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Daniel Torres y el cómic del futuro que no fue

El dibujante valenciano, afincado en Barcelona, recupera su célebre saga de Roco Vargas, ahora protagonizada por el detective Archi Cúper

Varias viñetas de ‘El futuro que no fue’, del dibujante Daniel Torres.

Daniel Torres (Teresa de Cofrentes, 1958) parece obsesionado con el tiempo que no ha sido y con el que, seguramente, no será. “Yo tengo una especie de máxima grabada desde que empecé a trabajar en esto -explica el dibujante desde su estudio en Barcelona-. Y es que si no te gusta lo que ves ante ti, cámbialo. Esa es, en definitiva, la utilidad de la ficción, ya sea como autor o como consumidor”.

En 2018, publicó Picasso en la Guerra Civil, una novela gráfica que imaginaba al pintor malagueño participando en la contienda sin haber luchado nunca en ella. Un pasado, por lo tanto, que no fue. Y ahora publica El futuro que no fue (Norma), donde cuenta las aventuras de Archi Cúper, un detective privado de novela negra canónica incrustado en un universo de ciencia ficción -el “retrofuturo”- con Cadillacs voladores, polizontes siameses y robots que se parecen a Lauren Bacall.

Quizá a los fans más irredentos de Roco Vargas, el gran personaje que Torres creó en los 80, les suene el nombre de Archi Cúper. Este detective chulo y solitario, encarnación dibujada del Philip Marlowe maduro, cínico y fondón que interpretó Robert Mitchum en Adios, muñeca, aparecía en la segunda aventura de Vargas, El misterio de Susurro (1985).

“Archi tenía una personalidad tan fuerte que lo quité de en medio, literalmente -recuerda ahora Torres-. Pero luego me arrepentí porque era un personaje que exploraba mi faceta de aficionado a la novela negra y al polar francés. Así que llevaba un tiempo dándole vueltas a cómo subsanar el error de haberlo matado y se me ocurrió explorar el universo Roco Vargas pero con Archi para unir los dos géneros que siempre me han obsesionado: la ciencia ficción y la novela negra”.

El futuro que no fue es una historia ambientada en el universo distópico y retrofuturista de Roco Vargas, pero sin Roco Vargas. Es un spin off. Esto, según señala el experto en cómics Álvaro Pons, es una continuación coherente en la obra del valenciano, porque reincide en sus fascinaciones literarias, “pero también supone un punto importante en su carrera porque expande el universo que había orbitado alrededor de Roco Vargas y lo consolida como uno de los escenarios más importantes de la ficción en el cómic español”.

La trama viene servida como “cómic-dentro-del-cómic”, como un número especial de la revista pulp o “polar solar gráfico” EFQNF (El futuro que no fue) en la que el dibujante Vic Mundo (Torres, suponemos) recrea la investigación de un caso por parte de Cúper en medio de la masificada metrópolis terráquea de Montebahía. Es un mundo regido por el consumo, en el que la publicidad lo invade todo bajo la presión de las MercAgencias, mientras el movimiento Acción Ciudadana lucha por impedir sus abusos. Torres reconoce que no hacía falta viajar al “retrofuturo” para criticar el reinado de la publicidad invasiva y omnipresente. En este caso, como cantaba Auserón, el futuro ya está aquí. “La ciencia ficción ha sido en gran parte una visión disfrazada del momento real -subraya el historietista-. Ante el ruido, la invasión absurda de sonidos e imágenes feas y machaconas que no crean ni sugieren nada, hay cosas que oponer y mundos personales que desarrollar. Como el mundo presente no me gusta, me decanto por este más divertido”.

Torres tiene ya galones suficientes para decantarse por lo que le dé la gana. Empezó en el fancí El gat pelat, después entró en la revista El Víbora con las aventuras de Claudio Clueco y en 1982 en Cairo con Opium. Después llegaría Tritón, la primera entrega de Roco Vargas, una space opera devenida ya en clásico del cómic europeo que continuaría con El misterio del susurro, Saxxon y La estrella lejana.

Daniel Torres. | | LA PROVINCIA/DLP

Tras abandonar la saga del aventurero en los 90, lanzar y relanzar nuevos y viejos proyectos e incluso trabajar para el mercado americano con miniseries e historias cortas (alguna guionizada por Alan Moore), Torres retomaría en el siglo XXI a un Roco Vargas menos ingenuo y más desencantado. “Cuando en los 80 creé a Roco para explorar de una manera moderna mi propio lenguaje de la historieta, lo centré en el género de las aventuras -explica-. Pero conforme el personaje se va haciendo mayor esa ingenuidad va desapareciendo y me voy metiendo en temas un poco más serios, con más fondo”.

Esa exploración, indica Torres, llegó a su culmen con Júpiter, la última (de momento) entrega dedicada al piloto espacial. “Pero necesitaba hacer una última aportación a ese acercamiento al retrofuturo de forma algo más seria, con denuncia pero manteniendo la ironía -añade-. Siempre he pensado que las cosas, aunque sean amargas, entran mejor con humor y el mensaje cala más. La ironía siempre ha ido con mi estilo”.

En El futuro que no fue, esa crítica y esa ironía encuentran perfecto acomodo en un guion que bebe directamente de las páginas vertiginosas y afiladas de Raymond Chandler o Dashiell Hammet. En cuento al dibujo, como indica Pons, rinde claro homenaje a las historietas de Milton Caniff.

Falta saber si, ahora que Archi Cúper ha regresado, el detective volverá a encontrarse con su viejo amigo Roco Vargas. El padre de las criaturas mantiene el misterio: “Es posible -apunta-. Los dos viven en Montebahía y el lector adivina que entre ellos hay más afinidades que diferencias”. Estaremos a la espera.

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