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“Panza de burro', sin duda, es el libro del año”

Pablo Gutiérrez, que figuró en la primera lista de ‘Granta’, y Marta Sanz hablan sobre la novela

Pablo Gutiérrez y Marta Sanz

“Su poesía duele y se atreve”. Son palabras de la escritora Marta Sanz sobre la novela de Abreu. Más allá de las cifras y las clasificaciones, Panza de burro ha conquistado también a un amplio sector de la crítica y la autoría. Pablo Gutiérrez y Sanz avalan la calidad de la apuesta narrativa de la tinerfeña.

Según la Editorial Barrett, Panza de burro no sólo ha superado los 30.000 ejemplares en ventas. También ha sido editada en Chile por Kindberg, en México por Elefanta, en Bolivia por Dum Dum, en Colombia por el Rey Naranjo y en Costa Rica por Los tres editores. Además de haber vendido sus derechos audiovisuales para una posible adaptación al cine, se ha planteado la posibilidad de que la novela de Andrea Abreu sea editada también en formato de audiolibro.

Asimismo, hasta ahora ha sido traducida al inglés (Weidenfeld & Nicolson), al francés (L’Observatoire), al alemán (KiWi Verlag), al holandés (Van Oorschot), al danés (Gutkind Forlag), al noruego (Aschehoug), al portugués (Companhia das Letras), al turco (Turkey) y al checo (Leda).

No obstante, el éxito de Panza de burro no se mide únicamente en términos editoriales. Muchos de sus compañeros escritores se han sumado a las alabanzas. Pablo Gutiérrez es un joven onubense autor de libros como Cabezas cortadas o El síndrome de Bergerac que, curiosamente, formó parte de la primera lista que la revista británica Granta dedicó a las jóvenes promesas de la literatura en castellano. Fue en 2011. Han tenido que pasar diez años para que la prestigiosa publicación lanzara su segundo ranking. Fue hace una semana e incluyó precisamente a Abreu como una de los 25 mejores autores del mundo menores de 35 años.

“Mi selección coincidió justo en el momento que sacaba mi segunda novela, Nada es crucial. Yo era un escritor muy novato y empezaba a hacerme un hueco. Me abrió la puerta de una editorial grande, pasé de Lengua de trapo a Seix Barral”, recordó. Sobre la creación de Abreu, que leyó el verano pasado “con verdadera pasión y mucho interés” asegura que ha sido “la novela del año en todos los sentidos. Es una voz nueva que no conocíamos y una novela insólita que nos llamó la atención”, destacó.

“Es un género, el de novela de formación, que me interesa particularmente como escritor”, continuó. “A los peninsulares nos ha descubierto una Canarias que no conocíamos. Una Canarias más de arrabal, más alejada de la visión turística que tenemos cuando la visitamos y que nos fascina por tantos motivos, desde los paisajísticos a los turísticos. Nos enseña la otra parte que queda solamente para los canarios. Nos hemos podido asomar a ella gracias a Andrea Abreu”.

Por su parte, la madrileña Marta Sanz es una de las escritoras más conocidas del panorama español. Ha ganado, por ejemplo, el Premio Herralde de novela, el Ojo Crítico de Narrativa o el Premio Vargas Llosa de relatos. Fue finalista del Premio Nadal y una de sus últimas creaciones es Pequeñas mujeres rojas. Sanz es otra de las enamoradas de Panza de burro. “Me pareció un libro estupendo”, resalta.

“Abreu le da varias vueltas de tuerca a un tremendismo poético que es muy delicado desde el punto de vista estilístico, sin despeñarse hacia la estética, éticamente reprobable, del colorín del pobre”, asegura. “Abreu retrata en primer plano todas las periferias juntas: isla, niñas, las madres que limpian y los padres que trabajan en la construcción, los animales, la orfandad, el ímpetu lésbico y los pepes que pican. El animal que llevamos dentro”, añade.

Pero esas no son las únicas razones por las que la historia de Isora y su amiga conquistaron a la creadora de detective Arturo Zarco, que no duda además en señalar a Sabina Urraca como la “gran descubridora” de Andrea Abreu. “El libro es político por una intrepidez lingüística que le sirve para contar un mundo no contado. Su belleza es política porque se nos mete dentro a través de la desvergüenza fonética, la violencia sintáctica, la rebeldía ante una literatura canónica... Todo ello cristaliza en pura expresividad. Abreu escribe del cuerpo como se lo pide el cuerpo con todas las idiosincrasias encima huyendo de un modo de decir plano y gentrificado, y de un sentimentalismo pseudo universal, que hacen que todos los libros sean el mismo libro. Su poesía duele y se atreve”, concluye.

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