pensamiento de Nietzsche y siempre regresaba a esa metáfora de la cebolla y la búsqueda de la máscara que hay detrás de la máscara, y donde al final no hay nada, solo hueco, de modo que planteaba un discurso en torno a la preeminencia del vacío”, rememora. “Y con respecto al sujeto, defendía en este sentido la plasticidad de la identidad y la teoría de que un sujeto es efecto del lugar en que se encuentra, y de sus interacciones con el entorno”. 

Vitalidad

Hermano de la periodista Lydia Lozano, adscritos a diferentes coordenadas de la comunicación, Lozano se distinguió no solo por su sobresaliente caudal intelectual y cultural, sino también por su vitalidad, ironía y pasión investigadora, en continuo seguimiento e interpretación de cuanto acontecía en el mundo.

El pasado mayo de 2020, Lozano inauguró una serie de columnas semanales en el suplemento Cultura, de La PROVINCIA, bajo el encabezado La Penúltima Palabra. La iniciativa surgió durante un diálogo con Javier Durán, Redactor Jefe y director del Cultura, cuando este concertó una entrevista con el semiólogo, de confinamiento grancanario a confinamiento madrileño, para analizar las primeras consecuencias de la crisis del coronavirus, y cuyas respuestas anticiparon entonces, con inquietante lucidez, las grietas del orden social actual. 

Y con afán de seguir desentrañando los mecanismos de un presente marcado por la incertidumbre y el miedo, Lozano se estrenó con entusiasmo en el formato de la columna periodística. Su mimo en la búsqueda temática, la elección de las imágenes o de la cita inaugural apuntaló cada publicación hasta su última entrega, el pasado 6 de febrero de 2021. La tituló Ay del loco que no se cree Napoleón y en sus líneas desfilaban Eco, Goffman, Maupassant y el coronavirus. Lozano, como siempre, visionario: su universo solo podía detenerse en la penúltima palabra, porque la última es la eternidad.

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